“Cualquiera que aspire a conservar su sano juicio necesita de un lugar en el mundo en el que pueda y desee perderse.”
Carlos Ruiz Zafón (El Laberinto de los Espíritus)
Montar en bici puedes montar en cualquier lado, te subes y pedaleas. Disfrutar de la bici es una labor algo más engorrosa, más elaborada. Desde hacía meses tenía una ruta pintada, un boceto que había que llevar al lienzo, dibujarlo en la pantalla del GPS a golpe de pedal y no a golpe de ratón.
Quedo con Dani en Morata de Tajuña, este pueblo te permite aparcar en plena vía verde que cruza el pueblo como una arteria de vida, las primeras pedaladas son una vía verde sucia y algo dañada por las lluvias de hace unos días. Pronto nos bajaremos a la carretera, este tramo no es que tenga un tráfico excesivo, pero el poco que hay es selecto, tontos de pura cepa.
Luce el sol y es agradable para apaciguar el frío matutino, lo peor un continuo e incesante viento de cara sin ser un obstáculo a destacar es de una cansinería incesante. Por tramos alternamos la carretera con la vía verde, no hay nadie rodando, vamos solos recorriendo unas vegas de las que Dani es abonado pero en su parte más lejana y desconocida para él.
Dejamos la CM219 en una rotonda donde confluyen una carretera de Madrid y dos de Castilla la Mancha, nosotros continuamos por la de Castilla la Mancha por la CM2029 que comienza a sacarme los colores, necesito parar para tomarme un gel y poner súper en él deposito. Dani se queja que lo llevo al ralentí pero mis piernas no dan para más. El mini puerto o la cuesta graciosa que sube a Mondejar va paralelo a la vía verde del Tajuña que no se suele rodar, la que está sin mantenimiento. El Gel hace algo de efecto y puedo alegrar algo el ritmo, el pueblo nos saca por su parte más empinada, pero nos dejara en una carretera de cuento la GU217, donde se rueda entre campos verdes y tierras de labor, donde el asfalto te lleva al horizonte y los tractores dejan su marca de barro, donde escuchas el silencio de rodar en invierno, donde te sientes libre y disfrutas cada pedalada rebañando el momento del asfalto, en estas carreteras reinan las flacas.
Driebes es el final de la carretera mágica, Nos deja en la CM404 que se hermanara con la Madrileña M221 para adentrar nos en una montaña rusa de subidas y bajadas con el encanto de lo rural, de los pueblos pequeños y el campo adormilado arropado por el invierno.
Hasta Villarejo de Salvanés rodamos con la sonrisa de estar disfrutando de una buena ruta, Villarejo es pesado de cruzar por su cuesta cansina y por el tráfico del pueblo, en lo alto la fábrica de galletas, al principio me defraudo un poco pero cuando la dejamos atrás y el viento me trajo su aroma si disfrute de lo que para mí es una fábrica de galletas y el aroma nos trajo otra carretera de las de cinco estrellas, de las de disfrutar como un niños con una bajada increíblemente divertida y bonita, tanto que no importa penar subiendo de nuevo la bajado hasta Valdelaguna que lo dejamos por una carretera con un firme muy irregular pero con un paisaje sorprendente y un nivel de trafico casi nulo, contamos dos coches hasta Morata de Tajuña. Entramos en Morata con el regusto de una ruta gourmet, de las de estrella Michelin de las de rodar para disfrutar de bici y gozar.
Stephen Nachmanovitch dijo que Hay una vieja palabra sánscrita, «lila», que significa juego. Es más rica que nuestra palabra: significa juego divino, el juego de la creación, el plegarse y desplegarse del cosmos. «Lila» libre y profundo, es a la vez el deleite y el goce de este momento, y el juego de Dios. También significa amor. Hemos jugado y nos hemos divertido, queríamos llamar a esta ruta las vegas de luxe pero será la ruta de Lila, todo un gozo recorriéndola en el momento justo.
Tienes cosas muy interesante en este blog. Felicidades.
Desde:
http://espartanosbike.blogcindario.com/
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has pasado por mi pueblo, majete, y además ese dia estaba cogiendo aceitunas allí.
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