«La excelencia está en la diversidad y el modo de progresar es conocer y comparar las diversidades de productos, culturas y técnicas.»
Alain Ducasse
Tras una noche de fuertes tormentas, nos levantamos con todo el campamento húmedo y las piernas como palos. Es nuestro último día de la escapa a la zona cero de las montañas abulenses y queremos estirar las piernas con algo dulce que nos deje un buen recuerdo sin ser una paliza y gracias a Jaime tengo este caramelo guardado en forma de Track.
Tras el desayuno, desmontar el campamento y dejarlo todo guardado en la furgo nos ponemos a dar pedales hacia Candeleda por lo que podríamos denominar las zonas llanas. El pedaleo hacia Ramacastañas se hace algo tedioso, hace unos días este tramo se nos atraganto al final de la ruta y en sentido contrario rodando frescos tampoco está siendo una delicia precisamente. Dejemos el pueblo atrás y rodamos por una carretera de largas rectas y poco tráfico con las grandes cumbres de Gredos como telón de fondo, se trata solo de rodar, de estirar piernas y meternos en nuestro autismo interior en donde vamos rumiando el paisaje mientras lo tejemos con nuestros pensamientos a un alma confeccionada a base de pedaladas.
Candelada se ha vestido de fiesta para celebrar nuestra visita, bueno vale celebran sus fiestas patronales y llegamos justo a tiempo para ver cómo pasa el encierro y sin llegar a poner pie a tierra ver cómo nos abren las puertas del cercado para que pasemos sin dar un buen rodeo por el pueblo.
Nos toca la larga subida del día, pero esta vez es sencilla sin grandes desniveles, entre Candeleda y Poyales del Hoyo puede disfrutar de lo que seguramente sea la realización del sueño de un friki como nosotros, el Stonehenge local versión española, curioso.
En Poyales a la salida del pueblo nos tomamos un descanso disfrutando del agua helada de su fuente, nos toca subir un poco más para disfrutar luego de una bajada preciosa bajo un pinar espectacular disfrutando del puente de las Arbillas que tiene un salto de agua muy bonito. Arenas nos recibe con el bullicio típico de las zonas turísticas en fuerte contraste con la paz que se respira por sus carreteras locales llenas de cuestas, salir del pueblo nos cuesta, no solo por el tráfico que es bastante pesado y abundante sino por la gran cuesta que nos saca del pueblo hacia la parra que si ser un puerto se hace un rato pesadita. Pero todo tiene su recompensa y la otra cara de la ladera nos regala una bajada de las que nos gustan a los ciclistas con su buena inclinación y sus curvas disfrutonas que Dani no duda en disfrutar al máximo yo me hago mayor para esto.
El camping donde tenemos la furgo aparcada tan solo está a la vuelta de la esquina como aquel que dice y ponemos el punto final a una mini escapada con una buena cerveza helada que es como han de terminarse las rutas y sellar los buenos momentos vividos. Pablo Alborán dijo en una entrevista ¿Para desconectar? Deporte, deporte y más deporte… es lo único que me ayuda a desfogar. Y una buena cervecita entre amigos. Amén a eso.