Una de las frases de gatitos motivadora que me hace volver a la senda de los entrenamientos es Si el plan no funciona, cambia el plan pero no la meta. Y creo que este gatito acertó con el consejo.
Cuando trabajas a 70 km de donde vives y el transporte público para salvar el planeta y mi economía es tu modo de desplazarte, el tiempo es un bien preciado que tienes que gestionar al minuto. La semana pasada intenté entrenar al llegar a casa a las 8:30 de la noche y lo pude hacer pero con la certeza que de seguir a si lo dejaría en breve por el cansancio. Lo que me ha llevado a reorganizar mi vida, cambiar el plan.
A las 5 de la mañana Alcorcón duerme, no hay tránsito en la ciudad, comienzo un calentamiento de sesión andando regulado por el pulso a las órdenes del tirano de mi Polar M400. La temperatura es genial para hacer deporte pero no tanto para las una ducha vespertina patrocinada por el ayuntamiento y sus aspersores mal regulados. Un taxista hace guardia en la parada frente a una estación de metro con la cancela cerrando su enorme boca. Asciendo hacia el centro de mayores, primer kilómetro y el aumento de fase me permite correr dentro del rango de pulso de la sesión, me quedan 25 minutos de trote cochinero, de ligero dolor de rodillas, de pantorrilla pero extrañamente feliz poder comenzar a correr de forma continua.
Me encuentro algunos paseadores de perros y un taxista maquinero con la música a tope. La sesión va terminando y reto superado a la par que la ciudad comienza a estirarse, los garages comienzan a escupir a cuenta gotas coches de su interior y zombis con la mirada perdida acuden al punto grande de luz donde en breves minutos comenzará el servicio de metro.
Este plan me gusta ya veremos como transcurre la semana y si lo mantengo.
Feliz semana.