Bicicleta urbana Decathlon: Elops Speed 900 Verde Rápida.

 

Esta semana vendí mi bicicleta urbana por excelencia, mi single speed/fixie. Una bicicleta tremendamente divertida y a la vez toda una tortura en la zona en la que vivo, dado el desnivel que hay entre las distintas zonas de la población.

La Bicicleta urbana que he elegido para mi movilidad urbana es la bicicleta de Decathlon modelo Elops Speed 900 Verde Rápida.

Esta bicicleta se vendía en dos colores, si actualmente queréis comprarla solo la tenéis en stock en color Gris antracita en talla S si mides entre 150 y 160 centímetros, el resto de tallas están agotadas.

Pero a mí me encanto este color, el verde alerce que curiosamente está en stock en todas la tallas menos en talla S y solo para compra Online, pero si vais a la tienda Decathlon se ofrecerán a gestionar el pedido y si optáis por ir a recogerlo en tienda lo tendréis entre 24 y 48 horas, en mi caso 24 horas en un proceso de compra realmente sencillo.

Para mi bicicleta he optado por la talla L, ya que estoy entre dos medidas con mis 170 cm, opte por la talla más grande. Cuando estás entre dos tallas, si optas por la talla más pequeña tendrás una bici con mayor reactividad, algo que para moverte entre el tráfico está realmente bien. Pero yo, como tengo en mente trayectos algo más largos, en ocasiones buscaba comodidad, y es algo que te da una bici, un poquito más grande.

Esta bicicleta ha nacido para correr por los carriles bici y entre el tráfico, Enseguida te dibuja una sonrisa con las primeras pedaladas. Su cuadro es ligero para el tipo de bicicleta que estamos hablando. El peso del cuadro es de aproximadamente 1,8 kilos, su composición es de aluminio 6061 T6. Si te preguntas que es eso del T6, indica el tipo de proceso de tratamiento de templado al que se somete este tipo de aleación de aluminio, este tratamiento del aluminio lo hace más resistente a la Tracción comparado con el resto de aluminios 6061.

La geometría de la bicicleta con tubos bajos y los tirantes traseros más cortos la hacen más viva a la hora de tener que hacer cambios rápidos de dirección.

En cuanto a la horquilla es también de aluminio con pivote 1” 1/8 AHEAD SET con un peso de 900 gramos. Esto unido a una dirección semiintregrada con una potencia de aluminio de 80 mm y un manillar también de aluminio  de 560 mm conforman el conjunto de la dirección de la bicicleta. Los puños son realmente cómodos y enseguida te haces a ellos.

En cuanto a la transmisión, la velocidad la podremos lograr con un plato de 44 dientes y bielas de 170 mm que empujan una cadena gris claro que le dé un toque genial a la bicicleta. La cadena engrana un casete de 8 velocidades con piñones 11 al 34 y es movida por una cambio Altus de 8 velocidades Shimano.

La transmisión en su zona del plato va protegida por un protector de cadena y en su interior un soporte evita que se salga la cadena del plato.

En cuanto a los frenos va montada con frenos de disco mecánicos de la marca Teatro modelo TBD 68, son nuevos por les queda un poco de rodaje para ver su verdadera potencia, pero su funcionamiento de nuevos están bastante bien.

Vamos con las ruedas, monta unas llantas de aluminio de doble pared ETRTO 622 x 17C a los que sea equipado con unos neumáticos decathlon 700 x 32 mm y 60 TPI con protección antipinchazos y un rango de presión entre 5 y 7 bares.

Aún me falta testarlos, pero las sensaciones son buenas, tanto en carril bici como en pista dura compacta.

El sillín Road 900 es realmente cómodo y está diseñado para una posición deportiva.

De los accesorios que trae la bici, el sistema de iluminación fue lo que más me gusto. Está totalmente integrado en la bicicleta, se queda algo corto en cuanto a lúmenes, pero muy funcional si tenemos en cuenta que su funcionalidad es ir por vías urbanas iluminadas y en gran medida su función es hacernos más visibles.

Ya no tienes que estar quitando las luces para evitar que te las roben, estás aparte de estar integradas en la bicicleta, se tienen que quitar con una llave por lo que no tenemos que estar desmontando y montando constantemente el equipo de iluminación.

