“No hay ninguna duda de que existe el más allá. Sin embargo, hay que preguntarse a qué distancia se encuentra del centro de la ciudad y hasta qué hora está abierto.”
Woody Allen
Abro los ojos sin que suene el despertador, normal me he regalado un domingo para dormir lo que me pida el cuerpo, en cuanto mi cerebro comienza a cargar el sistema operativo vida punto uno busco con al mirada la hora en la pantalla del despertador, las 8:00, no puede ser, es demasiado pronto, me siento cansado pero sin ganas de dormir. El no tener una compañera a tu lado compartiendo la cama solo tiene una ventaja, eres el feliz usuario de toda ella por lo que puedes retozar abrazado a la almohada, pero enseguida busco la ventana para ver como esta el día, algo nuboso pero sin lluvia. Pongo la tele y veo a un podólogo de vacas que va a hacer una cura de pezuñas a una de sus clientas, mientras trabaja la vaca levanta el rabo y comienza a defecar casi sobre su cara, jamás volver a decir que mi trabajo es una mierda, en algunos puedes terminar llenito de ella.
Decido apagar la tele, demasiado Gore para una hora tan temprana, me levanto y miro por la ventana, miro el termómetro, miro el barómetro y me miro al espejo, “… jodido idiota, los dos sabemos que tu y yo vamos a montar hoy en bicicleta, así que deja de mirar tonterías y sal a la calle”. No tengo nada de personalidad y por no llevarle la contraria al pesado del espejo me visto de ciclista y me pongo a dar pedales. Añoro cuando salía de mi casa de la sierra y al llegar a la presa decidía a donde ir, ahora lo tengo más complicado y lo que no quiero es encontrarme a mucha gente por lo que descarto el polvoranca y pongo rumbo al tres aguas. Cruzo Alcorcón , cuando voy metido en un carril delimitado por ambos lados sin espacio material para adelantar a una bicicleta en tan solo 200 metros están apunto de atropellarme dos veces un coche tras otro y para colmo cuando la recrimino al último que me ha rozado me dice que no me ha visto, que se ha asustado cuando “el espejo se cerraba solo” pero si soy una mole de 85 kilos con un mochilón a la espalda, como no me ha podido ver si era lo único que tenia delante. La pista que conduce al ventorro del cano hace que cambie mi odio hacia los conductores cegatos por la puñetera arena de los caminos playeros, eins con lo feliz que soy yo por las montañas. Hoy solo quiero rodar, disfrutar de mi mp3 y del concierto de marea que voy escuchando. Cruzar un polígono industrial un domingo por la mañana es toda una experiencia, Un par de camioneros lucen camisetas de tirantes desde la cabina de su camión, mientras pierden la mirada tras el humo que desprende el primer cigarrillo de la mañana, algunos coches tuneados para el amor salen de calles cortadas y pequeños descampados, dos chinos corretean con carros repletos de cajas hacia una furgoneta, la vida en la urbe nunca para, por eso me gusta cuando viajo pasar por esos pueblos pequeños en los que lo único que te encuentras es el silencio de una calle roto por el canto de algún gallo vespertino.
Hago la peligrosa rotonda bajo la M-40 que me deja en Monteprincipe, acelero un poco el ritmo, en esta urbanización no tienen sueños, ya se los han comprado todos y como los míos no están en venta no quiero corromperme el alma. Cuando accedo a los senderitos de Montegancedo suena en mi mp3 “…un reguero de luna será nuestra casa
de esta luna tan puta de pechos de plata
será el arrullar de la libertad
que tiene cogida pa ti y para mí en la goma de sus bragas..” Y no logro entender porque la libertad siempre tiene sonido de calderilla en los bolsillos, o tal vez si por eso los mejores amaneceres son los que te sorprende con un rayo de sol calentado tu cuerpo tras una noche a la intemperie y no con un tímido golpeteo de nudillos en cualquier suite de hotel de cinco estrellas en el piso 22.
Llego a una rotonda y me encuentro el cartel indicando Casa Cristo Rey, coñe muy pronto para ver al Señor, por lo que paso de puntillas frente al convento, en su puerta reza un cartel “casa de ejercicios espirituales” y yo sin los deberes hechos.
En esto que giro mi cabeza con una sonrisa cargada en la comisura de los labios y se la lanzo a una preciosa biker con la que me cruzo, va de negro riguroso, rubia con una goma sujetando su cabello, sin casco, sin gafas ni nada que perturbe uno de los rostros más bonitos que he visto en estos años, me sonríe y esta vez si creo más en Dios, se la ha caído un Ángel y esta claro al cielo se viaja en bicicleta.
