Qué pequeña es la luz de los faros de quien sueña con la libertad.
Joaquín Sabina
De nuevo dan las dos y comienza el fin de semana, esta vez no tengo prisa, tengo aún cosas que terminar y que he comido un poco antes para no sentirme tan pesado cuando empiece a pedalear. Es viernes y la choni me ha acompañado de nuevo hasta el trabajo, tenemos que volver a investigar carreteras para ir haciéndonos con la zona y poder regular los tiempos de las salidas de entreno.
El pasado Martes nos marcamos los dos una ilegal de lujo, salimos de Azuqueca a las 17:30 para como dos amantes desatados por la lujuria corretear por la carretera del corredor hasta cruzar el Henares y fundirnos en un fuerte abrazo, en un beso de un 7 % donde la carretera se ensancha para darnos cobijo en el carril para vehículos lentos. Esta vez el sol nos calienta y con la virginidad rota por el frenesí de hace apenas dos días y ha sabiendas que esta vez nuestro encuentro será algo más largo nos vamos acariciando poco a poco mientras Chiloeches se va dejando ver poco a poco.
El martes me costo un mundo subir este tramo y esta vez me esta costando un universo, tengo que entrenar para mejorar pero me lo tengo que tomar con más calma, ya me lo dice mi amigo Mon, que tengo dejarme un tiempo para ir asimilando los entrenos, pero el ansia me puede. Desde que he salido de Azuqueca tan solo he usado el plato mediano y grande, me resisto a meter el pequeño y lo guardo a modo de bandera blanca para rendirme con dignidad por si es necesario. Pero el tramo de subida hasta el repetidor le tengo calado y me permito en zonas hasta ponerme en pie bajando algún piñón, así en plan chulesco dándome un pequeño palo a mi mismo.
El puente del ave es el preludio de una larga recta que ya podré disfrutar a partir de la semana próxima ya que me lo permite la ventana de tiempo solar que me he puesto. Jaime me ha ayudado ha ajustar un poco a la choni, corregir sus modales de bici poligonera con un ajuste de tija en altura, algo más baja y la inclinación del manillar, algo más alta y la verdad que nos sentimos más cómodos los dos. Esta semana también le ajuste el desviador delantero y ahora ya no va soltando tantos tacos como antes.
Me gusta rodar a 30 km/hora, centrarme solo en la línea blanca, en mi respiración, en la cadencia, sentir la carretera, el viento, la luz que se va volviendo más tenue y el día te regala alguna ráfaga de aire frío a modo de beso. El pozo de Guadalajara es el final del larga recta, a la izquierda queda mi ruta preferida, pero tengo que ver que hay frente a mi, pasando el Pozo y en esta ocasión decido tomar la carretera que va directa a los santos de la humosa. Mi cabeza me pide seguir hacia Pioz pero noto que mis piernas me lanzan un “si hay que se va, pero ir pa na es tontería”. Estoy cansado y decido regresar a Azuqueca por los santos directamente. Este tramo de carretera esta muy mal, sin arcén y con mucho trafico de dementes al volante, es curioso que esta frase la pienso a la vez que veo la señal de animales salvajes sueltos. Esta claro que los ciclistas no tenemos sitio en esta país, no nos quieren en las carreteras, nos detestan en las ciudades porque rodamos por los carriles bici molestando a los paseantes, por el campo somos la mayor amenaza al ecosistema y por si fuera poco intenta viajar con la bici, creo que sería mejor visto un arma que una bicicleta y eso que los de RENFE ya la van perdiendo el miedo. Lo bueno de esta carretera es un tramo trialero muy divertido, nadie me había dicho que con la flaca también había trialerítas, he dado más votes con la de carretera que con la de montaña en las últimas bajaditas técnicas.
Tantas emociones juntas decido asimilarlas en el mirador de los Santos, me gusta mucho este pueblo al borde del cortado, mirando por encima del hombro a la capital y con un pedazo de iglesia que puedes ver a kilómetros de distancia para que quede constancia de donde están. La bajada me da algo de miedo, es muy pronunciada y tiene unas curvas que son una delicia si al final te encontrases con la goma de tanga, pero en esta ocasión te encuentras con un vierte aguas que acojona ir pegado al arcén. Pero me armo de valor y al final disfruto bajando a buen ritmo gracias que no tengo ningún coche atosigándome en el culo y lo se, lo tengo bonito.
El final de ruta es por el polígono Miralcampo, con poca actividad a estas horas de viernes y entro en Azuqueca por la rotonda de la Antártida, que mira que tiene gusto esta gente para decorar las rotondas. Tras callejear un poco por Azuqueca y casi atropellar a un corredor que de repente le dio por cruzar la calle llego al coche. Demasiado pronto, demasiado entero de corazón pero con unas piernas en la reserva. Me lo tomare con calma e iré evolucionando junto con los días, minuto a minuto, kilómetro a kilómetro. Que ya lo dijo John Lennon Momento a momento, así es que vivimos ahora. Apreciamos cada día y también le tenemos miedo. Podría ser el último día. Suena chistoso, pero cualquier día te podría atropellar un auto o algo así. Estoy empezando a apreciarlo.
Track de la Ruta