Emprenderemos viaje, con el secreto dolor de que no habrá regreso a ninguno de los sitios en que fuimos felices.
Mario Payeras
Apenas pedaleo un centenar de metros desde la puerta del albergue hasta el puente sobre el río Esla en donde me encuentro sonriente como siempre a Fabio, el afable Italiano con el que compartí la subida a los montes de Oca enla Riojame lo vuelvo a encontrar cinco días después en la provincia de León.
El día se ha amanecido formidable, frío pero soleado, el viento apenas molesta y se rueda muy bien por el arcén de la carretera ya que el camino esta de barro hasta las trancas. De Mansilla de Mulas a León apenas hay21 kmen ligero ascenso que pasan muy rápido gracias a la compañía y la amena charla de Fabio que me cuenta cosas de su hogar al píe del Etna.
Una vez rodamos por los polígonos de León nos da alcanza el mañico, David que se une a nosotros para así poder disfrutar juntos de la catedral y de León. Al llegar a la entrada a la ciudad nos encontramos con el guiri, un ciclista que no sabemos su nombre ni su procedencia pero con el que hemos compartido algunos ratos, a la entrada de León el camino marca cruzar un puente y así lo hacemos, el guiri se adelanta y mientras nosotros avisamos a la pareja de Toledo para que no continúen por la carretera ya que se meterían de lleno en la autovía el guiri nos dice que el puente no tiene salida. David y yo no nos lo creemos continuando por el puente mientras vemos como el resto del grupo se adentra en la autovía que da acceso a León. El camino por el puente algo mal señalizado si tiene continuidad y nos deja de lujo en las calles de León que nos conducen a una mercadona en donde desayuno. Tras reponer fuerzas nos volvemos a reencontrar todos frente a la catedral en donde nos repartimos por grupos para cuidar de nuestras bicis mientras el resto visita la catedral.
El guiri y Fabio deciden quedarse en León, David Y yo optamos por continuar viaje desando llegar pronto a Astorga punto que hemos puesto como fin de etapa dado que el cielo da señales de lluvia. Salir de León es un incordio como todas las grandes ciudades y por primera vez me equivoco de camino tomando el antiguo arcén dela N-120en lugar del desvío de lujo que he tomado las ocasiones anteriores y peor señalizado que ahora, en fin cosas de la edad.
Gracias a mi aplicación de tormentas del móvil veo que se acerca un chubasco bueno y nos da tiempo refugiarnos en una gasolinera lo que evita que terminemos calados y así compramos el pan para la comida. De León a Hospital de Órbigo hay poco que contar salvo el monótono rodar por el arcén de a nacional mientras vemos como los chubascos danzan a nuestro alrededor evitándonos. Un buen tramo de subida hasta Villadangos del Páramo lo hacemos en compañía de un ciclista que ha salido a estirar un poco las piernas y se interesa por nuestro viaje.
Cerca de Hospital de Órbigo retomamos el camino para entrar por su largo puente de piedra que tal y como cuenta la leyenda fue protagonista de lances amorosos y torneos feudales. Esta población me trae gratos recuerdos de cuando dormí con Samuel y Jaime en su albergue disfrutando de una agradable tarde por sus calles, pero esta vez es pronto y queremos dormir en Astorga, nuestra siguiente parada. Hacemos un breve tramo por carretera pero el destino nos hace cambiar de opinión al punto de retomar el camino en el punto idóneo para disfrutar de unas vistas excepcionales de Astorga desde el mirador.
La ciudad nos recibe con una enorme concha símbolo del camino y su precioso palacio episcopal obra de Gaudí. Es pronto, muy pronto para dejar de pedalear pero estamos cansados y hambrientos. Astorga tiene un buen paseo y cosas que ver por lo que optamos por quedarnos en el albergue de San Javier, en donde tras ducharnos comemos tranquilamente y nos damos una vuelta disfrutando del palacio episcopal, de la catedral y su ayuntamiento. Al regresar al albergue nos encontramos con gran cantidad peregrinos que conocemos como el guiri, Fabio y un matrimonio de polacos de lo más simpático. Al volver de cenar con David nos encontramos con los Andorranos que se han dando una buena paliza y se les ve cansados que van buscando alojamiento para quedarse también en Astorga.
El Albergue de San Javier es una delicia con una especie de chill out en donde nos relajamos en compañía de más ciclistas en esta ocasión alicantino con los que compartimos las anécdotas y sitios que hemos disfrutado los últimos días cada uno desde nuestro punto de vista.
Estoy disfrutando de este viaje más de lo que me había imaginado disfrutando cada minuto, cada estancia y cada pedalada en compañía de gente maravillosa que ni me hubiese imaginado llegar a encontrar cuando inicias un viaje en solitario, ya lo dijo Voltaire La más feliz de todas las vidas es una soledad atareada.