El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
Eleonor Roosevelt.
Demasiado tarde, pienso para mí mientras veo un carril bici con una actividad frenética en ambos sentidos. Madrugar mucho entre semana me ha convertido en un rehén de la cama el fin de semana. De alargar el cálido abrazo de la sabana ahora que la madrugada trae las mañanas frescas.
El aparcamiento de la fuente del cura no tiene muchos coches y tampoco hay ajetreo por los alrededores. Me preparo y tras cargar agua en la fuente que da nombre al paraje comienzo mi ruta ascendiendo primero por asfalto hasta y después por pista. En la barrera me cruzo con un ciclista, nos saludamos y mientras yo saco fotos él se marca unas flexiones colgado de la barrera, si yo le imito la frase seria en singular.
La pista es muy buena para rodar con la gravel, estreno neumáticos híbridos del decatlón y noto la calidad en la rodadura, la comodidad y el agarre por el taqueado.
Me encanta mi bici de gravel, la libertad que me regala al poder recorrer grandes distancias como con una de carretera pero disfrutando de la soledad y tranquilidad que momentáneamente te regala la montaña, hacia tanto que no tenía que sortear vacas en mi camino. El paisaje se va abriendo poco a poco por entre la espesura de los arboles a la par que la pista comienza a ser un poco más exigente con la trazada y la cadencia del pedaleo, un 28 se queda muy corto en este terreno. Me cruzo con unos ciclistas, cruzamos unas palabras y miran a mi pequeña con ojos lujuriosos, me preguntan que tal y me confiesan que les encantaría comprarse una, la frase lo resume todo “…esto de la bici es como un hijo tonto«.
Completo la subida y sonrió, me ha costado pero he cumplido mi reto subir la Morcuera por pista, bueno casi. Tras la barrera que pone fin a la zona gravel entramos en la zona road y con las primeras pedaladas noto el efecto velcro de los neumáticos sobre el asfalto. Cada pedalada la noto como si despegaras dos tiras de velcro, pero para mí compensa el lastre con la seguridad que en modo tierra me dan para rodar. El viento de cara muy fuerte se une a la fiesta a punto estoy de decir basta, pero este año además de kilos gane pundonor y un punto masoquista de sufrimiento que me ha faltado otros años.
En la cumbre hace una agradable temperatura otoñal, un biker decide tomarse una barrita, ponerse los manguitos y hasta rezar sus oraciones delante del cartel del lado subida. Los que esperamos que termine optamos por el otro cartel, el siguió a lo suyo cuando me fui. La bajada es rápida, divertida y fría hasta que llegando a Rascafría para mi es lenta y con calor por la subida y el chaleco.
Me toca disfrutar del valle del Lozoya de su pista excepcional, sombria y con las primeras pruebas de color para el otoño. Ruedo rapido y feliz, disfruto de un dia maravilloso de luz, de un sol agradable que me abraza calido, de abrazo que te estruja el alma porque lo necesitas. Los pueblos van pasando, repongo agua y disfruto de unas vistas y una paz alejado de la carretera con unas vistas de la sierra y embalse incribles, voy recobrando sensaciones perdidas, olvidadas en mi decadente etapa de vago de sofa.
La paz se rompe con un grupo de senderistas que como un ejército marcha ocupando la totalidad de la pista, avanzo en modo equilibrista por entre la muchedumbre que inundan de voces la paz reinante. El final del embalse me regala un viento lateral un tanto exagerado que se tornara fuerte y de cara cuando la pendiente y el rumbo encaran Canencia. Pueblo en el que relleno el bidón de agua y me tomo una barrita energética, dudo de mis fuerzas y valoro renunciar a subir por pista ya que esta si es más técnica que Morcuera y yo estoy para fiestas.
La subida por carretera la hago castigado por el viento, por el dolor de culo y por unas piernas que no son talla 28. Me animan algunos ciclistas que me pasan, la soledad de esta subida es espectacular, hago una pausa en señal que indica rampas al 10%, unos kilómetros mas adelante mi GPS me las ira presentando sin olvidarse una. Una vez coronada Canencia la felicidad es plena, esta es la versión corta de la ruta, el próximo año si las piernas acompañan la larga.
Solo queda bajar y la broma que este puerto te gasta a la mitad de su recorrido, llego a la fuente del cura feliz por una ruta espectacular y un dia que ni de encargo, bueno pagaría la versión Premium sin viento.
En el cartel del puerto de Canencia ha puesto fugitivesevilla13 una pegatina que resume en gran medida lo que pienso de las frases motivadoras y eso que por desgracia soy un asiduo Si puedes soñarlo puedes soñarlo, puedes hacerlo. O no, tampoco te flipes. Una frase genial para saber los sueños tienen unos límites físicos que hay que trabajar para lograr tus metas, por eso me encanta la frase de Laura Gallego Para eso sirven los sueños ¿No? Para enseñarnos hasta dónde podemos llegar.