Lunes 2 de Marzo. El margen del aún hay tiempo empieza a ser cada vez más pequeño. Mayo está a la vuelta de esquina y es donde tengo puesto el foco de atención para algunas competiciones. El entrenamiento de ayer sorprendentemente me dejo fuerte, de moral y en general. Me sumerjo en la piscina con ganas, vuelve el dolor de hombro, necesito calentar, este viejo cuerpo necesita funcionar un rato para entrar en calor. Tengo dos series de 200 metros para calentar, 150 m variados y 50 m pies. En la serie de pies veo que la preciosa socorrista rubia se agacha para hablarme, te he puesto la calle de palas y aletas, no me podéis negar que es lo más bonito que se puede decir a un triatleta entrenando en piscina. Le doy las gracias y le digo que hoy no las he traído pensando que había mucha gente, pero que los lunes cuente con mis palas, aletas y todo mi corazón, esto último en voz en off, como en las comedias románticas.
Pruebo el pull kick, de esto haré una entrada ya que me parece interesante, pero adelanto una pasada. 4 series de 50 metros a menos de 2:00 los 100, paciencia y trabajo para ir bajando los segundos. Toca el entreno de bloque, el durillo. Se trata de dos bloques, el primero pirámide progresiva en el que nadas 50 metros en z1, 50 metros en z2 y 50 metros en z3 con 30 segundos de descanso con cuatro repeticiones. Estas series me cuestan, alargo los descansos más de la cuenta pero voy sacando los mismos tiempos por serie. El segundo bloque es igual pero invertido, primero las series duras y vas en regresión, se me hace menos pesado, saco peores tiempos ya que continuar nadando en z2 tras un z3 es duro, pero creo que es un buen entrenamiento para aprender a descansar nadando, cuando en competición necesites una pausa activa. Sigo luchando aun con mi angustia en el agua, cada menor pero latente. Termino el entreno de 1.900 metros contento, muy tarde para correr 30 minutos, necesito organizar mejor los lunes.
Martes 3 de Marzo. Toca día de fuerza, pero no la encuentro, me lo tomo como día de descanso e intentaré meter esta sesión durante la semana. Poco a poco voy aprendiendo que se necesita descansar, pero conociéndome, esta benevolencia tiene que ser muy controlada.
Miércoles 4 de Marzo. El día se me ha complicado sobremanera y a pesar que voy en coche, no llego al entrenamiento presencial. Sigo tremendamente cansado pero tengo que entrenar, aunque sea solo salir a trotar. Tarde me disfrazo de runner y salgo a recorrer mi circuito clásico. Siempre me cuesta un mundo empezar una actividad física, pero con las primeras zancadas las sensaciones son buenas, puede que fuese porque hacía mucho que no corría con música, por la temperatura agradable o simplemente correr por calles vacías en los tiempos del coronavirus. Mi ritmo es bueno, para el ritmo que me puedo permitir en este cuerpo de saldo, me matan los semáforos y los cruces en los que siempre me pillan en rojo o siempre pasa medio Alcorcón, vamos que en lugar de estar en la calle paseando van en coche.
Dos kilómetros, parque superado, comienza la bajada, un pequeño roedor me reta en una carrera que tiene pérdida con sus pequeñas patitas, aumentó el ritmo, se que en nada subirá la inclinación, mis pulsaciones y vendrá la cuesta. Me planteo hacer las series programadas, pero mi pulso, mis piernas y las miles de voces disidentes de mi cabeza se parten el culo, va ser que no, pero la intención era buena. Una vez de nuevo en la zona alta, con media hora de carrera y 5 km podría haberlo dejado, pero me encuentro a gusto corriendo y decido seguir dos kilómetros más, izquierda o derecha, el semáforo decide por mí, por la recta del polígono, se que hay 1 km hasta la última rotonda y vuelta, genial.
