“La felicidad no es un bien que puede atesorarse; es una manera de pensar, un estado de ánimo. No es que algunas veces no nos sintamos deprimidos; pero también conocemos momentos que escapan al reloj y se hacen eternos.”
Daphne du Maurier
Tras subir Luz Ardiden me encuentro cansado, pero tras la ducha y una buena comida me niego a rendirme una tarde más y pasarla tranquilamente en la tienda durmiendo la siesta y leyendo. Estoy en Francia, en un lugar maravilloso que guarda un montón de rincones para visitar, no puedo dejarme vencer por la pereza y desperdiciar una tarde maravillosa. A una media hora de mi tienda se encuentra el circo de Gavarnie, no me lo pienso y cambio el traje de faena ciclista por el de senderista para cumplir uno de mis sueños y visitar digamos la otra cara de mi querido Ordesa.
Al llegar al pueblo de Gavarnie la carretera se termina y tan solo te quedan dos opciones, dar la vuelta y regresar o pagar el impuesto revolucionario por aparcar en el pueblo, pero bueno cuando una sonrisa encantadora te pide 4 euros y ves como se queda un hueco libre a escasos metros de la entrada no te importa mucho.
Me gusta la paz que se respira en esta pueblo a pesar de ser un lugar muy turístico. Las caras de las gentes desprenden felicidad, les ves desfilar cansados pero felices de haber disfrutado un gran paseo. Tengo un track para seguir pero es demasiado largo para unas piernas tan casadas como las mías, opto por la versión turista y me dejo caer hacia el río con la inercia de los que me rodean que no son muchos, supongo que no es lo mejor temporada para visitar Gavarnie y tampoco la hora ayuda. Veo que el río baja muy tristón en agua, es septiembre y el año no ha sido precisamente húmedo tampoco en el pirineo, unas gallinas buscan alimento a la orilla del río mientras me pasa una pareja que ha decido realizar el recorrido a caballo, una de las opciones que te ofrecen al entrar en esta maravillosa ruta.
Algunas cascadas se descuelgan tímidas de la montaña como si las sorprendieses en ropa interior, la verdad es que cuando ves la montaña con su belleza bajo mínimos es como recorrer un centro comercial a ultima hora del día tras las rebajas, con las últimas unidades en los estantes donde solo quedan lo que no ha querido nadie, productos con envoltorios rotos o tallas imposibles. Se que este sitio en primavera o invierno es espectacular por las fotos que he visto tantas veces y no vengo a juzgarlo, se que en esta época es cuando esta más feo pero me gusta.
Un camino perfectamente acondicionado para el turismo se abre paso por el valle, las montañas al fondo nos muestran el final del camino y nuestro objetivo del día la gran cascada.
Cuando vamos llegando a La Hotellerie du Cirque el camino se pone más agreste, el paisaje mejora, el valle se cierra y la pista deja paso a una senda. Desde la Hotellerie se puede ver a lo lejos la cascada y para la mayoría de paseantes de montaña este es punto más alejado de la civilización que se pueden permitir, visita al bar y vuelta. Por eso la senda se vuelve más intima, ahora camino en solitario, somos pequeños puntos de color distanciados unos de otros para los ojos cansados de los que se quedan en el bar y con una cerveza en al mano nos ven seguir progresando por la montaña, con un “que ganas”.
Desde el Hotel la senda va cobrando una pequeña pero constante pendiente que comienza a pesar en mis piernas hasta el punto de hacerme desistir de llegar a la base de la cascada. Un gran nevero ha resistido todo el verano y continua alimentado un pequeño arrollo que cobra va cobrando gran velocidad apenas se pone a zigzaguear por entre las rocas. Me paro para hacer unas fotos y una mujer de mediana edad me alienta con una sonrisa y un “ avant, avant”. Las medio cabra-oveja esta rara del pirineo francés pasta tranquilamente mientras veo el subidón que me espera para lograr alcanzar la base de la cascada, estoy muerto de cansancio y lograr superar esa pendiente se me hace como escalar el Everest. Pero bueno ya que estoy no me voy a dar la vuelta sin sufrir hasta el final y tras un esfuerzo titánico superando la fuerte pendiente consigo llegar a la base de la cascada y dar bueno todo el esfuerzo, simplemente espectacular.
