No hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo. Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo.

Truman Capote

La picadura de la avispa me esta dando una poco de tregua, imagino que 24 horas como siempre antes de comenzar a hincharse y tener que reposar dos o tres días.

El día es maravilloso, tengo ganas de bici y fuerza para disfrutar de una ruta que llevo queriendo rodar desde hace muchos años, casi tantos como llevo en el mundo del mtb, cuando me dediqué a leer cientos de crónicas de viajes a lomos de una bicicleta y en todas las transpirenaicas hablaban de una pista prohibida maravillosa, con un paisaje asombroso, la pista de la Cutas.

La tarde anterior había hablado una buen rato con el hombre del camping que nos bajo en furgoneta a Torla para tomar el autobús a Ordesa, le había comentado mi intención de subir a ver la pista de las cutas desde Torla y me dijo que si la quería disfrutar me fuese en bici hasta Nerín y la tomase desde el pueblo, un consejo hacer caso siempre a la gente del lugar que son los que mejor saben como disfrutar de su entorno.

Me dejo caer hasta Torla desde el camping por la carretera hasta el final del aparcamiento del centro de interpretación. Ya con los primeros metros mi rostro se llena de felicidad al disfrutar de una bajada de culo atrás, muy atrás ya que la pendiente es brutal, hasta llegar casi a lo orilla de Río Ara por un camino rural maravilloso en donde me cruzo con un hombre altísimo que en sentido contrario subía empujando la bici. Este tramo que une Torla Con Broto es una maravilla, Tiene zonas pedregosas y algunas demasiado intensas para mi rígida pero que disfruto al máximo dentro de lo que la prudencia de viajar solo marca a mi sentido común, queda mucha ruta para disfrutar como para tener una caída.

Con una sonrisa idiota, de esas que se te quedan cuando piensan que vas a rodar muchos kilómetros de carretera y terminas disfrutando un tramo increíble por un lugar paradisiaco. Afronto el asalto que me toca hasta Sarvisé donde abandono la concurrida N-260 para disfrutar de la tranquilidad de la carretera que me conduce a Falo por una valle precioso que en continuo ascenso comienza a dejarme disfrutar de los picos de las cumbres que lo flanquea. Una vez en Falo toca Bajar pero es tan espectacular la carretera que ya sueño con volver con mi choni, mi flaca carretera y recorrerla entera. El descenso es corto y pronto me encuentro con el desvío de Nerín en donde la carretera se torna pista blanquecina en perfecto estado, en perfecta inclinación y con todas las cartas sobre las mesa, tu estas aquí y tienes que llegar al quinto pinto, nunca mejor dicho arribota de la pista donde una línea dibuja por donde vas a alegrar la vista a unos ojillos ansiosos de disfrutar el valle de Ordesa desde lo más alto, sin sorpresas, solo queda pedalear.

Pasar por la barrera que cierra la pista al tráfico rodado a vehículos no autorizados para muchos será cruzar una puerta más, pero no. Es un hito, un monumento a una batalla ganada por amantes de la bicicleta que nos la han regalado para poder disfrutarla en libertad, consiguiendo quitar la prohibición de su transito para nuestras dos ruedas.

La subida es tediosa, larga, eterna donde el fin lo ves pero muy lejos. En mitad de subida una fuente te alivia con agua helada de montaña, es un respiro, tomar aire porque con un poco más de esfuerzo comienzas a divisar las preciosas cumbres mágicas que forman el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. Una vez en el cuello Arenas la pista se torna en un falso llano, pero da igual, el paisaje es sobrecogedor, es rodar por un sueño, es ver como se pueden ver cumplidos tus deseos con esfuerzo y fe en poder conseguirlo. El primer mirador me regala el valle de Ordesa en todo su esplendor, estoy alucinando y disfrutando como un niño el día de reyes, no me puedo ni imaginar lo que puede suponer este tramo al recorrer la transpirenaica. Decido almorzar en el segundo mirador y me encuentro al hombre que vi empujando la bici a primera hora de la mañana llegando a Torla, no me puedo creer todo lo que ha tardado y cerca del tercer mirador para mi, primero para los que suben de Torla me encuentro con otro biker que ha subido desde Torla, me pregunta lo que queda para el mirador, le noto desesperado y agotado por la paliza que lleva encima y le animo, no queda mucho. Charlamos un rato y resulta que los dos hemos salido a la misma hora de Torla, a mi me queda solo disfrutar del orgasmo que supone la bajada y el se rendirá en el segundo mirador sin llegar al tercero que es de los más bonitos. Sin lugar a dudas los track están geniales pero siempre hay que preguntar a la gente del lugar para valorar como hacer las rutas.

Nos despedimos y ya me avisa que la bajada es una locura, que la ha pateado casi entera y tiene pinta de ser un disfrute brutal.

Visito el tercer mirador y me lanzo a un descenso vertiginoso, alucinante que te obliga a dar lo mejor de ti y de vez en cuando descansar las manos, los brazos y disfrutar de un entorno alucinante, de la ermita y de la charla de uno de los guías que suben a los turistas en todoterreno.

Termino mi descenso y ya sabia de la rampa brutal para salir del río, pero da igual esta ruta te regala mucho más que todo el esfuerzo invertido en recorrerla, es una maravilla que todo buen amante de la bici de montaña tendría que disfrutar con su bicicleta una vez en la vida.

Que razón tenia John Dewey cuando decía  Buscar lo que uno está preparado para hacer y encontrar una oportunidad para hacerlo, es la clave de la felicidad. Soy tremendamente feliz.

Track de la ruta