Nunca hay una sola verdad, no hay más que un montón de historias y todas suceden al mismo tiempo, en nuestras cabezas, en nuestros corazones, todas estorbándose unas a otras. Todo es un maravilloso y funesto desastre.
«El cielo está en cualquier lugar» (2010), Jandy Nelson
Así me siento este año como un gran desastre, pero no decepcionado, he llegado vivo y sano hasta hoy, que en tiempos de pandemia es un logro. Siento como si esta temporada hubiese sido agua que corre de un arroyo y dura en tus manos lo que tarde en fugarse en entre tus dedos, escasa y fría pero a la vez intensa y llena de sensaciones.
Había puesto muchas esperanzas en ellas, el participar en varios triatlones, una gran cicluturista la QH (menuda decepción con la organización) menos mal que pude recuperar mi dinero, el listón altísimo del alp duez donde la sensatez me pudo en diciembre y me retire. Cambie mis objetivos, mis metas e ilusiones en competiciones mas terrenales, Triatlones sprint, Duatlones en los que mi reto era bajar mi tiempo, mi primer acuatlón (me hacia mucho ilusión nadar en el azud de pareja), mi gran sueño de nadar una travesía en el embalse de navacerrada y poder terminar un tri olímpico para en 2021 pasar a la media distancia.
Pero el corona virus entro en nuestras vidas para cerrar de un portazo todas mis metas, ojo no me quejo, al contrario, me he dado cuenta que ahora valoro mucho más pasar tiempo con la gente que aprecio, valoro mucho más los minutos que entreno por los días que no podía salir de casa, me valoro más en el sentido que este año he ganado, he ganado aguantar sufriendo un poco más. No he tirado la toalla a las primeras de cambio, el dolor viene, te hace sufrir y después se va porque otro diferente ocupa su lugar o conviven los dos, los dolores saben convivir muy bien. Ahora se que se entrena la mente, el pasar tiempo solo sufriendo y también disfrutando con los compañeros de club, con viejos amigos y con mundo maravilloso que todas las tardes nos regala una atardecer a los que me he vuelto a aficionar. Que las prisas no son buenas, que todo llega cuando sigues un proceso, paso a paso, los atajos no existen. Que la paciencia la tienes que administrar muy bien durante todo el día para ir liberándola en forma de sonrisa. Mis metas ahora son diferentes, las pone mi cuerpo, el tiempo que puedo dedicar a mis pasiones que cada vez son mas y no
fijarme metas pero si objetivos para poder focalizar mi esfuerzo y programar los entrenamientos. Se donde quiero llegar y mas o menos cuando, esto ya no depende de mi, de momento un año mas tarde de lo esperado. Me estoy dando cuenta que este año he ganado mucho y ha sido una gran temporada. De forma simbólica la termine corriendo ayer con mi ritmo patético de 6:24 el kilómetro, pero contento porque estoy casi igual que el año pasado corriendo la mitad o menos, llegar a los 6 es cuestión de tiempo y para eso esta la temporada 3 que le empezare el próximo miércoles con el club 3T.
Así que en las próximas semanas volverá el triatleta con sobrepeso a entrenar, con más crónicas en vacaciones que uno tiene ese vicio y si todo me cuadro con mas novedades en formato VBlog en youtube.
La esperanza es paradójica. Tener esperanza significa estar listo en todo momento para lo que todavía no nace, pero sin llegar a desesperarse si el nacimiento no ocurre en el lapso de nuestra vida. «La revolución de la esperanza» (1968), Erich Fromm