Elegiré amigos entre los hombres, pero no esclavos ni amos. Elegiré sólo a los que me plazcan, y a ellos amaré y respetaré, pero no obedeceré ni daré órdenes. Y uniremos nuestras manos cuando queramos, o andaremos solos cuando lo deseemos.
Ayn Rand
Nos habíamos distanciado, tal vez demasiado y reconozco en este distanciamiento y en su causa gran parte de culpa. Isra me mando un correo invitándome a una de sus rutas y a pesar de que no tenia del todo la rodilla recuperada para tanta subida serrana no valían excusas tenía que asistir y cerrar una etapa por lo menos para mi, con el vivido grandes momentos, grandes rutas y espero volver a repetirlas.
Si además completamos la kdd con Cristian, Raúl y Amato el reencuentro no podía tener mejor cartel para una buena mañana de tríaleras y subiditas de infarto. Salimos del puerto de cotos y pronto nos metemos en faena, esta es de las rutas raras, se empieza bajando para terminar subiendo, vamos lo que todo ciclista de montaña odiamos pero esta ruta es así. La ventaja que desde el comienzo estas rodando por unas sendas maravillosas y tras unas subidas de esas para calentar se presentan las primeras trialeras, muy secas, muy pendientes, muy rotas pero todo una orgía bajadora si lo te gustan las emociones fuertes. Claro que si lo tuyo no es la bajada técnica los próximos kilómetros te van a resultar un infierno eterno cargando con la bici. Pero todo tiene un fin y tras la trialera que te deja en el río y tienes que portar la bici hasta alcanzar la pista, esta nos conducirá hasta el paular en un descenso vertiginoso alternando pista en buen estado con tramos un tanto más empedrolados pero nada del otro mundo ni como para bajarse de la bici, que para eso somos bikers aguerridos.
En la bajada tenemos algunos pinchazos y perdidas de personal lo que nos hace acumular retraso, en uno de ellos aprovechamos para reponer fuerzas y disfrutar de esa pequeña charca laguna que de forma permanente esta en uno de los giros del camino y en donde me encanta parar para disfrutar de los sonidos de la montaña, de su color y su aroma de forma relajada.
Al final logramos contactar por teléfono y terminamos reuniéndonos todos en el puente del perdón, en donde de nuevo parte de mis compañeros de ruta están reparando un pinchazo.
El puente es el punto más bajo de la ruta y donde cambiamos el rumbo 180 grados para volver de nuevo hasta la salida pero por el otro lado de la carretera, por unos senderos maravillosos junto al río Lozoya que nos dejarán en la presa del pradillo, uno de los rincones bonitos, bonitos de la de comunidad de Madrid y en done el otoño ha comenzado a teñir de ocre los árboles. Una vez alcanzamos la pista, Cristian decide subir por carreta y nos deja, mientras el resto muy tranquilamente comenzamos el calvario de la subida, que para los pros será una maravilla ya que requiere sufrir pero si tienes piernas esta se deja pero para los que cargamos dos mochilas y la que más pesa no nos la quitamos ni cuando nos bajamos de la bici, esto es un infierno. Subimos grande parte de las cuestas montado pero la última rampa puede con nosotros y yo noto que mi rodilla comienza a resentirse del esfuerzo por lo que decido poner pie a tierra también y empujar.
Subo junto con Isra, charlando de nuestras cosas, poniéndonos al día mientras esperamos a dos compañeros que se han quedado rezagados y se les empieza a atragantar tanta subida junta.
El tramo para alcanzar el PR-27 es un pateo con la bici a cuestas, pero el sendero técnico si te quedan fuerzas y ganas es una delicia que yo lo he recorrido entero montado y se puede hacer estando algo en forma. La recompensa a tanto sufrimiento nos lo da la montaña una vez tengamos a la vista Cotos, una bajada rápida por una senda divertidísima que nos dejara en el puente del arroyo de las Guarramillas dejando a un lado su preciosa cascada. De nuevo nos queda una subida dura hasta alcanzar la carretera de Valdequí a Cotos y ya un llaneo tranquilo hasta el coche, en el que charlar, hacer unas risas y refrescar unas piernas que piden descanso.
En este tramo una mariposa cansada de volar decide elige mi hombro para que la lleve a hasta cotos para la sorpresa de Isra que se queda aluciando de lo que aguanta en mi hombro si echar a volar.
La ruta es dura y solo apta para los que sepan lo que es la montaña, la compañía excelente y el reencuentro mis viejos amigos deseado, espero volver a quedar pronto con vosotros, me quedo con una frase de uno de los grandes americanos a los que admiro Abraham Lincoln No somos enemigos, sino amigos. No debemos ser enemigos. Si bien la pasión puede tensar nuestros lazos de afecto, jamás debe romperlos. Las místicas cuerdas del recuerdo resonarán cuando vuelvan a sentir el tacto del buen ángel que llevamos dentro.
Track de la Ruta
Álbum de fotos de la ruta