Las luces se encienden de forma automática según pones tus manos en la bicicleta y se apagan a los 10 segundos cuando no detectan ningún movimiento, algo que resulta realmente cómodo.

Las luces tienen un rendimiento de 5 horas y media para la trasera con una intensidad de 3 lúmenes. En cuanto a la luz delantera, tiene tres modos encendido con una potencia constante de 20 lux en modo On, entre 10 – 20 Lux en modo auto con una autonomía

Entre 5 horas y media y 12 horas, con un modo Eco de 10 lux que alargaría la luz encendida durante  12 horas. La secuencia para seleccionarlo es una pulsación Auto, la siguiente pulsación Eco y la última On.

Si te preguntas por qué el valor de la luz trasera se mide en lumen y la delantera en lux, la diferencia está en su concepto. Mientras que los lúmenes miden la cantidad de luz que emite una bombilla sin tener en cuenta la superficie que iluminan, Los luxes determinan la misma cantidad de luz que emite la bombilla, pero proyectada sobre una superficie. Por tanto, un lux equivaldría a un lumen por metro cuadrado.

Tanto en la luz trasera como en la delantera, encontraremos tres puntos luminosos que nos indicaran la capacidad de la batería. Tres puntos indica que esta entre el 60% y el 100%, dos led encendidos menos del 60% y tan solo un led menos del 30%. Lo mismo es para las dos luces y ambas se cargan por un conector micro USB.

Otro de los accesorios que vienen de serie son los guardabarros. No me disgustan, pero por desgracia el trasero tienen un pequeño problema y es que al poner la bicicleta vertical para colgarla o para simplemente meterla en el ascensor, este roza con el suelo, por lo que tiende a arañarse, enganchándose en ocasiones.

Me encanta esta bicicleta, creo que es la ideal para comenzar esta etapa de movilidad urbana. Si estás buscando algo para dejar el coche más tiempo aparcado y desplazarte en bici, espero que la valoréis como una opción económica y funcional de transporte para tus desplazamientos cortos por la ciudad.

Link para ver la bici en Decathlon

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La historia de la Maglia Nera, cuando los últimos tocaban la gloria.

Hubo una época donde el sufrimiento y el tesón por lograr la meta eran recompensados, pero con el tiempo surgió un ciclista o más bien un pequeño grupo de ciclistas que tenía como objetivo no llegar entre los primeros, participaban en el Giro de Italia para poder llegar los últimos para poder lucir con mucho orgullo lo que en su momento se llamó el maillot negro o la maglia nera. ¿Pero por qué un ciclista aspiraría a llegar el último?, la respuesta es simple, para poder ganar algo de dinero. Quédate y te cuento esta historia.

El color negro de la maglia es por un homenaje a Giuseppe Ticozzelli, unos de estos personajes curiosos que se hacen un hueco en la historia y que en este canal somos muy aficionados.

Giuseppe era un jugador de fútbol que jugaba en el Casale, equipo cuya equipación, curiosamente es negra. Nuestro personaje además de futbolista, era un apisonado del ciclismo y se plantó en la salida del Giro de Italia de 1926 (competición aún muy lejos de ser profesional) como ciclista independiente.

Se cuenta que Ticozzelli solía parar a almorzar y rara vez llegaba con menos de media hora de diferencia respecto a los últimos clasificados. Esto, si llegaba. Disputó cuatro etapas de la ronda italiana, en una de ellas consiguió estar fugado por delante del pelotón, tal y como cuenta Pastonesi. Una gesta que le valió el reconocimiento del público a su sacrificio.
Tanto fue así, que la dirección del Giro de Italia en 1946, impresionada por las andanzas de Ticozzelli, decidió honrar su figura con un nuevo premio. En honor a aquel futbolista del Casale, llevaría cada etapa un maillot de color negro, además de una cuantiosa suma de dinero para quien llegase a la última etapa en Milán con laMaglia Nera.

Para contar esta historia nos tenemos que ir a la Italia de 1946, es el año de renacimiento para toda Italia que salía destruida de una guerra.1946 fue, el año del primer Giro de Italia de la posguerra, una vuelta a Italia que atravesó la península por unas carreteras destruidas en condiciones a menudo difíciles.

