Saltaste, caíste, miraste fallaste, supiste quien sos. Probaste en el aire vacio absoluto y caíste, no todo en tu vida depende tan solo de vos.
Fito Páez
Ha llovido durante gran parte de la noche pero la mañana nos da una tregua y parece que el día puede que nos respete la ruta en bici.
En el punte de información nos han dado un mapa con varias rutas dibujadas y balizadas sobre el terreno. Nos dice que están algo retiradas de Gol, nos recomienda ir en coche hasta un punto en donde aparcar y comenzar las rutas. Pero no mis compañeros de rutas optan por meternos un puerto cojonudo para calentar y una vez en el punto marcada ya si eso completar la ruta, no tienen remedio.
La carretera se empina y me voy dando cuenta que no voy en bici, mis piernas no tienen fuerzas y comienzo a sufrir como un perro.
El tiempo en Noruega tiene un humor raro, nos ha respetado toda la subida pero ha sido ver el comienzo de la ruta y empezar a llover débilmente, vamos calabobos de toda la vida.
Bajo el chirimiri noruego nos ponemos al tajo, la ruta esta marcada de maravilla y el paisaje a juego con la ruta promete unas vistas alucinantes, en un punto con mucha información y una caseta nos paramos para asimilar y nos libramos de un medio diluvio universal que ni el capote de san Fermín.
La ruta nos manda por unos senderos preciosos con unos lagos a juego alucinantes, comienzan a fascinarme las casas con los tejados alfombrados de hierbas y el gusto de los noruegos a vivir alejados unos de otros pero lo justo para un piti entre casa y casa por si necesitan sal. Vemos nuestras primeras ovejas noruegas, bichos raros donde los haya, su primera acción es ponerse chulas e ir hacia ti pero si continuas estas salen por patas como si no hubiese dios, tanta agua es buena para los pastos pero no para las cabezas.
Tras la ruta toca el descenso hasta el camping, por una carretera con menos desnivel y un precioso carril bici que nos aleja del tráfico, para matar a mis compañeros.
Una vez duchaditos y comidos nos vamos al pueblo en busca de unos helados para completar el día. Mientras los comemos vemos como un noruego en una de estas motosilla eléctrica de inválidos cruza la calle por el paso de peatones a todo leche, al parar frente al supermercado kiwi le mete una leche escaparate de órdago, se baja todo lucho de la silla, entra, compra un refresco y se va, lo dicho el agua afecta a las cabezas.
La tarde nos trae un par de chubascos aislados y nos regala un arco iris precioso. De vuelta al camping lavamos las bicis que tenían barro para aburrir, hacemos una colada con la lavadora secadora del camping y nos preparamos una par de pizzas de ofertas que hemos comprado en el kiwi, Terminamos el día con galletas y nocilla noruega de marca “ poesia” que es toda una delicia, y lo dijo Joaquín sabina una vez La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuginos de televisión, y eso que el no la ha probado.