¿Te has parado alguna vez a ver los colores que estallan en Madrid cuando, al salir del metro en una tarde otoñal, el sol se va?
Joaquín Sabina
Nunca dejará de sorprenderme la cantidad de gente que un domingo por la mañana toma el metro para desplazarse, y no hablo de almas nocturnas como mi compañera de asiento que dormida en una de las estaciones a caído sobre mis brazos,sino de gente con cara laboral de la que el tamaño de su boca sin esbozar una sonrisa se va aproximando a las orejas según se acerca su día libre, puede que el tradicional sábado y Domingo como días libres esté empezando a estar sobrevalorado.
Voy somnoliento, escuchando a Bruce Springsteen y recorriendo la interminable sucesión de paradas, demasiado familiares para mi hasta tribuna donde haré transbordo hasta cuatro caminos donde tiene comienzo la carrera.
Me doy cuenta de lo que me cuesta quedar y sacarme de la cama un festivo, si no es por estos eventos las canas se amarran a las sábanas como tentáculos.
Espero a Jorge en el vestíbulo de la estación, donde un rosario de almas con camisetas azules se van arremolinando posponiendo llegar a la salida y pasar el menor frío posible. En mi espera confirmo la teoría que el mejor maquillaje de una mujer es su cara de dormida y si esta enfundada en ropa deportiva no puede estar más bella. Una vez me encuentro con mi compañero salimos al gélido amanecer de Madrid que hace poco a iluminado con luz natural las calles. Me cuesta acertar con la ropa para correr, o me congelo o me aso, no consigo ir al punto. A la hora prevista dan la salida y 2000 runner nos lanzamos a recrear un recorrido histórico, la primera línea de metro de Madrid. El recorrido es favorable todo para abajo lo que me regala mi kilómetro más rápido a 5:20, apenas hace un mes no pasaba de los 7:00, el pulso 160 me dice que regule pero Jorge se mete un sprint sorteando corredores muy lentos y me cuesta la vida llegar a retomar su compañía.
No me gusta Madrid lo confieso, pero recorrerlo sin coches, por la mitad de sus arterias como un glóbulo en este caso azul le da un aire como de película, es una auténtica delicia a pesar de que el pulso no sea el adecuado para disfrutar el momento.
Los japoneses nos fotografían, desde los hoteles nos fotografían y Jorge saluda a todos, el si sabe disfrutar de cualquier evento aún con el corazón en la boca. No hay mucha subida pero acostumbrado a lo bueno hasta los bordillos molestan y eso que la organización nos anima a tomar la calle preciados por la entrada de coches sin atajar por la plaza, cosa que nosotros hicimos, que en esto somos muy legales.
Los últimos 600 metros, apretamos, el arco al fondo, sol y la meta para finalizar la recreación deportiva de un primer trayecto de metro centenario que ha resultado muy divertido.
Ahora toca poner la vista en las carreras de 10 k y en la aventura del Duatlon, pero como diría Michael Ende eso es otra Historia.
El paso del tiempo no significa nada para él. No tiene posibilidad de medirlo, excepto con el latido de su corazón.«El espejo en el espejo» (1984) M.Ende
Track de la carrera