El ciclismo era el deporte más seguido, no el fútbol. Demostró de una manera muy física, pero también muy popular, la voluntad italiana de recuperarse tras la destrucción de la guerra.
Las cosas volvieron a la normalidad en ese Giro, participaron muchos campeones, pero hubo dos que enardecieron a las multitudes en ese momento Gino Bartali por un lado y Fausto Coppi por el otro.

Pero en aquel Giro de Italia entre los 80 ciclistas que tomaron la salida con todas las dificultades había campeones que aspiraban a la victoria final, pero también había muchos que estaban allí para traer algo de pan a casa. Uno de ellos se llamaba Luigi Malabrocca, nuestro gran protagonista de esta historia.

Luigi no era profesional, había ganado más de 140 carreras entre aficionados. No estaba al nivel de Coppini o de Bartali, pero aun así era un ciclista que podía dar que hablar en el Giro. Bueno, si no podías aspirar a ganar la clasificación final y llevarte el dinero a casa, podías intentar ganar algunas clasificaciones intermedias como finales de etapa de montaña, ya que estos finales tenían premios. A veces en metálico y otras veces en especie cono una botella de aceite, alimentos, zapatos. En definitiva, premios que de alguna manera podrían ayudar a sacar adelante a la familia en estos momentos tan difíciles.

Malabrocca que aspiraba a estos pequeños resultados, en una etapa había parado y pinchado siendo adelantado por todos los demás ciclistas y al reemprender la marcha no había podido alcanzarlos, por esta avería se había encontrado acabando el último.
Pero el destino le tenía guardada una sorpresa, en aquella edición de 1946, el último en llegar no solo recibía un maillot especial llamado maillot negro, que se entregaba a los que en la clasificación general eran últimos y por supuesto también al final recibía premios tanto metálicos, como premios simbólicos, pero que en definitiva era lo que estaba buscando.

Cuando Malabrocca se enteró de que al llegar último había conseguido llevarse a casa más de lo que había recaudado en las primeras etapas, encontró su posición en la carrera, decidió luchar por este puesto.

Así que al día siguiente lo experimentó y trató de quedarse atrás, cuando los demás aceleraban, él reducía la velocidad, cuando el grupo parecía reducir la velocidad él se detenía completamente fingiendo un pinchazo Y dado que las carreteras estaban en mal estado los pinchazos estaban a la orden del día porque obviamente no había cámaras continuamente siguiendo a los ciclistas y así no costaba nada. La tarde siguiente consiguió llegar el último y confirmar su maillot negro.

Malabrocca había encontrado su lugar en la carrera y como él mismo dijo Si no era capaz de arrebatar el papel de líder de la carrera a Coppi, con quien era amigo, o a Gino Bartali, podía hacerse otro hueco y sin ninguna vergüenza dejo a un lado sus expectativas y sus objetivos, incluido, por supuesto, el de llegar entre los primeros para llevar a casa algo de dinero y comida, lo que en 1946 representaba sin duda una buena inversión.

Cuentan que durante el Giro de 1946 Malabrocca, último clasificado, fue el sexto hombre que más dinero ganó en premios.

Pronto los comentaristas se dieron cuenta de que estaba llegando demasiado atrás para sus posiciones clásicas y se dieron cuenta de que lo hacía a propósito, hasta el punto que en los noticiarios de la época empezaron a aparecer imágenes de él siendo increpado por sus compañeros y le empujaban hacia delante para que reiniciara la marcha.

En 1948, Malabrocca no fue invitado al Giro y no pudo ganar su premio. Ese año la maglia nera la ganó un auténtico héroe, Aldo Bini, un toscano que sufrió una caída tremenda durante las primeras etapas y se empeñó en acabar como fuera. Con una mano rota, ascendió los puertos de los Alpes a pie, empujando la bicicleta. Bini llegaba a la meta cuando el ganador de la etapa ya se comía los postres. En ocasiones, solo lo esperaban cuatro periodistas, impresionados por su tesón.

