Pide que el camino sea largo. Que sean muchas las mañanas de verano en que llegues, ¡con qué placer y alegría! , a puertos antes nunca vistos.
Konstantinos Kavafis
Los buenos días de la mañana están acompañados de una serie de chaparrones que apenas nos da para guardar la tienda entre diluvio y diluvio sin llegar a calarnos.
El viaje toca a su fin y ya vemos más cerca el día de regresar a casa, pero aún nos queda llegar a Oslo y verlo, así como los que nos encontremos por el camino y sea digno de visitar que total tenemos tiempo de sobra.
El tiempo no nos da mucha trague ya que llueve continuamente pero a medida que vamos hacia Oslo el horizonte nos da la esperanza de cielos despejados. La localidad más emocionante de ver en nuestro descenso hacia Oslo es Lillehammer, la sede de los juegos olímpicos de invierno de 1994 y decidimos dar una vuelta por ella con la suerte de justo en la entrada dar con una tienda de bicis que están precisamente desembalando para la exposición por lo que nos quitamos, bueno me quito un peso de encima cuando conseguimos las tres cajas para poder viajar con nuestras bicis en el avión. Para poder meter las cajas nos toco sacar todo del coche, acomodar las cajas con pliegues precisos y volver a meter todo el equipaje, vamos una obra de ingeniería.
Como tenemos un Kiwi al lado aprovechamos para comprar la comida y nos damos el lujo, bueno la verdad es que el precio nos lo permitía comprar salmón para comer.
Con todos los deberes del día hechos nos damos una pequeña vuelta por la zona olímpica y nos metemos en el coche para completar nuestro tour en coche por noruega llegando al Ekeberg Oslo city camp donde nos alojamos.
Para cuando llegamos a Oslo el tiempo había dado un vuelco y de lluvia pasamos a un precioso sol que nos permite estar en manga corta, comer y disfrutar de una agradable siesta. Tras dormir un poco Samuel y Jaime se bajan a Oslo para dar una vuelta por la ciudad como más le gusta, en bici. Pero esta vez yo me niego a dar una pedalada más y me quedo en el camping leyendo. Pero la tarde es tan buena y el camping esta rodeado de una especie de casa de campo con unos sendas y unos paisajes preciosos con Oslo de fondo que me animo a dar un largo paseo, es una delicia meterte por esos senderos donde reina casi la oscuridad en un país donde la luz no cesa, el mar de fondo brillando y un verde intenso que te llena de vida, tras casi hora y media regreso al camping coincidiendo casi con mis compañeros.
Mañana me queda descubrir Oslo, la ciudad de Munch y la sede de los premios nobel de la paz, la verdad es que tengo ganas.