“Desde el comienzo, la vida se le aparecía como un combate triste y brutal. Se sentía incapaz de conquistar a una mujer. Un hombre así estaba condenado a ser una víctima cándida del amor, y lo fue. Se enamoraba locamente, sin cesar, y soñaba romances que al punto lo defraudaban, con la consiguiente amargura y sufrimiento. En estas alternativas de amor y de orgullosa rebeldía es donde hay que buscar el más fecundo manantial de su inspiración, hasta aquellos años en que el ardor de su naturaleza se encalma en una melancólica resignación. Desde esta sima de tristeza, exaltará a la alegría. Era la única ilusión de su vida. Dudó, y pensó, sin decidirse, durante varios años; y tantas veces como retomaba el proyecto, lo abandonaba, arrastrado sin cesar por el torbellino de sus pasiones y de sus melancolías. »

Romain Rolland escribió estas palabras en su libro Beethoven, me he topado con ellas como un reflejo que te devuelve el espejo, como un pequeño resumen de mi vida. En los últimos meses emprendí un nuevo proyecto temporal, un nuevo blog, tipo apuntes de una vida, jirones de realidad vistos con el prisma de la melancolía y una futura creación literaria, eso es transbordos, el comienzo de un libro que me gustaría terminar en el 2017.

Pero seguramente sea un proyecto que cese por el batiburrillo de pasiones que me consume a diario. El capítulo 46 de mi vida tan solo destacara por dos puntos importantes. La primera y principal haber llegado a tiempo con  mi padre al hospital con un infarto en el límite que marcan los médicos, en ocasiones la luz que ilumina mi estrella no parpadea y luce con fuerza tomando decisiones correctas.

La segunda haber completado un viejo proyecto, el recorrer el camino de Santiago por completo, un viaje que hubiese quedado inconcluso si no es por Jorge (Despistado) que tiro de mí cuando ni las ganas, ni la mecánica acompañaban para seguir pedaleando dos días más por tierras Gallegas. En lo referente a bici terminar el Maratón Bajo Tiétar fue un estímulo para afrontar un nuevo soplao donde de nuevo fracasé. Pero lo bueno es que me di cuenta de porque no lograba nunca terminar esta prueba y al ver a un participante con una sola pierna, que había completado la prueba, logre ver que me falta voluntad para terminarla, levantarme cada día y trabajar para cruzar esa meta. No
terminare nunca el soplao si en mi mochila cargo unas luces para llegar de noche, no terminare nunca una prueba si miro los tiempos de corte. Sé que seguramente habrá un año que necesite levantarme, entrenar y tachar un día en el calendario para poder verme visualizando cruzando la meta, ese año la terminare y cerrare una herida.

Los 46 no han tenido mi retiro espiritual en Francia, no todos los años puedes llamar a las puertas del cielo, pero en su lugar Dani me regalo una semana genial en Ávila, nuestro pequeño refugio para la flaca que a pesar de estar enfermo y con antibiótico pude disfrutar como nunca.

Cazorla con Jorge fue también un viaje del que guardo un grato recuerdo, la verdad es que este año ha sido muy parco en fotos, en crónicas y en historias en general, la edad se va notando y tal vez le vaya viendo la fecha de caducidad a esto. Cada fin de semana me cuesta más levantarme y las lesiones ya no perdonan. La espalda me ha tenido un mes largo sin disfrutar de la bici y arruinando un gran viaje al levante. El capítulo 46 no ha sido bueno, muchas sombras y pocas luces. Jack Kerouac escribió en su libro el camino Me gustan demasiadas cosas y me confundo y desconcierto corriendo detrás de una estrella fugaz tras otra hasta que me hundo. Yo soy así, un perseguidor de estrellas, que aún no tiene claro con que constelación quedarse, paso página y comienzo a escribir el capítulo 47.