Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los refunfuños, los suspiros y los lamentos y no permitas que me tome demasiado en serio esa cosa tan invasora que se llama «yo«.
Tomas Moro.
Supongo que tener dos semanas de vacaciones, cargar la furgoneta e irte a los pies del paraíso ciclista rutero, muy normal no es. Pero bueno, estoy soltero y soy dueño de mis pasiones así que vamos a ver cómo está el resto de España post confinamiento.
Acampó el lunes 6 de julio en el camping Prados Abiertos de Mombeltran, si las crónicas son en vivo, voy a dejar » descansar» al triatleta obeso que hay un mi dos semanas y regresaremos de nuevo, con más dolores, más kilos y seguro más gamas. La cuestión es que me cuesta un triunfo montar el chiringuito, literalmente estoy empapado en sudor, hace un calor insoportable y necesito montar la tienda base para poder organizar el campamento y comer. Tras conseguirlo,como, siesta, tarde de piscina, cena y al sobre que hay que madrugar para intentar evitar el calor.
Una cosa es proponérselo y otra el poder dejar el mundo de la seminconsciencia, consigo dejar mi nirvana de mirada perdida y unicornio loco gritando de lado a lado de mi cerebro para ponerme a desayunar, vestirme de ciclista y casi dos horas después de lo planeado ponerme a pedalear. Dejar el oasis verde del camping y pedalear por el asfalto fue una bofetada de calor, de realidad veraniega, un té lo dije al unicornio que continúa dando vueltas por mi mente, ojalá vuelan pronto las voces.
Subir Serranillos desde el camping se empieza a sufrir desde que sales del camping, ¿ No has venido a sufrir ? Pues disfruta unas buenas rampas del 10% para ir aclimatando la cremallera del maillot que ya deja ver el pulsometro. Santa Cruz Del Valle es el primer pueblo por el que paso, las pinturas han perdido parte de su encanto, las gentes de los pueblos también, me cruzo con una mujer mayor, con su garrota entre las piernas, las manos apoyadas en ellas agarrando un pañuelo con el que alivia la humedad de sus ojos que lucen sobre la mascarilla bajo la higuera que da sombra al banco en el que descansan sus días. Siempre que en los pueblos me encontrado señoras mayores así, han sonreído, quiero pensar que debajo de la mascarilla hay una sonrisa, degustando un viejo recuerdo o la esperanza que los nietos vengan el fin de semana antes de ir se de vacaciones, la soledad también mata cuando se tiene un corazón enorme. La carretera da un pequeño respiro antes de llegar a San Esteban Del Valle, las chicharras son demasiado escandalosas y el giro por el río es ensordecedor, a pocos metros de entrar en el pueblo, un hombre mayor camina con su garrota en una mano y una azada pequeña sobre su otro hombro, camina encorvado, refugiado del calor bajo un sombrero de paja me hace un amago de saludo con la garrota y también camina con su mascarilla. La nueva normalidad no va ser fácil de aceptar. Me adentro en la carretera solitaria que deja el pueblo, bajo cohetes, gracias no era necesario. Me pasan dos ciclistas a un ritmo que parece que no les cuesta, es lo que tiene los obesos, que cualquier cuesta intenta ahogar nuestras ansias de ciclismo. Subo mirando la potencia, me rio porque voy pensando lo que podría hacer funcionar, la batidora, el cargador del móvil, como cuesta subir puertos, no entiendo qué necesidad tengo de hacer esto.
Pero llego a la fuente de la chinita, donde los puertos de serranillos y Pedro Bernardo dejan de compartir tramo de subida, recargo de agua fría mis bidones y me hago fotos, miro el móvil, me distraigo en el paraje, se está genial. Hay que seguir, la carretera se despeja, se abre el telón de las vistas, el ibuprofeno del ciclista. El aire es agradable, ya no recordaba que las montañas tiene aire acondicionado. Serranillos es un puerto película cabròn ya que te enseña la meta y el purgatorio para llegar a ella, si lo aceptas sufres, pero en el último kilómetro cuando las fuerzas van justas y te sabes vencedor, puedes mirar hacia abajo y ver el campo de batalla, los kilómetros abatidos por tu tenacidad, por la fuerza que solo el deseo de coronar te lleva a completar la ruta. Ahora la foto en el cartel, no es una foto más, la tendrás mil veces repetida, pero esta es la de la nueva normalidad, la de la vida sin planes, donde cada día miramos de reojo si hay una vacuna de esperanza o una reclusión paliativa.
Solo queda la bajada, el disfrute, el ir sumando grados hasta llegar de nuevo al camping hervido en sudor. Annie Proulx escribió Papá, ¿Tenemos miedo? (…) No cariño. Es una aventura. Y como tal tenemos que vivirla.