Y yo respiro, y ando, y caigo, y giro y vuelvo a ver los árboles sedientos y los pájaros disparados en la embriaguez de la música del viento y estoy inmóvil y absorto y maravillado de un día más en el pecho ardiendo.
César Brañas
Como la cenicienta en versión globera a eso de las 12:00 de la noche se nos unió al grupo Despistado, la ruta por la peña montañesa nos había dejado agotados y apenas le recibimos en nuestro hogar de alquiler nos metimos en la cama para caer rendidos.
Cuando duermes a pierna suelta te levantas nuevo, bueno casi y aún que cansados tenemos que salir a montar, Despistado no se ha metido una panzada de kilómetros para nada. En nuestros planes estaba recorrer la ruta de los miradores de Ordesa saliendo desde Torla, pero se nos antojaba demasiada subida para el empacho que teníamos del día anterior por lo que optamos por una versión algo más infantil pero no por ello falta de belleza e interés bicicletero.
Aparcamos cerca del camping de San Antón, subiendo hacia Bujaruelo por carretera hasta el Puente de los Navarros. En este punto giramos a la izquierda para adentrarnos en la Garganta de los Navarros, una pista con alguna que otra subida curiosa en la que las piernas nos recuerdan que ayer montaron. Se nota que es fin de semana y han salido veraneantes hasta de debajo de las piedras y se agradece recorrer la Garganta de Bujaruelo hasta llegar el punte del mismo nombre y tan solo tener que compartir la pista con familias de niños de bici y senderistas en busca de una gran jornada de montaña como nosotros. El río Ara luce extraordinario corriendo por sus márgenes de prados verdes flanqueados a su vez por colosos pétreos que hacen de este sitio un lugar idílico. Hace un calor de mil demonios y la fuente de agua helada es un lujo que disfrutamos reponiendo la nuestra caldosa de las mochilas.
Nos toca subir hasta el Valle de Otal que a pesar de tener que subir no se nos hace tan duro cuando vemos como un grupo de niños con sus bicis de princesas Disney se ponen a ello con sus cestitas y sus cascos rosas. Esto suena a globerada de las buenas pero cuando empezamos a subir y las familias con niños comienzan a bajar la cosa pinta algo diferente. Pero aún sin desanimarnos y afrontamos una subida tendida sin mayor dificultad que mantener el equilibrio en la bici y partirte el cuello ante la asombrosa belleza que te rodea. Son de estas rutas en las que si sacas de media mas de 10 km/hora te has perdido gran parte de inmensa belleza que te rodea.
Otal es un valle mágico, precioso que desde hacia dos años soñaba cada vez que mi marco digital de casa me ponía la foto con volver y rodar su larga recta hasta el refugio.
Estemos perros, hace calor y como no es mala hora para comer aligeramos las mochilas de peso. Tras la comida decidimos visitar la cascada cercana y como el calor aprieta y la poza tiene una pinta estupenda no podemos evitar meternos Chema y yo para disfrutar de un agua gélida, pura y cristalina de las que te rejuvenecen el alma. Tras el bañito y una buena sesión de fotos disfrutamos de la bajada intentando en lazar algún sendero trialero pero sin suerte nos toca remontar lo descendido empujando la bici hasta reunirnos con Gonzalo que ha decido ir directamente a la fuente del comienzo de la pista y cruce hacia el otro valle el de Ordiso que ascendiendo lentamente paralelo a la orilla del río Arga nos conduce hasta el refugio de Ordiso en donde la pista deja paso a sendas no ciclables y la verdad sin ganas de intentarlo.
La bajada es rápida y tras babear un ratito al ver como tres hombres descienden el Arga enfundados en sus trajes de neopreno disfrutamos el sendero paralelo al río hasta el puente de Bujaruelo, que esta plagado de gente. Y en donde Despistado, Chema y servidor vivimos el gran momento en el que los valles naturales se funde con los valles esculpidos por Díos y la madre que la parió, que pechotes.
La bajada la hacemos a toda leche, adelantando a los coches ya que la pista no esta en muy buen estado, la pendiente es muy favorable y me he quedado sin freno trasero. Para regalare a Despistado un final de ruta de los de sonrisa picarona le comento, que dicen, que al otro lado del puente de los Navarros hay una senda que da a Torla y que tal vez sea muy divertida. El se baja para hacerme una foto y como soy un despiste tan solo recuerdo encontrarme a un sonriente Despistado en Torla cuando paro a recogerle con el coche. Seguramente como baja como un loco se paso el aparcamiento, que chiquillo.
Terminamos la jornada dando una vuelta por Ainsa que es un pueblo medieval que merece la pena visitar a pesar de sus cuestas. Al regresar al apartamento, miramos las opciones de ruta para el día siguiente, tenemos las fuerzas justas, Gonzalo y Chema dejan en nuestras manos la decir la ruta de todas las que nos ofrece Ainsa Zona Zero, Optamos por la ruta de los miradores con mucho miedo, Despistado no esta en su mejor momento de forma, yo con tres rutas por el pirineo comienzo a no sentir las piernas y el resto con cansancio acumulado, pero como dijo Omar Khayyam ¿Sabes lo que te puede acontecer mañana? Ten confianza, pues, de lo contrario, no dejará el infortunio de justificar tus temores. No te apegues a nada. No interrogues los libros ni a los hombres: él destino es inescrutable.
Track de la ruta