En la edición de 1949 poco antes del Giro de Italia comenzará, un equipo se encontró sin un corredor que había caído enfermo en el último minuto y decidió llamar a un no profesional llamado Sante Carolo.
Era un constructor de profesión, un ciclista de pasión. En una llamada de última hora, se le pidió que reemplazara a Fiorenzo Magni, que había sufrido una infección estomacal y no podía competir. Sin embargo, coincidencias del destino, Carolo se dio cuenta de que no podía competir con los otros ciclistas y en su lugar centró su atención en ganar la prestigiosa Maglia Nera, había surgido un rival para Malabrocca y un duelo por la lucha en los maillots tanto por la Maglia Rosa en la cabeza del pelotón, como en la cola del mismo.

Se empezaron a contar anécdotas increíbles, como que en un momento dado había sido invitado por unas personas a parar a comer y él, evidentemente, se había detenido para perder tiempo, o que incluso una vez había salido delante de todos y para que nadie le viera, en un momento dado había encontrado un seto trepando por él, en otra ocasión decidió esconderse en el tanque de agua de un granjero, cuando se le preguntó sobre lo que estaba haciendo, Malabrocca respondió «montando el giro», el granjero, asombrado, comentó ¿en mi tanque de agua?. Malabrocca pronto se convirtió en un personaje, su nombre aparecía a menudo en los periódicos y llegó un momento en que la gente le seguía, esperando su llegada en la línea de meta. Podéis pensar que es algo sencillo llegar el último, pero no es así. Tenía que calcular cuando llegaba del primero a meta y entrar el último, pero dentro del tiempo límite que da la organización y precisamente este puesto fue lo que termino con la participación de Malabrocca en el Giro.

Con el Giro sentenciado a favor de Coppi, todo el mundo seguía el duelo por la Maglia nera, como el escritor Dino Buzzatti, que cubrió esa edición del Giro como periodista dijo. “El último se convierte un poco en la bandera de todos los desheredados e infelices de esta tierra. En el último clasificado encuentra una especie de hermano”.

En la penúltima etapa se disputó una contrarreloj. Buzzatti siguió atentamente esa contrarreloj sin sentido, pues los corredores no se podían esconder y se limitaban a ir lo más lento posible. “El rubio Carollo, absolutamente tranquilo, mira hacia atrás por si vía a Malabrocca, que ha salido cuatro minutos después. Aunque Carollo se bajara de la bicicleta y caminará, no lo atraparían”, escribía un Buzzatti sorprendido por ese espectáculo grotesco.

En la última etapa Carollo era el último con un colchón de dos horas y para asombro de muchos, Malabrocca comenzó el último día rápidamente. Reclamó un premio en efectivo por ser el primero en uno de los cuatro pasos cronometrados, después de lo cual literalmente desapareció. La carrera continuó, Malabrocca todavía no se veía por ningún lado. Se había desviado a un bar, donde le invitaron a comer y beber. Un aldeano local se ofreció a mostrarle su equipo de pesca, No lo he comentado Malabrocca era de profesión pescador y como no tenía prisa se presto a ver la colección.
El Giro de 1949 sería ganado por Fausto Coppi en la parte de cabeza, Bartali en segundo lugar. Y por Sante Carolo en la cola del pelotón y no por Malabrocca, quien reclamo su codiciada Maglia Nera.
Malabrocca cruzo la meta dos horas y veinte minutos después de Carollo, pero los jueces, cansados, ya se habían ido, asignándole el mismo tiempo que al pelotón. En consecuencia, Malabrocca acabó a ocho horas del ganador, su amigo Coppi. Y Carollo, último, a diez horas. Esa fue su última experiencia en el ciclismo de élite. Luigi Malabrocca dejaría el ciclismo de carretera después del giro de 1949. Y por méritos propios, se convertiría en un campeón mundial de ciclocross, dos veces.

En 1950 la maglia nera la ganó Mario Gestri, todo un currante del pelotón conocido como il carro-botte del Giro, ya que se pasaba las etapas duras arriba y abajo, transportando bidones a Fiorenzi Magni. Gestri ganó porque acababa las etapas destrozado, sin picaresca alguna. Aunque fue más justo, vivir un Giro sin duelos de pícaros dejó un vacío entre el público, así que la organización subió el premio por quedar último en 1951.