Cuando cruzo el Pinar del plantío ya veo más animación en la calle, el carril bici se llena de coches de niño y de niños que dan sus primeras pedaladas, en al monte del pilar me cruzo con bikers más equipados que ruedan en grupillos o con sus hijos por las amplias pistas de este gran monte. Yo opto por los senderos de un lateral, ya se sabe que la cabra tira al monte, cuando estoy apunto de entrar un biker que me dobla en kilos me pasa veloz pera ir el en primer lugar, me pego a su rueda pero siento que me quedo sin agarre en la rueda delantera en la entrada de las curvas por lo que aflojo y le dejo irse feliz hasta que dos curvas después veo como se desparrama al intentar salir del parque, menuda leche se da el pobre pero sin consecuencias, le dejo atrás se le ve un poco afectado más en su amor propio que por el golpe, a los gordos no nos gusta que nos vean rebozados por el suelo. El Monte del Pilar me deja en el Hipercor de pozuelo paso la M-40 y esta vez si logro rodar por un parque nuevo que están arreglando en lugar de callejear llegando hasta la misma entrada de la Casa de Campo. Miro mi cuentakilometros y he tardado algo menos de 2 horas con una media de 20 km/H, ya se que no soy el hijo del viento, venga vale ni el sobrino de la brisa pero uno hace lo que puede. Entro en la casa de campo por el cerro de las Covatillas, paso por el puente de las garrapatas y termino en el cerro Garabitas, joder otra vez, hay dos lugares en el mundo en los que siempre me pierdo y nunca encuentro la salida, Ikea y la casa de campo. En fin decido parar y degustar una manjar, membrillo con nueces que porto en mi mochila. Mientras me lo como observo la fauna (con perdón) del lugar, un hombre mayor sobre los 70 sube empujando una bici de las dobles del Carrefour , frente a mi un chico regordete que va corriendo termina su serie cuando un bellezon en bicicleta se para junto a el, le indica un dato del velocímetro y le da un beso, claro ahora comprendo porque yo no corro, a mi me falta motivación.
Me termino el membrillo que será lo mas dulce que me acerque a los labios y me pongo a buscar la salida de este laberinto, no me pierdo mucho pero en cuanto veo una subida me vengo abajo, disfruto un sendero divertido pegado a una valla y leches paso al abuelo de la doble que baja delante mio, si cuando uno es descender lo es toda la vida. Cuando dejo la capita y ruedo frente a la ciudad de la imagen por la pista que me sube hasta la venta la rubia mis piernas recobran la fuerza del principo de la mañana, bajo piñones y subo a unos alegres 20 km/H, vamos me lo dicen hace cinco años cuando lo subía en plato pequeño y no me lo creo. Como me encuentro con fuerzas y ánimos me voy por la zona de cuatro vientos para ver como están las obras del puente que unirá Alcorcón con la fortuna para peatones y ciclistas, aún esta en obras pero progresa adecuadamente y además con estilo, lo están dejando de lujo, hemos esperado muchos años pero pronto lo tendremos para nuestro disfrute.
Al final como tengo hambre me voy para casa con tan solo 48 kilómetros con la aburrida sensación de que montar por Madrid no es para mí.
A ver Alakan, no me seas quejica. Intenta mirar el lado positivo. Solo por haber capturado ese par de bellas fotos (la primera y la última), ya mereció el paseo.
Ha sido un placer leerte. Saludos.
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Eres como los buenos toreros,que aunque no tengan un buen toro hacen una buena corrida.
Menuda cronica has sacado de la pobre ciudad :-).
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Javi, me pasa como a tí, cuando entro en la Casa de Campo con la bici me desoriento y siempre acabo llegando al mismo sitio sin saber como, ni con el GPS soy capaz de orientarme.
Por cierto la cronica una delicia, de lo que parecia un dia aburrido delante de la tele ha resultado toda una aventura por la urbe.
saludos
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Caramba, hoy salgo por la casa de campo con un track y me pierdo. Me alivia saber que no soy el único.
También estuve viendo el puente nuevo de la fortuna, prácticamente terminado.
La crónica muy estimulante, pero hay que tener cuidado mirando a las féminas porque te puedes comer un bordillo o irte a la cuneta… doy fe.
saludos
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