Cualquiera que sea el tiempo en que se nace hay que embarcarse en la aventura de ese tiempo o quedas varado hasta que te mueres, sea en el siglo que sea. Solo te conceden una vida, unos años, si los vives intensamente es como si vivieras diez vidas.
Alberto Vázquez Figueroa.
Retos, Aventuras y sueños, es de lo que se alimenta un corazón solitario. Si le suma cuatro días libres y cuando te giras por las mañanas al extender el brazo buscando a tu pareja, notas el vacío al otro lado de la cama, es mejor llenarlo con kilómetros de pedaladas y esta vez sí puede ser con una nueva “moda” como es el Gravel, unido a un viejo sueño de viajar al estilo bikepacking y le sumamos el reto de llegar a Guadalupe desde Alcorcón en pleno mes de Agosto ya tenemos la aventura aderezada.
Es mi primer viaje con Dora, mi nueva bici de Gravel una GT Grade AL, algo así como una enduroroad que la puedes meter por casi cualquier sitio. Hemos rodado poco, apenas adaptarnos el uno al otro y el amor no tardó en llegar, salir del primer banco de arena pedaleando fue como el primer beso y me decide a fugarme con ella este puente de agosto. Salimos más bien tarde para una ruta tan dura y calurosa como la que el pronóstico aventuraba pero también me quería dar el capricho de tomarme esto con calma y a mi ritmo. Pedaleo por un Alcorcón activo, deportistas huyendo del calor a primera hora, y coches cargados rumbo a descansos playeros.
Pronto dejo atrás Alcorcón y en un suspiro Móstoles para salir hacia la vía verde, por el Soto que lo rodé por última vez junto a mi sobrina Jenelle. Empiezo por carretera pero la pista es perfecta para Dora, rueda a una velocidad endiablada, la encanta la pista tanto como el asfalto y se agradece el viento matutino, alcanzo a una pareja en bici, ella luce culote muy transparente, tanto que su tanga luce como un triángulo de advertencia, espectacular. Me hago una foto en el puente de hierro, es una de las cuatro fotos simbólicas que quiero registrar en este viaje, sin contar con las que el camino me tenga deparadas.
El carril Toledano es como una autopista para Dora que rueda feliz, pero durara poco, la falta de suspensión es un suplicio por el traqueteo de las rodadas de los tractores, hasta el punto que dada la velocidad uno de los botes de agua se soltó de su alojamiento. No hizo falta moderar la velocidad, pronto la arena le puso el freno a mi carrera desenfrenada hacia el oeste. Dejo atrás el álamo, con una aroma a churros con chocolate mientras las voces de mi cabeza me aturden con un pará y otras con un sigue. Al final ganan las últimas las tristes de la cordura.
Las pistas hasta ahora tiene todo el protagonismo, alternado toda clase de terrenos y cada vez más con un mayor e incómoda cantidad de bancos de arena que voy sorteando tanto en subida como en bajada, hasta llegar al tramo entre Casarrubios del Monte y Ventas de Retamosa donde la cantidad de arena era tal que era imposible rodar, teniendo que patear una metros hasta alcanzar el paso elevado de la autovía de la Sagra.
Los caminos vuelven a retomar su dureza, voy rápido tanto en el llano como en las bajadas, tanto que en una de ellas antes de un gran bancal apunto estoy de hacer un recto hacia un viñedo. El Gravel requiere ir pillando también el punto a la bici. Las primeras flechas blancas que marcan el camino a Guadalupe son más evidentes, al igual que su icono.
En Fuensalida dejo las pistas para tomar el arcén de la carretera hasta Torrijos, el Gravel te permite estas licencias y a la entrada de Torrijos puedo hacer otra de las fotos básicas del viaje con la señal identificativa de la peregrinación. Los caminos se alternan con carreteras que aparecen de repente, Carmena con su ermita y sobre todo con su fuente a la entrada me dan una tregua a la sed y el calor insufrible.
Pistas y más arena, estaciones como la de Erustes peleada con el pueblo y en cebolla una parada para un bocata con una Coca-Cola helada que me dio la vida. Desde Cebolla hay pistas para rodar, pero el calor, mi culo y la eminente entrada en reserva me aconsejan ir por carretera, esta vez las voces de mi cabeza tienen consenso.
Cruzar talavera es agradable por su carril bici, por su sombra y por la fuente que te la vida tras cruzar el desierto de la CM4000. Hago una vago intento por ir a Calera y chozas por camino, pero el tramo que intento es incómodo para mis piernas y culo, opto por la carretera paralela hasta Calera y Chozas, donde descubro que tantos años haciendo la Vía verde de la Jara y resulta que tiene una salida oficial, Upss.
Antes de ir al Hostal, asalto el chino, la bebida helada me dan las fuerzas justas para recorrer los 250 metros que marca el GPS me faltan para el hostal, bueno eso y que lo veo claro.
Como reto y no ha estado mal, me lo he pasado genial y por momentos el camino tenía su puntillo. Si lo volvería recorrer, creo que no, yo ya lo tengo en strava y para mí serán tiempos definitivos. Pero recuerdo la frase de Banana Yoshimoto Hasta ahora, yo pensaba que todo esto me había ocurrido porque me había equivocado en algo. Pero ahora me doy cuenta de que mi felicidad depende de todo lo que siempre me ha rodeado, pase lo que pase siempre será así, y por eso quiero regresar y empezar de nuevo , y quien sabe siempre hay un nuevo comienzo para una nueva aventura.
Interesante camino.
Seguiré tus crónicas que siempre me gustan! 😉
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