Buscar la felicidad es maravilloso, encontrarla es atroz. Nos cuesta mucho aceptar esto. Nos cuesta mucho aceptar que las metas son un invento. Si le ponemos un ascensor a la montaña ningún alpinista lo utilizaría, porque el «hacer cumbre» para él no es más que un pretexto en su desafío de escalador. Esto se aplica en todas las cosas de la vida.

Dalmiro Sáenz

Todos los años para ver como me encuentro suelo hacer una ruta clásica por la sierra madrileña, una ruta además bonita con una de las mejores bajadas de la sierra. Se trata de la tres valles toda una clásica que por su dureza te permite evaluarte con años anteriores. En mi caso es sencillo, basta con buscar las crónicas pasadas y hay de todo, pero lo cierto es que la última vez me costo y jure venganza, por eso no he querido volver hasta tener la certeza de poder hacerle frente a una ruta que se me atraganta.

Esta ruta es en diferido, siento la coña, justo una semana antes del Soplao, ahora se que fue una mala idea.

Salir del coche de corte y ver a uno de Bilbao que ejerce con chaqueta de invierno puesta te hace replantearte si tienen bien el termostato interno de temperatura, hace fresco pero no es para tanto, además así uno se anima a dar pedales y entrar en calor pronto. JJ no lo ve claro y sigue con su chaqueta pero en el primer kilómetro ya me dice, hoy no eres el del fin de semana pasado, hoy me petas. Con las primeras cuestas me encuentro suelto, el terreno es el idóneo para mí, terreno duro, pero corto algo técnico, piedras, raíces y sendas que me hacen disfrutar y degustar ese recuerdo a infancia cuando correr en este país era cosa de delincuentes y tan solo cuatro nos recorríamos este circuito de la parte trasera de Becerril en las tardes de verano. JJ refunfuña, el dice que no, pero refunfuña. No conocía esta parte del circuito y le ha gustado a pesar de estar costándole estos primeros kilómetros, me mira y me dice, hoy me petas.

Subimos hasta la presa de Navacerrada y la disfrutamos por la orilla que me gusta a mí, la divertida y preciosa con la que te encuentras frente a frente con la maliciosa y el entorno es una paisaje idílico que siempre llevaré guardado en mi retina, por más veces que lo recorra siempre disfruta como la primera vez. Dudo si ampliar un poco la ruta quitando dos kilómetros de carretera pero creo que la ruta ya tiene lo suyo como ponerle más adornos y estos kilómetros por un carril ancho de subida no se hacen tan mal.

Disfrutamos los senderos de la fonda de cercedilla y subida hacia las Dehesas, la de tiempo que hacía que no recorría este camino cuando era un clásico de mis domingos serranos. La Fuenfría esta repleta, el día es bueno y promete pero sabemos la gente suele durar poco, hacemos nuestro primer descanso y tras una barrita nos ponemos de nuevo en marcha para seguir la estela de tres novatillos en esto del mtb que están flipando con la montaña y esto del MTB, como cambia la bici cuando uno deja el carril.

Mientras subimos un senderista le dice a su novia, pues mira subir no parece tan duro, lo mismo hincho las ruedas a la bici y me vengo el próximo fin de semana, la carcajada de la novia y los amigos dieron la razón a mis pensamientos.

Subimos a nuestro ritmo, JJ en subidas largas me supera, no tengo ritmo de subida y se que es mi asignatura pendiente de Marzo, las series, las aburridas series que no he realizado.  Corona la Fuenfría metiendo caña a su plato mediano, grande, he tenido que corregir para ser fiel a la verdad, me gusta cuando es feliz y se siente fuerte, con ganas de disfrutar de la bici. Pero ahora me toca a mí, toca bajar el carril del gallo pero teniendo el Soplao a una semana no me arriesgo ni un pelo a nada. En la fuente de la Fuenfría charlamos un rato con una biker muy simpática y fuerte de las pedales, ella ha recorrido muchas de ellas, casi le pregunto por si ha visto a mi ninfa, estoy seguro que mi cari esta por una de esas montañas recorriendo sendas, bajando trialeras, bañándose en ibones desnuda y que una noche de verano, o de primavera, o de otoño, nos sentaremos juntos bajo la cúpula celestial engalanada de estrellas y ese será el momento en el que se escriba una de las más grandes historias de amor jamás contadas. Nota mental, dejar una temporada de ver comedias románticas.

