Acostado en un mar de decepciones donde el viento me susurra en el oído que no me rinda y el cielo me plasma una imagen de lo pequeño que fui y me convence de lo grande que puedo ser.
José Luis Ríos Rivera
Hacer rodillo antes de acostarse y pretender levantarse pronto para hacer una rutilla es poner el listón de tu voluntad muy alto y claro tras dos semanas casi de reposo con una salida senderista y dos días en el máquina infernal gana el sueño a montarse de nuevo en la bici.
Hacía años que no dormía nueve horas del tirón y la verdad es que te levantas reventado, recuerdo haber abierto un ojo a eso de las 7 de la mañana y escuchar las carcajadas del viento aullando en la calle. Dos horas después el viento sopla con ganas pero no llueve y tras otras dos horas de pereza dominguera me animo a salir a rodar de verdad, por terreno de verdad, con cuestas, pequeñas pero de verdad y con viento fresco que lo prefiero a estar empapado de sudor en casa rodando sobre el rodillo.
Con los primeros kilómetros la piernas se quejan, que duro es volver a la rutina de entrenos, pero es lo que hay si no dejo de apuntarme a historias bicicleteras tendré que entrenar. Mi polar se muestra optimista y me da cancha para subir pulsaciones, la temperatura es agradable y pronto empiezo a abrir cremalleras, al llegar al carril bici coincido con la salida de misa y una vez mas en el sermón el cura se ha vuelto a olvidar mencionar el salmo de la Biblia en el que dice “no camines por la senda roja con línea blanca discontinua que conduce al infierno, pecador” y claro es complicado circular por el carril bici. Mientras cruzo el puente hacia las presillas hago una encuesta interna y gana rodar por nuestra zona sin bajar a la CDC, así que rodeo las nuevas presas, me subo un sendero que me recuerda todo lo que he perdido en estos días y como castigo no me regalo la bajada de las escaleras, bueno eso y que escurrían las condenadas un huevo. Lo buenos de los días con viento y barro es que tu te empeñas en evitar mancharte mientras el viento se empeña en que pases por todo el charco y además te pega los menos buenos siempre en los peores momentos que hoy casi me la meto en dos ocasiones.
Una vez caliento voy cogiendo cadencia y me voy encontrando más a gusto pero me doy cuenta que intentar hacer kilómetros o media es imposible así que me limito a rodar y disfrutar. He de confesar que me gusta el viento y la lluvia pero sobre la bici no tanto, aunque hoy en un tramo por la zona cercana a la estación de Polvoranca mientras rodaba por el carril bici un pájaro se ha puesto a volar a mi lado, tan cerca que casi podía tocarlo, a la altura de mis ojos , podía ver los suyos mientras sentía el viento en el rostro y ganaba velocidad por la bajada, juntos casi un minutos a la par me he podido sentir libertad de poder volar de tener el mundo bajo mis alas hasta que las voces de un energúmeno lo han espantado porque no se puede circular con la bici por la acera, ha sido como un ostia de realidad en la que te das cuenta que estas rodeado de tontos que a lo sumo su intelecto les da para ponerse los calzoncillos en su sentido correcto., quería parar, y que me explicase la señal que tenia ante él que ponía vía ciclista, que me dijese que entendía al ver esos dibujos extraños pintados sobre el fondo rojo, la señal azul con un peatón tachado pero es inútil, lo vivo a diario y lo sufro los fines de semanas, esta semana he leído en twitter que tendríamos que cambiar el nombre al país por Escoña y la verdad es que tienen toda la razón.
Dejo el carril bici y me adentro en el bosque del sur, más solitario, mas ventoso, ideal para como me siento, al llegar al último giro veo que también han desahuciado al pobre que tenía su chavola de madera en la esquina junto a la vía del tren y cultivaba un pequeño huerto en verano, ya no queda lugar ni para la miseria en esta sociedad, tan solos las huellas de una escavadora.
Luce algo más el sol y el verde de los prados resplandece, el agua presente en cada rincón le da un toque de vida al entorno, la esperanza de la primavera florece en algunos árboles y las florecillas tempranas de los prados, dibujando senderos de ensueño por un camino que veo transformarse cada año con cada estación, y no deja de emocionarme.
Para volver a casa me pongo a Mt. Desolation, y encuentro de una de sus canciones el resumen de los tiempos en los que vivimos “Todos tenemos que soñar con algo, edificios altos o arena húmeda entre los dedos de los pies, o con coches rápidos y ropa de moda. Algunas personas pasan toda su vida luchando, mientras encuentran una buena vida como gotas sobre su regazo. Nada volverá a cerrar esa brecha, Solo tienes que saltar a bordo y esperamos que encuentre su recompensa.
Me encantaron las fotos! y genial crónica de tu salida!
Un saludo.
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