“El viento juega en la loma acariciando el trigal, y en el viento la paloma practica su libertad.”
Víctor Jara
De nuevo despierto en Frómista, pero esta vez es diferente a las anteriores, cuando mi destino era continuar el canal y veía con dolor en el alma como los peregrinos tomaban el camino hacia Carrión de los Condes. Pero está vez no, esta vez voy de peregrino y giro hacía la derecha la calle que tantas veces tome en sentido contrario, esta vez un cielo encapotado, algún peregrino perezoso y las calles mojadas me despiden de este gran pueblo que adoro.
Con los primeros kilómetros algunos claros me dan esperanza de disfrutar un día sin lluvia pero el viento se hace notar y se que quiere ser el protagonista del día. Castilla es para devorar kilómetros sobre la bici y avanzar veloz por sus grandes llanuras y sus eternas rectas, pero esta vez el viento se va a convertir en el peor de los puertos cuando no hay montañas cerca.
Los largos andaderos de esta zona del camino te permiten reflexionar, pensar, tal vez sea lo que llaman hacer tu camino interior y me viene muy bien para poner en orden mis ideas y sentirme feliz con cada pedalada que voy dando, con cada peregrino que saludas y te responde con una sonrisa cómplice de estar formando parte de algo que hacemos juntos, de peregrinos con sombreros naranja fosforito que se ven cientos de metros de distancia. Rodando porla VíaAquitanaen una de las áreas de descanso me encuentro de nuevo con mis compañeros de viaje en Andorranos y retomamos nuestras pedaladas juntos, ya se sabe que cuando hay viento lo mejor es rodar en grupo.
La lluvia por momentos hace acto de presencia, por el camino me vuelvo a encontrar a la pareja con la que coincidí en el alto de Mostelares, al final va resultar que el camino es un pañuelo. Dejamos atrás la provincia de Palencia para iniciar nuestras primeras pedaladas peregrinas en la provincia de León. Sahagún con su espectacular puerta nos regala una de las típicas fotos peregrinas que sueles ver en la mayoría de blog sobre el camino, pero hace frío, llueve y Alexis prefiere rodar mas que estar posando para la posteridad. A la salida de Sahagún vemos venir un buen aguacero que lo evitamos bajo un puente, el viento es cada vez más fuerte y cada pedalada es un sufrimiento al punto de llegar a frenar la bici si no pedaleas y eso que el camino perfectamente asfaltado es en ligera bajada.
Las fuerzas se van debilitando así como la moral, nos hemos puesto un objetivo y es llegar a Mansilla de Mulas en donde pondremos fin a nuestra jornada peregrina. En calzada de coto hemos comprado la comida pero no encontramos un área de descanso a cubierto del viento y del agua en la que poder parar a comer.
Las tormentas nos rodean, pero tenemos la suerte de ir evitándolas mientras vemos como las columnas de agua riegan los campos de alrededor.
Al final en reliegos encontramos el soportal del ambulatorio en el que poder refugiarnos del viento y comer tranquilos, Mansilla de Mulas esta a un paso y no tenemos prisa. Mis compañeros de viaje se van en busca de un hostal mientras yo me alojo en albergue municipal de peregrinos.
Albergue muy sencillo, sin lujos pero de un trato muy agradable que compensa los “lujos” que puedan tener otros. En este albergue me encuentro con una pareja de peregrinos de Toledo que son todo pundonor, es su primer viaje cicloturista y están cometiendo errores de novatos, hoy lo han pasado muy mal llegando casi congelados al albergue, mientras me he dado una vuelta por el pueblo ellos ha visitado el médico y se han comprado unos buff y material para la lluvia. El camino les esta poniendo a prueba pero ellos son fuertes, donde muchos habrían puesto el punto final al viaje ellos han puesto un punto y aparte, nada que una noche de descanso y un ibuprofeno no puedan arreglar para al día siguiente ponerse en ruta.
Ceno con mis compañeros de ruta en su hostal y me retiro pronto a mi litera, cundo llego al límite de la hora de silencio la mayoría duerme en sus literas incluida la pareja toledana. Juan Rulfo dijo una vez ¿La ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido. Y estoy seguro que ellos el precio que hoy han pagado de sufrimiento les parece calderilla cuando se vean en Santiago a los pies de la catedral con su sueño cumplido, solo deseo que lo consigan.