“Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades.”
Miguel de Cervantes Saavedra

Por fin hemos podido Pantani y yo visitar la famosa Ermita de Navahonda y es que llevamos desde Enero, buscando una fecha o que el tiempo fuero bueno para poder hacer la ruta.
Como aun me quedaban algunas fuerzas de la Vuelta de Hoyo, hable con Pantani y decidimos intentar completar estar ruta, así que dicho y hecho a las 9:45 puntuales con la llegada del tren salimos de la estación de cercanías del Escorial para superar o intentarlo la calzada romana, y mira que es divertido este paso y lo poco que lo hacemos ya que siempre tiramos hacia la silla de Felipe II. La calzada nos deja en Zarzalejo y ya con el track de Kike Zayas visualizado en la Pantalla, decidimos darle nuestro toque de taraos al track y quitarle asfalto a la ruta, así que nos metemos una ración de rampas y mini bajadas divertidas que nos dejaran en lo alto de Zarzalejo sin apenas haber pisado el tedioso asfalto.
Ya en la pista, sufrimos el barro pegajoso que la maquina que esta limpiando la zona ha dejado un tanto difícil de rodar, pero el paisaje es bonito una vez que sales del pinar y el tramo mejor de la ruta por disfrutar. Una vez superamos la ultima barrera del pinar, ya queda bajar hasta Robledo de chavela, el sendero es precioso y la trialera que lo acompaña más aún pero hoy no tengo mi día de bajar y estoy demasiado torpe y conservador, pero Pantani esta desatado y se baja todo con un facilidad pasmosa.
La trialera que te deja en Robledo seria la leche si no hubiese que parar tres veces para abrir y cerrar puertas, algo que termina haciéndose muy pesado.
Ya en Zarzalejo cruzamos el pueblo por dirección prohibida y me estoy temiendo lo peor, he pillado el track del revés o tirón de orejas a Kike.
Al final es solo tirón de orejas y enseguida nos metemos por la vía correcta. Tras el pueblo, una pista nos adentra en sus monte que se alza desafiante, el terreno se ve como movido recientemente y es un barro compacto que se agarra a la cubierta y no te deja avanzar con facilidad, sin contar que la pendiente es considerable. La gente nos anima a subir y una vez en lo alto disfrutamos del magnífico paisaje que esta zona siempre regala a las pupilas.
Empezamos a bajar, esperando encontrarnos un trialera súper complicada con mucha piedra, pero en su lugar hay una bajada rápida por pista, con unos tramos algo complicados, dos como mucho pero nada del otro mundo y llegamos a una puerta, entramos y buscamos la ermita, la teníamos delante y no la veíamos, vaya par de desastres.

La historia de esta ermita es muy curiosa ya que se cuenta que En el valle de Navahonda, se encontró una talla de la Virgen, que había sido ocultada por los segovianos durante años para protegerla de la invasión musulmana. En 1114, los segovianos, al averiguar su paradero, la reclamaron a los robledanos y, cuando aquellos intentaron restituir la imagen a Segovia, las caballerías que transportaban dicha talla, a mitad de camino, se negaron a continuar por intercesión de la Virgen, tras lo cual se decidió que la imagen se quedara para siempre en aquel lugar.
El lugar donde se pararon las caballerías se denomina El Humilladero.
Descansamos un poco, nos hacemos unas fotos y continuamos. El resto de la ruta es un tostón insufrible, ya que es una pista sin fin, que tiende a subir y termina dejándote en Zarzalejo estación sin más gracia, ni pena, ni gloria que el llegar petadillo, por el esfuerzo, el calor y agobio mental de tantos kilómetros por un pasillos rodeado de fincas con vacas.
Pantani decide volver a casa en bici, así que amplia la ruta hasta Mostoles y yo me hago la calzada esta vez en sentido bajada, que es más chula.
En uno de los tramos rápidos, mi rueda delantera pierde adherencia y estoy apunto de caer al suelo, pero controlo y continuo dando votes entre las piedras milenarias de estos locos romanos.
Llego a la estación y eso significa que este fin de semana de mtb toca a su fin, dentro de 5 días más y mejor.
