Nunca harás nada original si no estás preparado para equivocarte.
Ken Robinson
El cansancio es uno de los mejores somníferos que hay para dormir a pierna suelta, el domingo a amanecido radiante. Con un mar en calma y un cielo azul que invitan descaradamente a salir de corto y dejar que el sol comience a tatuar el moreno ciclista que nos delata.
Jorge nos cuida en demasía, zumos tortitas, café, colacao todo un señor desayuno que nos pasará la cuenta el lunes al subir a la báscula. El cansancio también invita al vagueo a intentar cambiar bici por paseos por la playa a valorar terrazas de verano, pero al final salimos a montar que para eso hemos venido.
Nos toca ir hacia Dénia, hacia las falsas del Montgo por la vía verde, entre naranjos, coches de lujo y madrugadores deportistas que corretean o salen a consumir vatios de sus bicis eléctricas. Dejar Dénia es un dolor, una sucesión de cuestas a cual mas divertida nos deja por fin a los pies de una senda que terminó siendo un pateo de subida, precioso para andar pero no para disfrutar con la bici. Fue en este tramo donde se gestionó el motín, cuando la senda pasó a ser de bajada y de nuevo me vi atrapado en un laberinto de sensaciones, demasiado complicada para mi flow actual, totalmente inadecuada para mi bici actual y lo principal una falta absoluta de predisposición a disfrutar de una bajada que hubiese relamido hace cinco años. Disfruta de la bajada y el entorno paso a paso a mi ritmo y al final cuando nos reunimos vemos que la ruta se va de tiempo y Jorge acepta poner rumbo al apartamento por la playa. La bajada por la costa es rápida, nos cruzamos que varios grupos de ciclistas de carretera, tengo que venir para disfrutar de esta zona en versión flaca.
Visitamos un puesto de vigilancia de socorristas y descubrimos lo duro que es rodar por la arena, esto no son las costas de Cádiz donde la marea te regala una pista dura para rodar y frutar de la costa durante unas horas. Al final Alejandro y yo optamos por el carril bici y terminamos la ruta dando un agua a las bicis en las fuentes para lavarse los pies de la arena de la urbanización, disfrutando de unas cervezas unos anacardos y un sol que hoy si calienta en el césped de la piscina.
Como toda edición de las escapadas a Denia termina con una paella del senyoret y pequeño paseo para bajar el arroz y emprender el viaje de vuelta a casa.
Raul Gonzalez Tuñon dijo Corto sueño y larga andanza en constante despedida. Todo nos falta en la vida. Todo, menos la esperanza. La esperanza que nos queda por volver con más Flow en plenitud de pulsaciones y con las ganas de devorar montaña entre sendas por trialeras.