“Para seguir el sendero, mira al maestro, sigue al maestro, camina con el maestro, ve con el maestro, llegarás a ser maestro.”
Proverbio Zen.
Ya me ha regañado JJ varías veces, “… te falta una crónica…” y es cierto, hace dos fines de semana subimos a las cabezas de Hierro, y como lo prometido es deuda, amigo esta fue nuestra mini aventura.
No voy a negar que los pirineos me dejaron un sabor agridulce, por un lado me enamore más aún si cabe de esas montañas y por otro he aprendido algo más sobre mí, sobre la paciencia y sobre la amistad, pero eso es otra historia.
El día anterior salimos JJ y yo para dar una vuelta por el camino Smith y ver como lo habían “arreglado” mi compañero termino triste por su estado de forma y yo con pocas ganas de montar en bici y con la transmisión dando saltos, por lo que no podía salir de ruta con Mass. Ante este panorama le digo a JJ que nos metamos un chute de montaña, una sobre dosis de aire fresco, de felicidad, sentir la cumbre, el silencio, el aire frío acariciando tu rostro.
Dan una jornada de calor para la comunidad de Madrid así que madrugamos, a las 8:30 ya estamos listos para comenzar nuestra caminata. Dejamos el coche frente a la pista que da acceso al refugio del Pingarrón y frente a la pista que dentro de muchas horas nos devolverá de las cumbres. En Agosto da gusto andar por la montaña, ya que no hay nadie en sus sendas, podemos disfrutar de la soledad del camino, del canto de los pájaros, de la pesadez de las moscas y de los escasos arroyos que se resisten a morir por el Estío Madrileño.
La senda que nos conduce a las duras rampas de acceso a las cabezas, es una delicia, ha perdido intensidad en el color y parte de su frescura, pero con los primeros rayos de sol se acicala para con la poca humedad que queda arreglarse lo mejor posible y mostrar orgullosa que es una gran senda de montaña, sin envidiar a la de los pirineos. Cuando los pinos y los helechos dan protagonismo a la roca y a los pastos, la Pendiente se nos atraganta, subimos con gran esfuerzo por una senda zigzagueante con el terreno muy seco y suelto, en uno de los descansos veo como un senderista asciende veloz tras nosotros. Como amanece por la otra cara de la montaña, la sombra nos da un respiro y vemos como le va comiendo los pasos al senderista que ya nos ha dado alcance, ahora subimos con la sombra de la montaña pisándonos literalmente los talones, me recuerda a la película de las crónicas de Ripley en la que el sol marciano creo, arrasaba todo lo que tocaba. A nosotros no nos matará pero nos hará sudar de lo lindo. Las imágenes que nos deja el senderista veloz en su ascenso son alucinantes a contraluz. Coronamos Cabeza Mayor, mientras comemos algo comentamos con dos senderistas mayores que hoy el día tenia pinta de muy caluroso ya que estábamos en una cumbre a mas de 2.000 metros y sin necesitar una chaqueta o un cortavientos, hacia calor. Cabeza de Hierro Mayor nos regala unas vistas increíbles del macizo de peñalara y del valle del Lozoya, así como de la cuerda larga y de la pedriza. Ponemos rumbo hacia la cabeza de Hierro menor, son apenas unos metros lo que las diferencia en altura pero se nota, nos resulta un poco más complicado ascender a esta cumbre que a la anterior por sus canchales, pero es más divertida. Desde Cabeza Menor decidimos coronar el alto de las guarramillas o vulgarmente conocido como Bola del Mundo, en principio nos encontramos con una senda bien marcada y con una subida generosa hacia el cerro de Valdemarín en donde pensamos se encuentra la antena de la bola, pero no, fue una ilusión óptica y tras este cerro esta el ventisquero de la condesa, por lo que tenemos que bajar un poco y volver a subir. Ahora si nos encontramos gran cantidad de gente que cargada con mochilas aparatosas y útiles para pernoctar pensamos emprenden la travesía de la cuerda larga.
Dos jóvenes senderistas caminan delante nuestra, lucen unos tops preciosos que dejan sus cinturas generosas en carnes para que Lorenzo les de su toque de moreno montañés, suena el móvil de una de ellas y mientras habla, la otra cariñosamente le tiende una mano para que no de ningún mal paso, bueno como diría Mecano,” Nada tiene de especial, dos mujeres que se dan la mano, el matiz viene después….”
Vemos como dos bikers se han perdido y en lugar de bajar por la loma del noruego están bajando por una de las pistas ski. Coronamos la bola y nos encontramos con un curioso cono que nos muestra los picos que se ven desde el mirador.
Se nos hace tarde y comenzamos a bajar por la Loma del Noruego, curioso la primera vez que la bajo y lo hago andando, aunque visto como esta el camino estoy seguro que de tener una bici a mi lado también estaría practicando senderismo.
Según perdemos altura vamos ganando en sombra y en calor, tras una hora y un poquito de bajada desde el alto de las guarramillas llegamos de nuevo al coche.
Una ruta que nos ha llenado como nunca, que nos ha quitado el mal sabor de boca de al ruta ciclista del día anterior y que nos ha despertado las ganas de hacer una travesía andando, o digamos que en mi caso me recuerdo un viejo poema de Enrique de Mesa.
“Corazón, vete a la sierra;
derrotado del amor,
viste sayal de pastor
y oye el cantar de la tierra…
Corazón, vete a la sierra
y acompaña tu sentir
con el tranquilo latir
del corazón de la tierra.”