La belleza de un paisaje en el momento cuando nadie lo ve, absolutamente nadie…Ver un paisaje tal cual es cuando no estoy en él. Cuando estoy en algún lugar, enturbio el silencio del cielo y de la tierra con mi respiración y el latir de mi corazón.
Simone Weil
Al final mi viejo compañero de aventuras JJ también ha reflexionado lo suficiente como para terminar comprándose una bici de carretera. Los dos somos de montaña, de disfrutar de la naturaleza pero nos gusta rodar y pedalear largas distancias. La única de forma poder aunar ambas pasiones es buscar carreteras tranquilas en las que poder disfrutar del entorno mientras nuestras escasas fuerzas nos permitan hacer dos cosas al mismo tiempo, que para eso somos hombres.
Desde hacia una año, una ruta me venía dando vueltas en la cabeza y no encontraba el momento para rodarla, aprovechando que me había recuperado de la picadura en el tobillo y que eran mis últimos días de vacaciones JJ consumió uno de los suyos y nos acercamos hasta Sacedón para hacer realidad esta ruta tan deseada.
El día es fabuloso, el azul cielo nos rodea por todas partes ya que el embalse luce el mismo color, los barcos anclados rodeados de montes dejan una estampa curiosa mientras pedaleamos unas rampas que nos hacen ganar altura y alcanzar el dique de la presa. Unas obras de mantenimiento en los túneles no nos permiten hacer la ruta como la teníamos pensada y nos liamos un poco, pero una vez encontrada la carretera pintoresca comenzamos a disfrutar pedaladas de libertad, el placer de poder disfrutar una carretera sin ruidos, humos, pitidos en una gozada, un placer prohibido que en rincones de la alcarria aún puedes encontrar. La carretera va ganando altura poco a poco, en los últimos meses JJ ha ido a mas en la bici y yo a menos, me va dejando atrás a medida que la subida va ganando algo de pendiente, apenas me doy cuenta ya que mi vista va perdida en el embalse, en sus aguas azuladas con zonas de verde turquesa, en calas maravillosas que me gustaría recorrer con una piragua. A medida que vamos ganando altura el embalse nos deja ver su grandeza, su silueta abrazando montículos que lo desafían formando estrechos maravillosos y todo ello en un calma absoluta.
Esta preciosa carretera pintoresca que sale del dique del Embalse de Entrepeñas nos deja en Alocén, un pueblo con unas vistas impresionantes a lo mejor del embalse y lugar donde hacemos una paradita para alimentar nuestros ojos tranquilamente con un paisaje increíble y alguna barrita.
Por un momento dejamos atrás el embalse, la vistas de las chimeneas de la central nuclear de Trillo y las Tetas de Viana, dos montes gemelos de los que un dicho de Trillo dice Tetas de Viana, muchos las ven pero pocos las maman y que las descubrí gracias a Camilo José Cela al citarlas en su viaje a la Alcarria novela de la que soy un apasionado.
La carretera que nos dejara en Budía es una gozada, de un rodar fácil rodeados de campos de cultivo te permite disfrutar del aroma de otros tiempos, en donde las estaciones marcan el tempo de la vida.
Budía nos regala una bajada frenética y muy divertida por una entorno precioso hasta Durón en donde nos encontraremos de nuevo con el embalse de Entrepeñas el cual cruzaremos para cambiar de orilla por el Puente de Pareja. Un mojón al pie de la carretera nos recuerda que Don Camilo Durmió en ese lugar y esta narrado en el libro “… en el cruce que lleva a Chillaron del Rey, el viajero desdobla su manta y se echa a dormir al borde de la carretera, al pie de un espino.” La N-204 muy poco transitada por lo que pudimos ver nos deja frente a la laguna de Pareja, un lugar muy cuidado, bien acondicionado que es una delicia y bien merece una parada en la ruta para disfrutar de este remanso del embalse.
De nuestra ruta tan solo nos queda regresar por los toboganes que hace la carretera hasta Sacedón mientras comentamos las horrorosas construcciones que a modo de urbanizaciones pueblan el embalse. La ruta se nos ha quedado un poco corta y tengo que estudiar como sacarle algo más de jugo regresan por el monasterio de Monsalud. Terminamos nuestra ruta comiendo en Sacedón antes de ir a dar una vuelta por la ruta de las caras que pilla cerca, que ya lo dijo Don Camilo en una de sus coplillas de viaje a la alcarria,
Por la Entrepeñas se marcha
— sangre de alacrán— el sol.
Yo no dan a la pelota
los mozos de Sacedón.
El viajero entra en el pueblo
casi, casi, de rondón.
Tiene hambre y lo que busca
va a toparlo en el mesón:
una botella de vino
y unas magras de lechón.
Track de la ruta.