Un paseo por la senda el Sotillo a orillas del Guadarrama.

«Abandonar un sueño es como morirse por fascículos. Con la diferencia de que ésta colección no la acabas tú, sino que probablemente sea ella la que acabe contigo.»

Risto Mejide

 

Tras una semana en la que no he podido coger la bici, una llamada de suguss me animo a intentar un viejo sueño, salir a correr por lo menos un par de veces por semana. Salí con él dos veces a correr y si bien las sensaciones fueron buenas termine con dolor en la plata de un pie y en la pierna derecha, así como un buen resfriado. Reunía todas las papeletas para pasar un fin de semana tranquilo en casa, pero el domingo me sentía tan atrapado que necesitaba salir a dar una vuelta.

Me he dado cuenta que montar en bici o hacer senderismo es una escusa para estar al aire libre, estoy seguro que si saliese simplemente a dar una vuelta paseando, o sentarme bajo un árbol a leer un libro sentiría el mismo efecto de paz interior que busco cada vez que salgo.

Relativamente cerca de mi casa, corta para ruta en bici y demasiado larga para ir andando esta la senda El Sotillo en el patio trasero de la urbanización el Bosque. Esta senda simplemente es una autentica delicia si lo que buscas es un paseo tranquilo y agradable en el que disfrutar de la naturaleza, sentir el frío, la humedad del río, los colores del otoño y en gran medida dependiendo del día algo de soledad. Tras dejar el coche en el aparcamiento comienzo la senda bajo un cielo encapotado que me amenaza en minutos descargar una buena tromba de agua sobre mí, pero necesito este paseo y además quiero estrenar mi nueva cámara de fotos.

Me encantan las sendas que quedan muy marcadas en el terreno, la de el Sotillo es toda una costura sobre la verde pradera que nos deja ante un trozo de historia, El puente de Brunete, un proyecto del arquitecto Mateo Gil que no se sabe si llego a construirse y del cual tan solo queda un tramo de calzada elevada en la zona recreativa. El otoño ha cubierto la senda de hojarasca que en combinación con el agua caída han dejado la senda resbaladiza con alto riesgo de caída. En este punto me encuentro un padre montando en bici con su hija de no más de 7 años detrás con una cara de felicidad tremenda disfrutando seguramente de sus primeras pedaladas por barro y charcos. Tras ellos se incorpora otro padre con sus dos niños, la niña más mayor porta una hoja de color amarillo intenso mientras el niño se ayuda de un palo para bajar la cuesta resbaladiza que dibuja la senda junto al río. El padre les cuenta que el de pequeño venia a este punto del río a bañarse con sus amigos. Algo que a los niños no les importa un bledo por la atención que prestan a la historia.

La senda tiene una gran cantidad de árboles con todo tipo de hoja, la mayoría se muestran ya desnudos mientras otros intentan mantener vivas las cuatro hojas que le quedan suspendidas entre sus ramas. Me gusta mucho el contrate cromático de esta zona donde el verde y el amarillo le dejan escribir unos párrafos a un rojo-rosado intenso precioso dando un gran toque de color a la escena.

Las pasarelas de madera nos facilitan un paseo en el que reina el silencio, el río baja pensativo, talvez algo aun dormido por su descanso estival, desperezándose para comenzar a crecer con el invierno y sobre todo el final de este dando paso a una primavera que es toda una revolución en este paraje y siempre me ha dejado con la boca abierta.

Alguna gota comienza a darme golpecitos en la espalda avisando que en breve comienza a caer con fuerza. Me da el tiempo justo para guardar la cámara y alcanzar por la pista el área recreativa para en los últimos metros mojarme un poco antes de llegar al coche.

Muchas veces he pensado en vender mi piso e irme a vivir a la sierra, pero cuando me pongo a valorar lo que Alcorcón me ofrece y los pequeños lujos pone a mi alcance es una idea que pierde mucha fuerza, tener lugares tan maravillosos como este a 15 minutos de casa en los que poder evadirte es un verdadero lujo, aunque sean paraísos de un hora. Mi paseo no ha aclarado muchas de las dudas que quería meditar, pero he sacado muchas fotos que algo es algo. Creo que mi paseo otoñal con un gran resfriado encima se puede traducir en la definición que dio Rosa Elvira Peláez  a  la Melancolía, extraña dolencia del alma que agujerea al cuerpo; de sabor agridulce. Un poeta le otorgó un pico voraz y dolorosamente tierno. Otro poeta la llamó rosa del aliento y damisela soledad. Para el sujeto desprevenido, la melancolía puede ser -en definitiva suena así y origina confusiones varias- un dulce tentador. Ingerir en grandes proporciones puede ocasionar trastornos serios en los recuerdos y desequilibrar la dieta de vida de cada jornada. Es improbable que un animal sentipensante pueda existir sin haber paladeado alguna vez un poco de melancolía.

Track de la ruta

 

Acerca de alakan

Dentro de veinte años estaras mas arrepentido de las cosas que no hiciste que de las que hiciste.Asi que librate de las ataduras.Naveja lejos del puerto seguro.Atrapa las huellas del viento en tus velas.Explora.Sueña.Descubre.MARK TWAIN.
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3 respuestas a Un paseo por la senda el Sotillo a orillas del Guadarrama.

  1. Rosa Elvira Peláez dijo:

    Hola, me encantó tu crónica, che; muy lindas fotos, además. El otoño es mi estación favorita, junto con la primavera (prefiero las estaciones de paso, me resultan más interesantes, más vivas). Te agradezco que hayas usado una de mis «pabralas»: melancolía. Han pasado los años y compruebo, con alegría, que mi definición de melancolía sigue ganando adeptos. Aparte, me encanta esa onda de cronicar con fluidez y encanto al compás de tu bici. Adoro las bicis. Tuve una llamada Lyssa (en griego significa locura). Mi padre la pintó de amarillo para complacerme, fue mi compañera en buenos años que pasé en La Habana. Disfrutamos recorrer toda la ciudad, con sol o lluvia y hasta con la custodia de la luna. Nos tirábamos en la costa para refrescar el calor caribeño… Tiempos idos. A Lyssa la robaron y cambié de domicilio. El Caribe me queda muy distante y ahora tengo otra bici. También tengo más tiempo encima. Esta bici, plegable, todavía no tiene nombre. La miro de reojo y aún no sé cuál le puede cuadrar mejor. Un placer haber encontrado tu blog por azar. ¡Viva el azar!

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  2. alakan dijo:

    Muchas Gracias por tu comentario y es un autentico placer poder leer unas letras tuyas en el blog, le doy gracias al azar.

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  3. Mercedes dijo:

    Tus fotos son estupendas y tu prosa aun más. Iremos sin falta, hoy mismo a visitar esta hermosa senda.

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