“Valora tus visiones; valora tus ideales; valora la música que agita tu corazón, la belleza que se forma en tu mente, la gracia que viste tus más puros pensamientos, de ellos crecerán condiciones encantadoras, un ambiente celestial; de ellas se construirá, si te mantienes fiel, tu mundo.”
James Allen
De vez en cuando uno tiene que abrir las ventanas y airear su mundo interior, dejar que entre la luz de la compañía y disfrutar de otros pensamientos, de otras voces que resuenen en tu cabeza. San Rafael es mi refugio de verano, bueno la verdad es que año tan raro que he tenido de MTB he dejado de visitar la mayoría de los sitios por los que antes solía rodar. Añoro tanto pasar los fines de semana en la sierra que me cuesta regresar a casa después de cada ruta y tal vez por eso me cueste tanto subir a montar en bici. Pero esta vez tenía una espinita clavada, bueno mas bien un trozo de montañita en la que nunca había puesto el pie y a eso tenía que ponerle remedio de forma urgente.
Israel tenía otros planes pero cuando le propuse mi pequeña aventura acepto, no se puede tener mejor compañero para descubrir la Camorca, el que es un enamorado de este pico. Mientras nos preparamos un perro muy mayor, nos ladra con desgana, mas para justificar su alimento diario que para amedrentarnos. Salimos desde la pradera de Navalhorno para cruzar Valsaín que se engalana para sus fiestas patronales como bien nos recuerda un anciano del lugar. Con las primeras pedaladas me encuentro muy bien, vuelvo a tener buenas sensaciones y la alegría por salir a rodar que había perdido en las últimas salidas. Israel es una buena compañía, nuestro ritmo es lento, rodamos a la velocidad de las mariposas que durante un rato juguetean con mi rueda delantera. Para mi es la primera vez que subo a la Camorca y para Isra es la primera que lo va ha hacer desde la vertiente segoviana ya que siempre que lo ha subido lo ha hecho desde Cercedilla.
A mitad de la subida paramos a comer algo, tenemos hambre, más por el tiempo que llevamos levantados que por el esfuerzo realizado, nos pasan un par de ciclistas que si van luchando a biela partida con la montaña, me gusta la gente que se esfuerza, que se supera a si misma, a diferencia de los máquinas estos saludan, incluso son capaces de hasta mirarte y sonreír, con lo caras que están hoy en día. La ruta que le muestro a Israel le sorprende ya que no conocía esa pista, el terreno es muy duro y le supera, unos metros después la montaña me obligara a poner pie a tierra a mí también. Pienso que estoy desentrenado, pero en realidad estoy más gordo, viejo y patoso. Cada salida me doy cuenta del abismo que me separa de cuando empecé a montar, apenas han pasado cinco años pero parece que ha sido unsiglo, el tiempo no perdona. Coronamos la Camorca, visito su refugio que lo teníamos como alternativa para subir a dormir, ahora me arrepiento de no haberlo intentado ya que es simplemente magnífico. En lo alto de la caseta de vigilancia charlamos un rato con unas senderistas a las que damos un par de rutas para que completen sus andanzas por la sierra de Guadarrama. Dejamos la comarca, estoy feliz porque ha sido un gran bautizo, volveré seguro. La bajada hacia las siete revueltas no la tengo nada clara y me guío por un track bajado de Internet que tenia una pinta indecente. El terreno se va cerrando y apenas nos deja unos centímetros de lo que seguramente antaño fuese una senda perdida por el desuso, la bajada es disfrutona y rápida con una inclinación en bajada considerable en algunos tramos pero que me la bajo completa sin poner pie a tierra. Isra va con bici prestada y no es lo mismo.
La bajada nos ha dejado un sabor de boca fabuloso que terminamos de digerir con un chupito de senderos maravillosos hasta llegar al puente de la cantina en donde tomaremos un poco de carretera hasta enlazar con la pista asfaltada que se toma para subir al camino viejo del paular.
Decimos hacer otro alto en el camino y tomar un bocatín como dice mi compañero mientras vemos pasar alguna familia que es digna de admiración con los tiempos que corren criar a tres hijos y uno en camino es para sacarse un master en economía domestica antes de planteárselo.
Esta parte de la ruta no la tenía muy estudiada y nos limitamos a guiarnos por los caminos que tenemos en el GPS dibujados, el objetivo es llegar al chozo aranguez, la pista hace unos continuos toboganes que te van torturando un rato hasta que por fin decidimos torturarnos del todo solo subiendo, El paisaje es alucinante, a últimos de agosto y el verde predomina, el agua se hace presente en arroyos que se dejan oír rompiendo el silencio del bosque.
Llegamos hasta la fuente de la Majada Hambrienta, el caudal que mana de su caño es generoso y su agua no esta fría, esta helada. Pronto el camino se hace inciclable, hay que portear las bicis unos 800 metros para alcanzar el refugio y noto a mi compañero de aventuras algo cansado, por lo que opto por dar la vuelta y completar este tramo en otra ocasión. Varias bajadas se nos muestran en forma de sendas, pero en esta zona de la montaña muchas son traidoras y o están muy sucias o te meten en un pendientes infernales por lo que decidimos bajar por la pista de piedra suelta y dejar esta zona pendiente para completar un bucle que dejará una ruta de cinco estrellas.
Terminamos nuestra ruta tomando unos refrescos en el bar de la pradera, rodeado de hermosas hembras, esta terraza nunca defrauda.
Arthur Rimbaud dijo Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano, herido por el trigo, a pisar la pradera; soñador, sentiré su frescor en mis plantas y dejaré que el viento me bañe la cabeza. Yo hoy me he sentido así, he vuelto a disfrutar de la bicicleta, he sentido la montaña y me he sentido feliz, me vuelvo a ilusionar con explorar nuevas sendas y abrir nuevas rutas, tal vez solo necesitaba eso, simplemente que el viento bañase mi cabeza.
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