Las aventuras verdaderamente grandes son aquellas que mejoran el alma de quien las vive.
Alejandro Dolina
Odio las gaviotas, son los seres más escandalosos y estúpidos que hay sobre la faz de la tierra. Si ya es complicado dormir con tantas horas de luz, resulta imposible con la compañía de unos bichos paridos por el mismo demonio como estos.
Gracias a estos despertadores naturales a las 6:30 de la mañana estábamos en pie desmontando el campamento y listos para preparar un buen desayuno a base de crema de cacao noruega, pan blanco y mermelada con galletas, todo esto regado con caco y leche desnata para no engordar claro.
Al ir limpiar los cacharros del desayuno nos cruzamos Samuel y yo con una de esas diosas nórdicas que nos dejan lobotomizados, solo babeamos, ella calienta agua en el microondas mientras fregamos y me viene a la mente una canción de marea Voy a embriagarme con tu piel y con tu cara, ni marranas, ni revolcones a la brava, ni besos con lengua, ni noches de alcohol, ni abrirse de piernas en cada rincón, partirse en canal, poner corazón para dos. Y una vida para darle cuerda todas las noches durmiendo al tic-tac de nuestro amor.
La entrada al glaciar la tenemos a36 kmdel camping, nos lo tomamos con calma siendo los primeros en llegar al centro de interpretación un edificio singular enclavado en las puertas del paraíso que como no podía ser de otra forma a falta de violines y voces angelicales nos ofrece wifi gratis que quieras que no nos hace más ilusión. Pero no es sencillo centrarse en ver el correo cuando al fondo estas viendo un glaciar que te espera bajo un cielo azul increíble.
La Noruegaque nos cobra la entrada es la excepción que confirma la regla que todas la noruegas son rubias y guapas, la verdad es que no era necesario conocer este país tan afondo pero bueno si se presenta por el camino hay que asumirlo. Además cuando llegas al aparcamiento el contraste hace que el sitio sea grandioso, yo creo que esta pensado.
El acceso hasta el coloso de hielo lo hacemos por una senda muy entretenida que un noruego esta arreglando colocando tablas a modo de escalara y perfilando los bordes a golpe de motosierra, todo un artista. Las piedras resbalan una barbaridad y hay que ir con cuidado para no caer. El lago que bordeamos de un azul glaciar intenso es maravilloso, pero cuando salvamos un pequeño montículo y nos quedamos cara a cara con el glaciar frente a nosotros, nos sentimos pequeños, maravillados. Es algo sencillamente asombroso, miles de años de historia congelados en un bloque inmenso de hielo que nos cautiva con su azul peculiar. Nos hacemos unas fotos con el gigante de hielo y el espectacular torrente que brota de una cueva bajo su base, el agua estaba realmente helada.
Tras el ver el glaciar nos dirigimos a tomar un ferry para ver la iglesia medieval de Urnes. Iglesia de original le queda muy poco pero esta enclavada en un lugar mágico, realmente espectacular que a pesar de estar guardado por una nórdica que ha heredado los genes de la mala leche vikinga podemos disfrutar de un bautizo tradicional con todos los invitados vestidos con el traje típico de la zona.
Tras la visita nos quedamos en la playa del pueblo para comer y que Jaime se diese un baño, Samuel se puso su turbo pero no decido bañarse, estaba absorto y embobada viendo como una candidata a madre de sus hijos si hubiese sido noruego se refrescaba en las frías aguas del fiordo. Tras un buen recorrido en coche disfrutando de glaciares que cuelgan de las cumbres y luciendo el turbo de Samuel en cada parada llegamos al camping en donde definitivamente se me rompió el corazón con la recepcionista primero, una noruega regordeta, de mirada golosa y ojos como dos glaciares que seguro albergaba un volcán bajo el gran fiordo que lucia entre sus pechos, y para colmo la danesa espectacular de la tienda de al lado.
Metido en el saco escribo estas líneas mientras cuatro gotas golpean el techo de la tienda y con una sonrisa en los labios pienso en mi oronda recepcionista mientras suena marea de fondo … A tiro de piedra me encuentro o me encuentras, te vi sonreír, ay lo que daría pa estar to los días cerquita de ti.