En 1951 cuando ganó Pinarello, alias Nane. Pinarello supo perder tiempo y logró dar la vuelta de honor al lado de Magni, sin saber entonces que se trataba de la última maglia nera. Con el dinero ganado, le permitió crear una fábrica de bicicletas, pero eso ya es otra historia.

En 1952, la presión de muchos ciclistas, cansados de fantochadas y que los últimos ganasen mucho más dinero, propició el fin de la maglia nera. Curiosamente, en esa edición participo por última vez Malabrocca. Fuera de forma y sin la motivación de ganar la maglia nera, se retiró en las primeras etapas.

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¡ Subían puertos fumando!, los pioneros del ciclismo de competición.

En un tiempo muy lejano, cuando las bicicletas eran de hierro y los caminos eran polvorientos, nació una carrera que cambiaría para siempre el mundo del ciclismo. Bienvenidos al Tour de Francia.

¿Sabías que los inicios de esta prestigiosa carrera estaban impregnados de una atmósfera completamente diferente a la que conocemos hoy en día? Imaginad cómo estaba la cosa en 1935, ni siquiera se tenían muy claros los efectos negativos del tabaco y los ciclistas tenían sus propias teorías y no solo respecto a este producto. Sí, así es. En aquellos primeros años, los ciclistas del Tour de Francia tenían una relación peculiar con el tabaco y el alcohol. Por increíble que parezca, a principios del siglo XX, el tabaco se publicitaba como remedio para el asma o la tos y, en esta misma línea, los primeros corredores ciclistas, pensaban que fumarse un cigarrillo, incluso en plena ascensión a un puerto de alta montaña, les ayudaba a abrir sus pulmones. Esa es la razón por la que podemos ver a los pioneros del tour ascendiendo montañas mientras van fumando.

A diferencia de los rigurosos regímenes de entrenamiento y la dieta especializada de los ciclistas modernos, los pioneros del Tour de Francia solían hacer paradas en los bares para beber cerveza, vino o champán para hidratarse durante la carrera y, además, ir más contentos. A pesar de que algo de hidratación y de alegría sí que encontrarían en esas bebidas, ahora es evidente que no son precisamente las formas más efectivas de hidratarse. Mucho antes del glamour del ciclismo profesional moderno, los ciclistas del Tour de Francia eran una raza especial de hombres rudos. Soportarían una cantidad loca de dolor y sufrimiento, haciendo lo que fuera necesario para superarlo.

Las condiciones en las que estos ciclistas disputaban la carrera no se compararían con nada de lo que sabemos hoy. El equipo, la nutrición y la desorganización general de los primeros días son fascinantes y a veces bastante divertidos.

Echemos un vistazo a cómo solía ser el ciclismo en aquella época. Respecto a la comida, los corredores solían ingerir comidas muy pesadas como, por ejemplo, un filete para desayunar, e incluso hacer paradas durante la carrera para comer sentados en algún restaurante. Con el tiempo, los mejores corredores empezaron a reducir esas paradas y a alimentarse en carrera, reduciendo al mínimo esos retrasos, aunque las comidas eran mucho más copiosas y pesadas que hoy en día, ya que consistían en bocadillos con queso, jamón o bizcochos.

En 1903 El primer tour de Francia ganado por Maurice Garin para poder alimentarse en carrera, comió en bares y bebía de fuentes. Cornet, el ganador más joven del Tour, estaba a solo una semana de su vigésimo cumpleaños cuando ganó la carrera de 1904. Según The Science of the Tour de France: Secretos de entrenamiento de los mejores ciclistas del mundo, la ración diaria de Cornet consistía en 1,5 kilos de arroz con leche, cuatro litros de té, 11 litros de chocolate caliente y un poco de champán para colmo. En realidad, el consumo de alcohol fue bastante común durante el Tour hasta la década de 1960.

La cerveza y el champán estaban de moda, con el fin de hidratarse y hacer que el viaje fuera más divertido. Durante la etapa 17 del Tour de Francia de 1935, los ciclistas pasaron por un pequeño pueblo donde los lugareños habían puesto mesas llenas de botellas de cerveza. Mientras el pelotón se detuvo para disfrutar de los refrescos sorpresa, el ganador de la etapa, Julien Moinreau, se saltó el descanso del alcohol y logró terminar 15 minutos y 33 segundos por delante del pelotón. Aunque Moinreau nunca lo admitió, se especula que su equipo organizo la tentadora parada de cerveza de mitad de carrera y él se habían organizado su propio avituallamiento con agua más allá de la parada de cerveza. También había modificado la relación marchas de su bicicleta con un plato de 52 dientes, en lugar del habitual plato de 44 dientes, para poder mantener su velocidad cuando fuese escapado.