Mientras disfruto de la cascada veo que una joven francesa de unos 45 años (jejeje) trapa hasta casi el chorro de la cascada, se desmelena y se deja empapar por el agua que salpica con los abrazos abiertos, arqueando su cuerpo hacia la cascada empapando su camiseta rosa.
Me siento un rato para disfrutar del frescor del agua, del rugir de la cascada y de uno entorno maravilloso. Mientras recojo para irme veo que mi ninfa francesa de rosa se tendido sobre una roca para secarse. Yo comienzo el descenso que me cuesta tanto como la subida y una vez en la senda simplemente me dejo llevar por la inercia tremendamente feliz por haber optado en hacer la ruta y no quedarme en el camping.
Cuando llego al hotel me encuentro con una pareja de vascos que me preguntan si hablo español, les digo que algo y me sorprende con la pregunta: ¿merece la pena ir a ver la cascada o mejor nos quedamos en el bar? Les digo que si han venido a dar una vuelta el circo la cascada ya la ven, pero si han venido a ver la cascada aún les queda un buen trecho. Se quedan mirando los dos como preguntándose a que han venido y optan por el bar.
Mientras voy deshaciendo el camino andado a la altura del bosque me adelanta corriendo la ninfa de rosa, pasa a una pareja más y con la pista toda para ella abre los brazos como si volase y se pone a zigzaguear ondeando su melena al viento mientras canturrea en alto, creo que si la libertad tuviese una bandera no encontraríamos una mas bella que esa melena el viento. No será la última vez que la vea unos minutos después me cruzare con los caballos que hacen la ascensión turística que por las noches los suben a la pradera y enganchado al cuello de uno de ellos la veo susurrándole palabras en francés, sin duda era toda una bella ninfa de las montañas en estado puro.
Gavarnie me ha cautivado, enamorado y dejado con una deuda pendiente, volver cuando luzca sus mejores galas primaverales. El pirineo por ambas vertientes me tiene tremendamente enganchado ya lo dijo Stendhal Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza.
Track recomendado gracias a Sobreruedas
Que gratos recuerdos me trae tu post de las dos veces que he estado en ese circo.
No se si sigues por allí o lo cuentas en diferido, por si aún estás en la zona y vuelves a tener otra tarde libre te hago una sugerencia también fácil y posiblemente más espectacular.
Se trata de llegar a la Brecha de rolando desde la carretera que asciende por la derecha del circo, la D923 según veo ahora en Google. Al final de la carretera dejas el coche y en menos de 4km de bonita subida llegas a la Brecha. Ten cuidado, me acuerdo de unos metros de nieve helada aunque era verano.
Mis hijos tenían unos 10 años cuando estuvimos allí y desde luego que nunca lo olvidarán. También hace muchos años subí a la brecha desde Gavernie, pero eso es otra historia.
Saludos.
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Por desgracia cuento en diferido. La ruta por la Brecha de Rolando la tengo pendiente para una semana con la mochila correteando por las montañas, no tengo fecha, solo ganas e ilusión la zona me tiene enamorado. en dos crónicas publico mi visita a Ordesa de este año.
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Pues para cuando te decidas a volver, una idéa es hacerte un completo por la zona, o sea rodear Monte Perdido: recorres todo Añisclo, pasas a Pineta y descansas en el Parador si te apetece. Asciendes el circo de Pineta hasta el Lago Helado de Marboré, por la brecha de Tucarroya pasas a Francia, de ahí a dormir a Gavernie. Luego asciendes a la Brecha de Rolando y echas un vistazo a la Gruta de Casteret (lleva crampones), desciendes el paredón de Ordesa por las Clavijas de Cotatuero y llegas a descansar al Parador de Ordesa. Desde allí una pista te devolverá rápidamente al punto de inicio, aunque este tramo pistero quizá sea algo tedioso, habría que analizar si hay otra forma.
Esto lo hice hace unos 30 años con unos amigos y aún lo recuerdo como una ruta inolvidable. Bueno lo de los paradores es algo que se me ocurre ahora que soy algo más mayor y comodón, en aquél entonces no necesitábamos ducharnos tan a menudo (¡puaj!), y dormíamos en cualquier sitio, incluso haciendo vivac en alta montaña.
Saludos.
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