Y recuerda…A donde vayas lleva tu felicidad para que siempre la encuentres. Ya verás cómo cambia tu vida cuando piensas de manera diferente.

Efraín Gutiérrez Zambrano

Último día de los tres que nos hemos regalado en el pirineo y toca volver a casa. Dejamos el hostal que nos ha albergado durante estos días en Bielsa y nos dirigimos hacia Saravillo para visitar el Ibón de Plan, un lago de alta montaña altamente recomendado por todos a los que preguntamos por rutas en la zona que hay que visitar.

Justo antes de comenzar a subir hacia el Ibón hay un aparcamiento en el que se puede estacionar y desde este punto comenzar a ascender por la pista. Lo primero que te encuentras nada mas iniciar el ascenso es un dispensador de ticket para abonar la tasa si quieres acceder en coche o ir a recolectar setas. Llevamos dos días montando seguidos y el primero fue duro. Las piernas se hacen la remolonas pero hay subir, en escapadas tan cortas no puedes perder un día por algo tan insignificante como el cansancio.

El día anterior en la ruta del canal del cinca me ha picado una araña en la rodilla y como no, me ha dado algo de alergia, cada vez que pierdo por el movimiento la costra de la picadura no deja de supurar un líquido amarillento que es algo molesto. La pista se deja rodar y con buena conversación y un paisaje que poco a poco según vamos ascendiendo se va dejando ver entre la espesura del bosque mitiga un poco la dureza de la pendiente. Pronto va sobrando la ropa y a mitad de subida nos damos un respiro relajándonos en una preciosa pradera verde con un balcón al valle impresionante. Tras el descanso pronto las cimas de la montañas nos van anunciando que vamos llegando a nuestro destino, eso y la mayor presencia de coches estacionados en la pista. En el refugio hablamos con una pareja que han subido en coche, la mujer al verme la picadura me ofrece una toallita para limpiar la picadura y un antihistamínico en gel que hace maravillas cortando la supuración al instante y dejando mejor aspecto a la picadora. Tras despedirnos de ellos dejamos la pista y nos adentramos por la senda que da acceso al Ibón, una senda divertida que en ligera pendiente te obliga a portear la bici en alguna ocasión pero que es muy divertida y espectacular en cuanto a su enclave.

Pero el mayor espectáculo llega cuando te encuentras ante el Ibón, algo grandioso que te llena de paz, es de estos paisajes en los que reina el silencio y te tomas mucho tiempo disfrutando a cámara lenta su magnitud. Si pudiese confeccionar mi paraíso en el que vivir eternamente con trocitos de lugares de los que he disfrutado, sin lugar a dudas estaría este Ibón entre los elegidos.

El agua es cristalina, el gris pétreo de la roca desca sobre el verde que apenas cubre la piel desnuda de la montaña que en contraste con un azul intenso del cielo hacen que el paisaje te deje sin aliento, bueno eso y la subida. Nos regalamos una minutos de relax en la orilla, sabemos que en unas horas volveremos a nuestra rutina, a una pantalla de ordenador que tendrá un fondo como en el que estas y soñaras que algún día podrás sentir estar en un lugar así. Nosotros lo hemos conseguido y podemos respirarlo, tocarlo, sentirlo con la ligera brisa que desde la cumbre te hace sentir que la montaña esta viva. Nos da pena dejar este lugar, y nos da pena que cueste tan poco acceder a el con un vehículo ya que se merece un premio más grande, algo más de esfuerzo para quien quiera disfrutar de la montaña en mayúsculas como es este Ibón.

Nos toca bajar por donde hemos subido, demasiado cansados y tarde como para bajar por el GR, queremos terminar tranquilos la vacaciones. Durante la bajada una bici y una cara me llaman la atención, esta parado donde nosotros nos hemos tomamos el descanso en la subida, freno para preguntar a Joaquín si le suena cuando todas nuestras dudas se resuelven al cruzarnos a un hombre mayor subiendo en su bici con la cara desencajada por la dureza y el sufrimiento, la misma cara del hombre que dos días antes habíamos visto sufrir bajo la tormenta y nos alegra ver que viven, que lo han superado, ya nos podemos ir más tranquilos.

Antes de emprender viaje hacia nuestros hogares, nos montamos un pequeño picnic en un banco del aparcamiento regado con el Monster de la victoria. Han sido tres días maravillosos junto a una gran compañía, la de Joaquín.

Hay un poema de Bertolt Brecht llamado satisfacciones que lo resumen todo.

La primera mirada por la ventana al despertarse
el viejo libro vuelto a encontrar
los rostros entusiasmados
nieve, el cambio de las estaciones
el periódico, un perro, la dialéctica
bañarse, nadar, música antigua
zapatos cómodos, comprender, música nueva
Escribir, plantar, viajar, cantar y ser amable.

En ocasiones nos complicamos demasiado el camino hacia la felicidad llenando nuestras vidas de cosas que no necesitamos.

Track de la ruta