El atuendo estándar que se usaba en esa época eran: gafas de aviador alrededor del cuello, cámaras de repuesto sobre los hombros y una botella de cerveza para seguir adelante. Hasta la década de 1960, los ciclistas usaron sustancias como el alcohol, el éter, la estricnina, la cocaína, el cloroformo, la nitroglicerina y las anfetaminas para atenuar su dolor y reducir la sensación de fatiga de las largas e insoportables etapas de 18 horas. La distancia media de la etapa del primer Tour fue de más de 400 kilómetros: a los ciclistas se les dio tres días para recuperarse entre etapas.

No hay una fecha definida en el que los ciclistas comenzaron a usar bolsas de hombro para llevar comida, podría haber sido alrededor de la época en la que tuvo lugar la Primera Guerra Mundial. Las bolsas de hombro para ciclistas se parecen más o menos a las utilizadas por las tropas militares en las Primeras y Segunda Guerras Mundiales, El uso de las bolsas en las carreras permitió a los ciclistas llevar sus bocadillos, por lo que ya no era necesario detenerse a comer.

La pasión por la competencia y el deseo de superar los límites impulsaron a estos valientes ciclistas a recorrer kilómetros y kilómetros, sin importar los obstáculos que se interpusieran en su camino.

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MET presenta: Undyed White Limited Edition.

Si eres de los ciclistas que te gusta el minimalismo, pero también apuestas por la máxima calidad y un punto de exclusividad para destacar entre el resto de la grupeta, estas de suerte ya que MET, tiene para ofrecerte uno de sus cascos exclusivos el Undyed White Limited Edition.

Para los modelos Trenta, Manta y Rivale han sacado un modelo en un tono blanco mate, puro e inmaculado que realza las lineas aerodinámicas de estos modelos, dibujando un aura de excelencia refinada.

Lo que realmente les hace únicos a esta edición limitada Undyed White es el respaldo amarillo fluorescente que destaca sobre ese lienzo en blanco que es el casco y su carcasa negra.

Según los publicistas de MET esta conjunción de colores, la fusión del blanco sedoso con el amarillo lima fluorescente, busca simbolizar una mezcla armoniosa de tradición y modernidad. Una unión atemporal de la elegancia con la perfección de la tecnología de vanguardia.

Los tres modelos cuentan con el sistema de rotación ante impacto MIPS que aísla la carcasa exterior del sistema de retención interno. Este sistema tiene como objetivo reducir al máximo una potencial daño de conmoción cerebral en caso de impacto en una caída.

El modelo Manta MIPS es un caso orientado a los profesionales y las demandas de los ciclistas que buscan el máximo rendimiento en todos sus componentes. El casco tiene cuatro áreas de enfoque: seguridad, aerodinámica, ajuste y estilo.

El modelo Trenta, esta equipado con una almohadilla de doble gel y una luz led que se carga por USB en el cierre trasero del casco, en la zona de ajuste.

El modelo Rivale es el más económico de los tres, equipado también con las almohadillas de doble gel y el sistema Mips, es un casco que te da un gran rendimiento con una presencia agresiva en la carretera.

Te dejo una foto de los casco y los precios que podrás encontrar en su web

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Bicitren: De Cercedilla a Alcorcón pasando por la Casa de Campo.

Una parte de mí sabe que un día más solo significará aplazar la angustia. Pero otra parte de mí lo ve diferente. Nacemos en un día. Morimos en un día. Podemos cambiar en un día. Y podemos enamorarnos en un día. Todo puede pasar en un solo día.

Gayle Forman

Elegir las rutas de invierno es realmente complicado, tienes que estar, por un lado, atento al tiempo presente, temperatura, lluvias, horas de sol y por otro al tiempo pasado, cuanto ha llovido para ver por donde puedes y no puedes ir, seamos sinceros, si podemos huir del barro huiremos.

