“Tú eliges el lugar de la herida en donde hablamos nuestro silencio. Tú haces de mi vida esta ceremonia demasiado pura.”

Alejandra Pizarnik

Esta vez para mis vacaciones no quería grandes viajes ni locas aventuras, buscaba descansar en lugares conocidos, buscaba el refugio de mi pirineo preferido que siempre me regala paz, Ordesa.

En esta ocasión he decido cambiar de camping y ha sido todo un acierto, el lugar elegido como base de operaciones ha sido el camping San Antón, todo una acierto por la agradable acogida y las magnificas vistas que te permite disfrutar desde tu tienda.

He decidido disfrutar sin prisas de nada, del día como venga y a mi ritmo lento y tranquilo. Tras sacar la noche anterior el billete para el autobús de Ordesa y disfrutar digamos más de la cuenta en el saco cuando me presento en la parada del autobús frente al camping pero el conductor nos dice que los autobuses ya no paran al salir llenos de Torla y tenemos que bajar hasta el pueblo para montar. Una pareja de Ingleses y yo nos penemos en camino hacia el pueblo y cuando apenas hemos recorrido 500 metros una furgoneta del camping nos recoge y nos baja hasta la parada, todo un detallazo que esta lejos de poder ser valorado en la categoría que tiene el camping.

Una vez en Parque Nacional me despido de los ingleses y decido que faja hacer del parque si la de la flores o la senda de los cazadores, me decido por esta última ya que me apasiona sobremanera y a pesar de ser la mas concurrida de las dos creo que podré con la presencia de 5 o 6 personas más. Pero al principio ni eso y puedo disfrutar en plenitud de una senda exigente, muy dura pero simplemente maravillosa, es de estas sendas que cada paso cuesta un mundo, que los escalones valen el doble y cada pausa para tomar aliento es un deleite para la vista.

El mirador es la recompensa a una dura ascensión pero el premio son unas vistas impresionantes que solo dibujan sonrisas ya que son la ventana del alma apoyada sobre el alféizar de unos labios abiertos de par en par.

Un grupo de cuatro alemanes disfrutan de las vistas mientra reponen fuerzas, juntos hemos subido los últimos metros y nos relajamos ante la majestuosidad de un Valle y unas montañas impresionantes.

El mirador no solo es el regalo por la ascensión, el premio gordo viene en forma de Senda maravillosa que te conducirá hasta el mismo corazón de Ordesa y la joya de la corona sus cascadas. La Faja de Pelay, que es el nombre de esta senda de montaña en ligera bajada nos dejara a los píes de la cola de caballo, final del valle y durante todo su recorrido nos regala unas vistas impresionantes del fondo del valle con sus cascadas de un azul intenso que este año si bajan cargadas de agua a pesar de ser prácticamente final de verano. Disfruto cada segundo cada pausa que me regalo en el camino para empaparme del entorno, disfrutar del susurro del agua, del canto de los pájaros, del sol y de las colosales moles pétreas que te hacen sentir pequeño. Este año la cola de caballo luce extraordinaria una vez más he calculado bien el tiempo para comer junto a ella, disfrutar de su sonido, de su frescor y de su agua cristalina. A diferencia del año anterior esta vez no se esta tan tranquilo ya que hay mucha gente pero bueno se puede disfrutar con bastante calma.

El retorno hacia la entrada del parque a pesar de ser por la pista, esta llena de regalos para los sentidos disfrutando de las gradas de soaso, unas cascadas impresionantes que te enamoras de ellas nada más verlas, es como cuando una mujer te mira con unos impresionantes ojos azules y te cautiva su mirada. El bosque de hayas con su imagen de cuento de hadas y las cascadas del Estrecho y Arripas. Me hubiese gustado regresar por la faja de las flores pero la petada hubiese sido tremenda y tengo muchos días aún para disfrutar de una Huesca extraordinaria. Es el tercer año consecutivo que visito Ordesa, y para mi es como la visita a tierra santa, a un santuario en el que recargar las pilas, descargar el alma de tensiones y dejarla suelta, libre soñando para que durante el resto del año me susurre al oído la frase de Robert Schumann La libertad asusta cuando se ha perdido la costumbre de utilizarla, úsame y no tengas miedo.