“El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.”
Jacinto Benavente
Desde hacia años no podía disfrutar de mis vacaciones completas y de este año no podía pasar, aún me quedaban por disfrutar 5 días que tenía que darlos de sí al máximo y la oportunidad del puente suponía culminar una año de viajecitos completo.
Como Borja también tenia vacaciones cuadramos los días y tan solo nos quedaba un problema por solucionar, ¿Dónde vamos en Diciembre y con una ola de frío polar que te hiela hasta la ganas de salir de casa?, la decisión fue sencilla, lo diga la rubia, y en este caso nuestra rubia era la página del tiempo que daba solo un día de lluvia para la zona de Castellón siendo la temperatura cuando menos apaña así que me pongo a buscar y en un pispas monto toda un semana de rutas con sitios chulos, curiosos y de hacer pierna para la primavera con mucha pista anti-barro por si las mocas.
El Jueves dejamos Madrid dudando entre si nevar o llover para cuatro horas y media después, aparcar en una cuneta de Castellón para decidir si hostal de carretera u hostal rural de pueblo perdido en la falda de una montañuca. La decisión la tomamos rápido, la señora del hostal rural es un encanto y no nos parece mal 35 € por persona dormir, desayunar y cenar.
Nos enseña una habitación gélida y nos da un radiador, mañana arreglan la calefacción, bueno la aventura es la aventura.
Dejamos todo en el hostal y para no perder una sola hora de luz más nos acercamos al pueblo de Navajas. Hacia tiempo había leído una leyenda que se desarrolla en este pueblo y me llamo la atención tanto que al estar tan cerca quería visitarlo. Cuentan que antiguamente las novias del lugar para verificar su amor y demostrar que tenían futura como pareja, tenían que dar un salto sobre el río Palancia de una orilla a otra sobre una rocas, si este se realizaba y la novia se encontraba con el feliz novio en la otra orilla significaba que el matrimonio era bendecido y la pareja tendría un gran futuro juntos. En caso contrario de no atreverse la novia esto generaría dudas y el matrimonio fracasaría rompiendo la pareja. Pues bien una de estas novias al realizar el salto se escurrió cayendo al río y siendo atrapada por un remolino, el novio al ver que se ahogaba su amada se lanzo en su rescate siendo el también atrapado pereciendo, al poco se encontraron los cuerpos juntos abrazados flotando en el río. Desde entonces no se volvió a celebrar esta tradición y en su honor hay en el pueblo una estatua en honor a los amantes o como recuerdo de esta leyenda.
Aparcamos junto a la estatua y nos enseguida quedamos prendados por un paraje precioso, la zona se conoce como el paraje del salto de la novia, el río lo recorre con aguas cristalinas murmullando sin levantar mucho escándalo, un par de fuentes nos invitan a saciar nuestra sed con unos buenos chorros de agua que manan de cabezas diablescas. Pero pronto toda la atención es para los dos saltos de agua enclavados en un cañón maravilloso nos dejan la boca abierta.
El ruido del agua al caer y buscar el río es melodioso, la humedad que desprende la caída te envuelve como abrazándote, sintiendo el húmedo beso que se reserva para quien la visita. Desde su mirador se divisa el otro salto de agua que golpea con furia una roca vestida de verde esperanza por aguantar muchos años el brutal castigo con el que ha sido condenada.
A escasos metros de este salto un puente de madera nos invita a cruzar de orilla y ver un escenario en el que en verano el ayuntamiento monta conciertos nocturnos. Que pueden ser seguidos desde la otra orilla tumbados o sentados en una pradera de césped extraordinaria besados por un río que se toma un descanso en forma de remanso para disfrutar del momento.
El sol da señales de ir tomando el camino hacia tierras más lejanas y sentimos como la temperatura comienza a bajar de forma considerable.
Damos una vuelta por las sendas del río pero decidimos volver al pueblo para comprar agua y retornar a nuestro hostal.
Cuando salimos de Navajas es noche cerrada y de camino nos sorprenden unas vistas maravillosas del pueblo de Segorbe con su muralla iluminada.
Conseguimos aparcar al final no solo nos recorrimos el casco antigua sino medio pueblo.
Al llegar al hostal somos los únicos huéspedes que hay y el cocinero nos dice que nos ha preparado una cena deliciosa para sorprendernos, un guiso de lentejas que estaba delicioso y un pollo con setas para chuparse los dedos para terminar con una Mouse de fresa que era una maravilla y todo casera, aderezado con un buen vino.
Cansados por el viaje, el recorrido cultural y la cena deliciosa caemos rendidos con la seguridad que hemos acertado de zona de para disfrutar de nuestras últimas vacaciones del año.
Track de la ruta