Quedo con Jorge en la estación de Chamartín y nos subimos al tren por los pelos. El recorrido hasta Cercedilla nuestro punto de salida es agradable, no vemos ciervos por el entorno del Pardo, pero el campo helado tiene su encanto. Cercedilla es  un continuo ir y venir de gente. Cuando las montañas se visten de blanco, hay una especie de peregrinaje capitalino hacia las cumbres blancas o un radio cercano a los ya completos aparcamientos del puerto. Eso se traduce en autobuses repletos y largas colas en la parada.

Dejamos Cercedilla al son del pasacalles que recorre una calle peatonal. Se agradece, ir dejando la multitud y adentrarse en el monte, hace frío pero una buena cuesta para superar el cerro de la Golondrina le pondrá remedio. La pendiente es tremenda, pero se agradece con las piernas aún frescas para entrar en calor. En lo alto del cerro podemos disfrutar una mejor panorámica de las montañas madrileñas, de la pedriza y de los embalses de Navacerrada y Manzanares Del Real. Dejamos atrás el cerro de la golondrina,  la presa de Navacerrada y Becerril para continuar nuestro descenso hacia Moralzarzal donde el destino me regala una grata sorpresa al encontrarme con Vato y Garbu, dos viejos amigos del foromtb y del grupo entreveredas que formamos.

Tras un buen rato de charla continuamos nuestra ruta por unas pistas completamente cargadas de agua, los arroyos parecen ríos y los ríos lucen caudales increíbles. Los campos teñidos de un verde espectacular dibujan un día de invierno de lujo. Este es el tipo de rutas que disfrutamos a tope con una gravel. Rutas rodadoras, sencillas, de las de hacer kilómetros, callo en el culo, que nos preparan para las grandes aventuras de primavera y verano. El cordel de fuente las liebres es la pista que nos llevará hasta el puente medieval en las cercanías de Colmenar Viejo. Una pista que tiende a bajar cuando vas sentido hacia Madrid, encajonada entre un pequeño monte y fincas de explotaciones ganaderas, nos muestra unas vistas increíbles de la Pedriza.

Dejamos atrás el puente medieval y cruzamos el río Guadarrama por un puente que ya nos avisan se puede inundar y a tenor de como baja el río Manzanares demos fe que le falta poco. Mientras subimos en busca del carril bici, Jorge sufre un brutal ataque por parte de un cachorro de labrador que le obliga a hacerle mimos y caricias, algo inhumano. Ya en el carril bici de colmenar tan solo nos queda superar el alto de Xavi Tondo, Una pequeña cima a la que los aficionados le pusieron ese nombre en homenaje al joven ciclista del Movistar team que murió en un accidente doméstico al salir a entrenar. Desde ese punto y hasta tres cantos es una agradable bajada por el carril bici. Comemos en Tres cantos, en nuestro banco preferido comida del Mercadona, tortilla de patata, una magdalena al estilo americano de chocolate, me niego a llamarla Muffin con unos capuchinos que resultan un tremendo descubrimiento.

Retomamos la ruta hacia Madrid y con los primeros kilómetros ya vemos que la tortilla no la estamos digiriendo muy bien, vamos con el estómago pesado y el carril no ayuda, ahora si tiene subida y alguna graciosa. En la pasarela blanca que cruza la carretera de Colmenar me despido dé Jorge. Me toca el aburrido recorrido de siempre que quiero llegar montado a casa desde el norte. Me pongo mi lista de canciones del blog de alakan en Spotify y se me hace mucho más amenos el recorrido hasta la casa de campo. Ya voy cansado, los kilómetros van pesando, pero me siento feliz por el día que he disfrutado sobre la bici. Me encanta llegar a casa al atardecer, con los últimos rayos de sol tiñendo de ocre el horizonte, estas rutas de invierno en las que vas poniendo en forma tu cuerpo para grandes gestas me encantan. No es una ruta espectacular, pero una gran ruta para hacer kilómetros y disfrutar de la bici en un entorno bonito, seguro y con múltiples puntos de escapatoria por si tus piernas se quedan cortas.

Ya lo dijo Séneca El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz.

Track de la ruta

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