Tras despedirnos de la biker aventurera comenzamos la bajada, divertida, disfrutona y con una belleza increíble, ya no solo por el intenso verde que refleja la luz tamizada por el abrazo de los pinos, o por la banda sonora de un agua incesante acompañada por el susurro del viento entre las copas y el sonido maravilloso del rodar sobre una senda en su punto perfecto de esponjosidad, humedad y agarre.

El río esta bravo pero lo cruzo montado, me encanta sentir el frescor de el agua en las piernas, JJ ve el puente de palos que han montado y piensa que es un feo no usarlo después del esfuerzo que ha alguien le ha dedicado, no se yo, para mi suena a escusa.

Pero lo más temido de la ruta llega ahora, la subida del camino viejo del Paular, mi penitencia, mi calvario, un autentico vía crucis que siempre se me ha resistido. En el cruce de la pista asfaltada con la de tierra nos tomamos un descanso, saco mi mezcla especial de habas fritas con cacahuetes y gominolas, me río yo de las barritas energéticas esas y eso que le falta el toque de las pipas peladas. Y a pesar de que JJ me saca un buen trecho en la subida, que mi ritmo es patético esta vez la pendiente no consigue hacer que ponga un pie a tierra hasta llegar al sendero del último tramo que para asombro de JJ, de los senderistas y de su perro consigo completar del tirón, sin poner pie a tierra en ningún paso ni por el barro, ni por las piedras, ni por las raíces, era cuestión de honor, de orgullo y de un te jodes por lo del año pasado que hico subirla entera andando. Con el corazón en la boca y el pulsómetro marcando emergencias me apoyo en la valla con una sonrisa de oreja a oreja, de esas de plena felicidad y me regalo un, me gusta a mi mismo, de los que me doy muy pocos.

Toca carretera hasta Navacerrada, bajada por la rampa inclinada de la estación para asombro de dos senderistas que ven una proeza bajar por semejante inclinación, pues si nos llegan a ver el día que subimos Jack, Samuel y yo seguidos uno detrás del otro nos aplauden.

El calvario en bajada es pestoso, un calvario nunca mejor dicho y no me gusta nada, pero la presencia de forestales y que JJ no me miraría bien por bajar por el senderillo famoso del río me deja pocas opciones, así que descenso rápido hasta la valla del Ventorrillo en donde le pregunto a JJ si me regala un Ortiz de bajada y como es un Friki del MTB no sabe decirme que no y de nuevo mano a mano nos ponemos a subir la pista de atrás de la barranca, esta vez a la par y es que el fondo a estas alturas de la ruta tiene su peso. La bajada del Ortiz la disfruto como un niño el día de reyes, la de meses que hacia que no lo recorría y bajo añorando cada giro de esta senda como si fuese mi casa, que para mi lo es, mi segundo hogar ya que adoro este valle. Al salir del Ortiz no se lo ocurre a una madurita atractiva, con un cuerpo divino ponerse a hacer pis tras un seto a cubierto de miradas indiscretas de la pista pero, amiga mía como si tu hubieses subido a una plataforma a hacer un calvo para los que bajamos por la senda ya que esas preciosas nalgas turgentes, leche neón de lo que resplandecían, que apresuradamente se refugiaban en un tanga azul y unas mallas eran todo un contraste a rojo sofoco de tierra trágame mientras su niña le gritaba, “ mama, mama, te han visto el culo” jajaja.

Terminamos la ruta dando un homenaje de los buenos, de esos que solo los que han disfrutado una buena ruta saben saborear, rebañando los últimos kilómetros por la magnífica senda del camino de Santiago hasta terminar plenamente satisfechos de una ruta excepcional. JJ porque se vuelve a sentir las sensaciones de poder ir más lejos, subir más alto y servidor porque esta vez si me siento mejor que otros años y puedo disfrutar de mis sendas plenamente.

Tengo que pasar más tiempo en la montaña, que ya lo dijo Florence Nightingale, Tengo una naturaleza moral y activa, que requiere satisfacción y eso no lo encontraría si pasara la vida en compromisos sociales y organizando las cosas domésticas.

Track de la Ruta.