La brisa buena sopló, la espuma blanca voló, el surco seguía libre detrás; éramos lo primero que alguna vez irrumpía dentro de ese mar silencioso.
Samuel Taylor Coleridge
Dormir cerca del mar siempre es una gozada y despertarse sintiendo las olas cerca de ti encogido en el calor del saco es una experiencia increíble. El invierno es duro para la vida al aire libre pero toda una gozada que merece la pena experimentar. El camping de costa ballena es muy bonito, bien decorado con las parcelas de arena de playa, algo incómodo para muchos días pero divertido y curioso cuando la arena de la playa la sientes en tus pies cada varios años.
Nos hacemos el desayuno en nuestro hornillo y tras recoger todo nos ponemos en marcha. En esta segunda jornada hemos decidido regresar a Sanlúcar por Chipiona, recorriendo los carriles bici de costa Ballena y disfrutando de la paz de la temporada baja, en donde apenas te cruzas con corredores y paseadores de perros enfundados en bufandas y gruesos abrigos. Si esta gente sube a la meseta se muere de frío.
Una vez en Sanlúcar compramos el pan para comer y un dulce para digerir el sablazo que nos van a meter en breve. Nos dirigimos a coger la barcaza y vemos tras subir las bicis abordo vemos los precios 15 euros por persona por cruzar el río. El capitán es la antitesis del mítico Sparrow a pesar de que se dediquen al mismo oficio y una vez que le pagamos nos ponemos en marcha y en apenas 5 minutos la barcaza despliega su proa para desembarcar a lo marine en las playas vírgenes de Doñana.
Las primeras sensaciones son increíbles, rodar por la arena compacta de la bajamar es como ir por una pista dura, se rueda de lujo sin mayor problema y a casi 20 km/h una pasada. En los primeros kilómetros tenemos la compañía de unos pescadores en la orilla pero en apenas cuatro minutos estamos solos, ante nosotros 30 kilómetros de playa virgen, de arena compacta y dura junto a un mar que en retirada aún pronto empezara a tomar posesión de sus terrenos. Nos sentimos felices, tan solo escuchamos el mar, las aves marinas comiendo en la orilla y nuestros neumáticos rompiendo la infinidad de conchas vacías que pueblan la orilla. A lo lejos nada, el horizonte por el momento, el azul infinito del cielo y el mar.
Tras dos horas de viaje el cansancio comienza a aparecer, la huella en la arena es algo más profunda y nuestras pesadas bicicletas con el equipaje comienzan a lastrar lo suyo. El mar ha comenzado regresar a la costa y vamos buscando la orilla, la arena húmeda y dura. Las estampas de la bici rodando sobre la arena húmeda son increíbles. Despistado me hace ver que le apetece un descanso y se tira sobre la arena, nos tomamos un respiro mientras en la lejanía podemos ver ya nuestro objetivo, Matalascañas.
Tras tres horas recorriendo la playa, estoy de arena hasta la coronilla, odio la arena de playa, cada vez tenemos que ir más sobre la arena suelta y nos vemos obligados a arrastrar las bicis por la orilla. Queríamos seguir rodando por la orilla pero nuestro cupo de arena y playa esta copado hasta dentro de unos cuantos años por mi parte. Salir de la playa me costo mas que el cargar con la bici por las cimas de las montañas, los últimos metros fueron agónicos y rodar por asfalto fue como encontrar el santo grial del mtb.
En Matalascañas y tras un súbete un cuestón para volver a bajarlo por el otro lado de la barandilla y carga con la bici por unas escaleras por idiota decidimos comer en el paseo marítimo y limpiar las bicis de agua de mar y arena.
De Matalascañas salimos por carretera en la frontera que delimita el parque Nacional del parque natural. En esta carretera suelen morir algunos linces al año atropellados. Jorge y yo somos unos incultos ecologistas pero no vemos nada claro las salidas que el parque nacional ofrece a los linces para que salgan de su zona protegida, pero esta claro si están será por alguna razón muy lógico que no logramos entender o para que otro tipo de animales pueden salir y entrar del parque.
Al fin y tras un buen rato largo de carretera pedemos ver la aldea del rocío con su marisma, es la primera vez que estoy en esta zona y quedo maravillado por la estampa y por la señal de camping. Es como si la virgen obrase el milagro del día, ninguno de los dos sabía que en el rocío había un camping y pensábamos ir a uno que estaba a 30 kilómetros cuando apenas nos quedaban fuerzas y dos horas de luz.
Decidimos ir directamente al camping, montar las tiendas y disfrutar del rocío sin las alforjas y no puedo ser la mejor ocurrencia posible ya que el rocío no tiene calle asfaltada y es todo odiosa arena profunda de Playa sobre la que es imposible rodar y más en este puente que esta hasta los topes de gente. Es como una aldea sin ley en el que los caballos y los caches a caballo te pasan al galope al lado, los coches normales circulan a velocidades de vértigo y todos con algo en común, con una mano manejan la montura o el volante y con la otra sujetan un cubata. Decidimos por nuestra seguridad buscar las orillas de las calles y refugiarnos primero en la ermita donde visitamos a la Virgen y después en el paseo de la marisma donde disfrutamos de una atardecer precioso.
Con las últimas luces del día regresamos al camping en donde tras una ducha muy merecida y un paseo por el camping en busca de bebida nos preparamos la cena nos metemos de nuevo al saco que hace un frío que pela la jornada ha sido dura, muy dura pero inolvidable.
Sivina Ocampo dijo El recuerdo conserva una antigua retórica, se eleva como un árbol o una columna dórica, habitualmente duerme dentro de nuestros sueños y somos en secreto sus exclusivos dueños. Me alegra haber compartido con Jorge la experiencia de las primeras horas de rodar por la esencia de una verdadera ruta salvaje y sentir la libertad, el poder rodar hasta el infinito y más allá.
Track de la ruta
Después de seguir tu blog hace más de un año, me da pena saber que has pasado por mi casa y no me he enterado. Me hubiera gustado saludaros. Änimo, entre la bici y tu prosa, nos transmites buen rollo a los que te leemos. Gracias por hacernos vivir aventuras que habríamos deseado hacer en persona. Espero que te lleves buen recuerdo de este rincón olvidado del mundo y tan bello.
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