Cuando la ruta sale mal: Intento fallido ruta de los castillos.

Una salud demasiado espléndida es inquietante, pues su vecina, la enfermedad, está presta siempre a abatirla.

Giovanni Papini

 

Que me cueste levantarme temprano es algo que parece que con el paso de los tiempos se está convirtiendo en mi pesadilla. Me gusta ver el amanecer, pero a una parte de mí no y a diario se produce una lucha en la cama que cada vez van ganando más batallas las voces adictas a descansar y dormir. 

Esta vez un agotamiento increíble apenas ha reclutado unos cientos de voces de los miles que retumban en mi cabeza, vamos que hay ruta. Desayuno bien, pero sigo sin fuerza, agotado. Aun así decido seguir con los planes a pesar de ir media hora tarde, según mi horario militar previsto. 

Según paso por Navalcarnero me siento algo mareado, he tenido una semana con las cervicales molestándome y el oído dando algo de guerra. Dolor de edad y una posible infección que digamos, he dejado pasar como si no existieran, algo muy lógico y adulto.

Llego a Escalona y alegro de no haber intentado la ruta de 100 kilómetros por intentar terminar esta versión de 64 km y 500 metros de ascensión, algo más asequibles. Comienzo grabando la entrada del video y el castillo de Escalona para ya una vez rodando cruzar el estrecho puente sobre el Alberche de un solo sentido regulado por semáforo y en menos de un par de kilómetros comenzar a rodar por pista en perfecto estado, encajonado entre finca, granjas solares y paz.

Pronto comienzo a rodar entre olivos y campos de cultivo, el horizonte lejano, en ligero ascenso me rompe la inmensidad de los campos de Castilla hasta voy coronando pequeñas lomas. La primera con una señal del camino de Santiago que indica el camino correcto a Escalona en un cruce, hago un pequeño alto con la excusa de grabar para las redes, la verdad es que lo necesito. Un todoterreno con un matrimonio es seguido por dos Galgos, todo muy castellano hasta el momento.

Me quito el cortavientos y siento el fresquito en los brazos sudoroso, el chaleco hace su función en el pecho y voy muy a gusto disfrutando de la ruta y una gran mañana de otoño con aires de veranillo light. Cruzo el cauce seco del arroyo de Prada y la pista se torna arisca, asilvestrada, vamos llena de vegetación y con grandes agujeros que se sortean sin problema. Me cruzo con una peregrina en mitad de la inmensa llanura castellana, sí que va a tener un viaje interior para conocerse porque no hay nadie en el recorrido. Desde la lejanía vislumbro el castillo de Maqueda un puesto de vigía romano venido a más gracias a los musulmanes. En algún punto me lio con el track y no paso frente al castillo dejándolo muy a lo lejos, por lo que me toca verlo desde el otro lado de la autopista con el desagradable ruido de fondo que esta aporta.

Dejo Maqueda por carretera, al hacer los deberes ya estaba avisado que la pista desembocaba en sembrado y un campo de olivos.  Son unos pocos kilómetros y pronto sale de nuevo una perfecta pista que me subirá hacia el siguiente castillo de Caudilla. El camino va en ascenso y cada vez se va haciendo algo peor, me siento muy débil y comienzo a tener las mismas sensaciones como cuando el verano pasado me dio una bajada de azúcar o de tensión en el gimnasio, quedando  media hora sin fuerzas sentado. Para evitarlo me toco un gel y una barrita energética. Me siento más mareado y cada vez más agotado. Paro y me tomo otra barrita. Me paro a reflexionar, ver dónde estoy y lo que me queda. Me lo estoy pasando en grande y quiero seguir, pero las voces callan, esta vez no hay tumulto mi cabeza, tan solo un breve comunicado por una neurona portavoz, regresa al coche.

La hago caso y regreso a Escalona por carretera, con un arcén bien acondicionado, un rodar perfecto para mi estado, algo agradece mis cervicales. Que me pasó ni idea, un cúmulo de errores por mi parte y la certeza que no tendría que haber salido a montar hoy. Pero, por otro lado, pienso que mi quiten lo rodado. 

Sándor Marai en su libro La herencia de Eszter escribió: Uno vive la vida…Y un día se da cuenta de si ha cumplido o no con su deber. Empiezo a creer que las decisiones fatales y grandiosas que determinan nuestro destino son mucho menos conscientes de lo que pensamos con posterioridad, en los momentos de reflexión, cuando las recordamos. 

Track de la ruta.

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Acerca de alakan

Dentro de veinte años estaras mas arrepentido de las cosas que no hiciste que de las que hiciste.Asi que librate de las ataduras.Naveja lejos del puerto seguro.Atrapa las huellas del viento en tus velas.Explora.Sueña.Descubre.MARK TWAIN.
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