“..Me dices que me parezco a los caracoles
me sobra techo, me muero en soles,
tras espesura del chaparrón
será que el camino bueno se ha vuelto malo
o que no quiero pegar ni un palo,
que solo quiero escuchar tu voz.”
Marea “Los mismos clavos»
Me muero por quedarme en la cama junto a mis mocos que me impiden respirar, con ese dolor de cabeza que orbita y sin llegar a ser molesto me deja mas atontado de lo que habitualmente estoy, el día anterior lo dedique a terminar de recoger lo me quedaba en mi casa
de la sierra, dejamos este pequeño refugio de libertad tras 30 años de vivencias, cobijando sueños y escapadas al monte. Tengo pocas fuerzas, pero también un solo día para disfrutar de mis amigos y no quiero que un resfriado traicionero me lo impida.
Salimos de la pradera de Navalhorno, mass, Cmena, K2biker, amato y el que teclea. Amato no se ha enterado del cambio climático, ni del cambio de estación , se nos presenta como para ir a la playa, pantalón corto, camiseta sin mangas y en chanclas, al salir del coche la cruda realidad de las tierras segovianas le hace recapacitar tapando sus musculitos. Me gusta salir de la pradera porque las primeras pedaladas son como un verso incompleto, un paisaje sencillo que te sorprende a cada instante con pequeños detalles que te dejan alucinado, el río, el sendero, la luz irrumpiendo entre los pinos, velando su oscuridad, dibujando los dedos de nuestro astro acariciando la tierra. Pronto dejamos el Eresma para ir ganando altura, nos encontramos ganado que impone, ya no solo por sus cuernos sino por su planta, vamos enlazando sendero tras sendero, en continua subida que nos hace olvidar el fresco amanecer de un otoño tímido que se aferra al calor estival durante las primeras horas del día y añora el frío invernal cuando la dama de la noche nos muestra su blanca faz reinando bajo las estrellas.
Con las primeras rampas noto que mi rueda trasera esta muy baja, decido darle un poco de aire, pero al comenzar la gran subida del día veo que necesito repararla, eso nos da una tregua ya que lo que nos espera es dura de verdad. El moño de la tía Andrea es casi la cumbre de nuestra subida, hemos dejado rampas que nos han calibrado las piernas, puesto a prueba nuestro equilibrio , nuestra capacidad de sufrimiento y las hemos superado con una sonrisa, no pasamos los 5 kilómetros hora subiendo pero damos mas de 10 carcajadas por hora y para mi esa es la velocidad que marca el ritmo de mis piernas. Pero el cruel destino me ha impedido coronar con orgullo dejándome con la rueda en el suelo a 5 metros de mis compañeros. No es normal tanto pinchazo, miro a conciencia la cubierta y me encuentro que la causa de todos mis males esta en un alambre roto de la carcasa que perfora la cámara constantemente. Reparamos de nuevo y tras una breve pero intensa subida nos preparamos para una bajada que promete dibujar sonrisas.
La bajada es espectacular, pasos simples, rápidos pero muy divertidos hasta que llegando a lo mejor siento que mi rueda trasera esta de nuevo en el suelo, me bajo la parte más divertida andando para no dañar la llanta
e intentamos buscar una solución. Al final cortamos el alambre y con un trozo de cámara hacemos una especia de venda para impedir que
pinché la nueva cámara. Bajo con precaución ya que me tiene muy quemado tanto pinchazo, pero el sendero es un calmante, el elixir de la
felicidad que va haciendo que me anime y me lance por sitios cada vez más complicados. Una breve subida empujando la bici nos regala una bajada de las buenas, de las que tendrían que ser de pago. El sendero nos termina con buena inclinación en la que la fe de cada uno marca el punto de bajada, al final del sendero un crucifijo invita a dar gracias al señor por llegar sanos y salvos a la pista.
Pista que nos durara muy poco ya que no un laberinto de senderos nos invita a perdernos por robledales semidesnudos que han esparcidos sus vestimentas veraniegas por entre sus pies.
Terminamos en una pista que tras cruzar una pila de troncos con un aroma intenso a pino nos deja en la pradera. Es pronto y nos regalamos una opcional, un momento de relax tras la ruta en al que charlar y reír.
Me gustan estas rutas cortas en las que disfrutas de la bici, de los amigos, del sol y de uno resfriado traicionero que hoy ha sudado la gota gorda.
Javi eres un globero!!!!!
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