Sigue la tranquilidad, no hay nadie corriendo, apenas tráfico y el agradable olor a carne asada del restaurante siempre me mata, pero la felicidad dura poco. La rodilla comienza a quejarse, de nuevo dolor en la cara posterior, nivel uno llevadero y fuerzo hasta el final de la calle, el malestar aumenta, parro y arrancó un par de veces, pero decido dejarlo, vuelvo a estar sobrecargado así que toca dejarlo y volver andando a casa. Aún así contento con el entreno u mi fuerza de voluntad.
Jueves 5 de marzo. De nuevo salgo tardísimo del trabajo, el transporte público se porta y no tardo en exceso en llegar a casa. Me doy media hora para mi, para desconectar del mundo, para ver sin mirar, escuchar sin oír, encefalograma plano, sin actividad cerebral y la verdad que termino por entender el porqué mucha gente opta por este modo de vida aletargado del mundo.
Sigo con mi actitud positiva, me gusta hacer o por lo menos poner mi empeño en hacer las cosas bien y me meto 20 minutos de elíptica para romper a sudar, para continuar con mi rutina de ejercicios de fuerza con gomas, no me la vida para empezar con el TRX aún pero llegará. Al final del día chocolate.
Viernes 6 de marzo. Tengo la batería interna a modo bajo consumo, tras estudiar mi hora de inglés auto impuesta e ir a comprar, la rodilla e dice que no está para correr, me siento en el sofá y caigo dormido, cuando me despierto siento remordimientos de no haber por lo menos intentado el calentamiento, pero también se por experiencia que hoy es un día de elíptica, de recuperación activa, de darle caña a la patata sin impactos, me marco 18 km en 45 minutos y los consigo en un circuito con subida, término contento, que no feliz, para eso habría que correr.
Sábado 7 de marzo. Por alguna extraña razón mi cuerpo se despierta a las 7:00 de la mañana los sábados y me estoy viendo Homeland, uno tiene que sacar tiempo para todo de donde no hay. Nos juntamos cuatro para nadar, y a pasar que me encuentro un poco falto de aire en general, desde antes de los tiempos del coronavirus, disfruto el flow que voy logrando con mi nado, menos en una serie que me pase de revoluciones y sentí la necesidad vital de para, que mal, una vez me recupere fue de menos a más hasta sentirme rápido e ir tocando pies que por lo general se me quedaban muy lejos largo tras largo. Sentir el agua lo es todo, el apoyo, el deslizamiento, empezar a sentir algo de velocidad, termino en 2:20 los 100, muy lento aún pero con la ilusión de lograr esos 2:10 de media en abril.
Domingo 8 de marzo. Me levanto algo menos cansado que de costumbre, el cielo está raso, luce un sol magnífico y hace el fresco mañanero que siempre me ha gustado golpeando la cara cuando abres la ventana, buenos días domingo. Le escribo a Jose y hoy tiene la mañana libre para disfrutar con la bici, se apunta a salida larga, bueno media. Me fío del sol y salgo justo de ropa, donde andarán los 17 grados prometidos, vuelvo a casa a por los guantes largos y me pienso la chaqueta de invierno.
Con los primeros kilómetros en el gps y las primeras cuestas en las piernas se empieza a estar bien, pero no me sobra ni el chaleco ni el Buff. Me encanta la zona de Boadilla con sus pinares y senderos. Nos encontramos con Cymrun, al que incordiamos un poco por lo abrigado que va, tras despedirnos seguimos a buen ritmo para disfrutar los senderitos que nos dejan en pozuelo de Alarcón y de hay a la casa de campo, para bordearlo por la tapia, con sus rampas que le dejan a Jose las piernas sin gasolina.
Terminamos contentos, a mi me queda aún la incertidumbre si estoy para la ducross de dentro de dos semanas, pero eso será otro capítulo a escribir la próxima semana.
Esta semana sin haber logrado mis objetivos en su totalidad, termino contento, necesito aumentar un punto el nivel de sufrimiento sin romperme.