“Vos y yo y la tierra celebraremos juntos el verdor de los cuerpos, el sexo de las flores, el polen de la risa y todas las estrellas que vienen confundidas en la gota de lluvia.”
Gioconda Belli
La noche fue dantesca, tan solo nos dio una tregua para cenar y la madre de todas las tormentas cayó con furia sobre nuestras tiendas a plomo. Tened en cuenta que viajamos con tiendas de campaña que aguantan 800 Mm. de lluvia y son de Alcampo coste del material 9,99 € y solo a la hora y pico de caer agua sin parar comenzaran a gatear un poco por alguna costura. Cuando nos despertamos Pantani me dice “… joder ayer tronando de la leche, lloviendo sin parar a las tantas de la madrugada y tu roncando. “ jejeje ni me entere de la segunda ronda de tormenta.
A las 9:00 de la mañana comenzamos a rodar por las calles de San Quintín, vemos el monumento a los caídos, la catedral y la plaza del ayuntamiento, la cual es una playa artificial. Salimos de San Quintín por el carril bici junto al canal y empieza a llover. Nos ponemos los chubasqueros, nuestra mejor sonrisa y a continuar rodando por pequeños pueblos que se suceden sin apenas haber distancia entre uno y otro.
Esta zona es alucinante, las flores abundan por todos los lados, farolas decoradas con cascadas de flores, como los puentes y los jardines. Entre chubasco y chubasco rodamos por estos pueblos medio fantasmas ya que no ve un alma por la calle, pero que tienen un aroma alucinante.
Por carreteras locales llegamos a noyon y la lluvia deja por un instante de caer mostrándonos un trocito de cielo, pero eran falsas esperanzas y tenemos que refugiarnos en el soportal de la catedral para secarnos un poco. Disfrutamos de la catedral y continuamos entre más lluvia.
Por fin compramos el hornillo y podremos cocinar en el camping, nuestras súper cenas de pasta comenzaran esa misma noche.
La ultima parte de la ruta transcurre por carreteras que cruzan bosques magníficos junto a ríos y canales, toda una maravilla pero ya estamos pelin jartaos de agua.
El camping donde nos alojamos es sencillo pero muy barato, además tenemos árboles donde refugiar las tiendas y que no se mojen tanto si llueve.
La anécdota del día fue que al ir a cruzar una calle nos fue imposible dado el tráfico que había, Pantani ve que ha escasos 20 metros tenemos un paso de cebra, pues bien teníais que ver nuestra cara al estar sobre el paso de cebra y el resultado el mismo que 20 metros antes, ni Dios paraba y es cuando le recuerdo a Pantani lo peligroso de esos pasos, vamos que se lo digan al Belga.