El mar también elige puertos donde reír como los marineros. El mar de los que son. El mar también elige puertos donde morir. Como los marineros. El mar de los que fueron.
Miguel Hernández
Este año Despistado nos ha regalado otro fin de semana maravilloso por Denia. Las primeras horas de la mañana en invierno son frescas, tras un buen desayuno ponemos a punto nuestras máquinas de rodar mientras el mar suena de fondo. Rodamos hacia el interior, buscamos rodear el Montgo en busca de las playas de Xábia para ello dirigimos nuestras rodadas hasta Gata de Gorgos en plan calentamiento, rodar tranquilos hasta que una vez pasado este pueblo lo bonito de la ruta comienza a materializarse. Primero disfrutamos de una senda divertida que es aprendiz de trialera con algunos pasos divertidos, giros y saltos que Chema quiere probar con poca fortuna estrenando su nueva bici en lo que podemos denominar bajar de emergencia por la puerta delantera, revolcón sin consecuencias. Tras el mini bike park Globero voy expectante, es la primera vez que hago este recorrido con la de 29 nos toca recorrer el cauce de un río llenito de piedras cabeza de niño, algunos bien cabezones y ver cómo se comporta El Paso de rueda, resulta genial y el mayor tamaño de rueda permite rodar no sin dejarte los riñones y con algo de pericia, pero es toda una experiencia.
Las subidas nos esperan, y en esta zona no son muy largas, pero como el mal vino son cabezonas, rudas y muy pendientes, de ahí el nombre urbanización la colina la cual conquistamos a golpe de riñón y molinillo para terminar empujando la bici por una senda que hace años era maravillosa bajo un pinar y ahora la tierra desnuda y los árboles quemados sin aún fieles testigos de la tragedia de hace unos años. Pero sabemos que una vez alcanzada la cumbre queda la bajada al mar a y a cala espectacular por una senda que hace años fue el dulce de la ruta. Pero ahora el incendió, la erosión y falta de practica en la bici de montaña me pasan factura paseando todo el recorrido junto a mí fiel compañera. Lo que no ha cambiado es la cala Granadella un lugar maravilloso para relajarse un rato, tomar una barrita y mirar al mar, ver cómo unos pescadores sacan un pulpo y no perder ojo a la familia que junto a ti tiran piedras al mar con estilo poco ortodoxo y con gran riesgo para el resto.
Salir de una cala siempre cuesta, y de esta cuesta un peli pero el sufrimiento se va compensando a partes iguales con las vistas de la cala desde la altura.
Pequeña visita al mirador cabo la Nao y continuamos el sube baja hasta a una gran bajada que no está digamos aconsejada para las bicis y que nos dejara en otra bella y espectacular cala de las Barracas frente a la isla de portichol toda una preciosidad que merece el esfuerzo de la tremenda subida para alcanzar de nuevo la carretera y llegar a Xàbia donde comemos frente al mar y deleitándonos con una bella surfista que posa junto a otros dos guiris para una foto de recuerdo.
Tras la comida nos queda la última subida, dura, muy cansina que comienza a pasar factura al grupo, al principio es por calles de una urbanización, para terminar rodando por una pista al abrigo de pinares realmente gozosa. El esfuerzo de la subida tiene una recompensa, un caramelo que disfrutamos con dos autóctonos, la trialera del pueblo fantasma. Trialera en la que comienzo bajando con precaución y termino casi coreando el lema » frenar de cobardes es» con un flow increíble manteniendo durante mucho tiempo la rueda de la doble de Chema frente a mí. Hacía mucho que no tenía un orgasmo con la bici de MTB.
Dejamos atrás Denia y por la vía verde regresamos al apartamento con el atardecer despidiendo un gran día como Lucky Luke cabalgando hacia un atardecer infinito. O como lo definió Albert Einstein Vemos la luz del atardecer anaranjada y violeta porque llega demasiado cansada de luchar contra el espacio y el tiempo.