“Cada experiencia lleva en sí misma su lección.”
Frank Herbert
Me levanto muerto, tengo las piernas como palos y el día no acompaña. Las nubes lo cobren todo y caen ligeras gotas pero Jaime sonría, habrá que montar no?
Desayunamos, recogemos la casa y tras guardar todos los bártulos cargamos las bicis en el coche en busca de cielos abiertos que nos permitan rodar camino de Madrid en nuestro viaje de vuelta. Pronto las nubes comienzan a dispersarse y el azul del cielo acompañado de una temperatura agradablemente otoñal comienza a sonreírnos invitándonos a parar y rodar un poco, unos kilómetros tranquilo para estirar piernas y terminar de rodar un puente que nos ha salido redondo.
Aparcamos en San Esteban de Gormaz y pronto nos ponemos a rodar por una carretera de estas terciarias sin tráfico que son una gozada para disfrutar de la flaca. Me siento agotado, con pocas fuerzas y fuelle para una ruta pero estamos para disfrutar y rodar un rato, la ruta no tiene grandes paisajes, salvo el magnifico castillo de Gormaz que domina toda la llanura desde su atalaya y que Jaime no puede resistirse a coronar mientras yo me dejo caer por una agradable bajada hasta Recuerda en donde me paso el desvío y tomo el camino del Duero pero en sentido contrario hasta que me doy cuenta y vuelta a tras para enlazar con el Track en el pueblo y esperar la llegada de Jaime.
La zona de recuerda con el Duero a un lado es bonita, la carretera se empeña en subir una loma, una joven de la localidad que ha salido a dar una vuelta con su bici hibrida charla con un joven que desde la furgoneta la hace ojito. Pasamos Villanueva de Gormaz y el paisaje se encajona, comienza a tener su encanto, una mujer arrastra un carro cargado de cosas a modo síndrome de Diógenes camina por mitad de una carretera solitaria junto a dos pequeños perros que salen a saludarnos y nos cuesta no atropellarlos. Al llegar a Fresno de Caracena un gran cartel nos anuncia “ Travesía muy peligrosa” y a la que me río por la exageración del anuncio a punto estoy de irme al suelo al pillar gran cantidad de tierra en la curva que tomamos para descojone de Jaime que me recuerda lo peligroso de la travesía, que por algo esta anunciado. Pero este pueblo lo recordaremos como el pueblo en el que se termina la carretera y no podemos continuar con el Track que teníamos ya que de asfalto se torna a pista en perfectas condiciones pero que no nos motiva para ir con las flacas, mi choni es poligonera pero muy señorita para los caminos.
Decidimos volver al coche y dar por concluida nuestra ruta estira piernas y la vuelta nos sorprende con una carretera en perfecto estado, vamos casi a estrenar y un paisaje de monte bajo espectacular para terminar cruzando el Duero con el otoño como protagonista en su ribera. Como se me ha roto la tarjeta de la cámara sacamos unas fotos con el teléfono las únicas para ilustrar esta crónica y completamos nuestro circulo rodando por un gran recta flanqueada por un mar de invernaderos que no nos quedo muy claro lo que cultivaban. Al final terminamos entre risas llegando al pueblo, yo ya con la reserva en mis piernas y feliz por el gran puente que hemos disfrutado y la verdad es que lo necesitaba.
Nos cambiamos y nos metemos para el cuerpo un bocadillo de salchichas con patatas fritas de bolsa y chorizo frito que habíamos preparado por la mañana, que para algo nos hemos puesto a quemar calorías esta mañana.
Esta no es una gran ruta pero vale como escusa para dar unas pedaladas, sentir el viento, el sol y hacer realidad el dicho de Rousseau Es verdaderamente libre aquel que desea solamente lo que es capaz de realizar y que hace lo que le agrada. Que le vamos a hacer nos gusta montar en bicicleta.
Track de la ruta.
(Perdón por las fotos pero fallo la cámara)