Los días perdidos son los días no vividos, es el agua que rebosa entre las manos, que fluye entre tus dedos sin llegar a besar tus labios, sin aliviar la sed de tu boca, sed de libertad, de momentos no vividos, son días de oscuridad para el alma, de silencio en el corazón que acompasa sus latidos con el tic-tac implacable de un reloj que tiene la cuerda marca y corre inalterable.

Los días perdidos son los días en los que no has llenado tu vida de luz, de vivencias, de sonrisas, los días que no has sacado a pasear tus ojos, que como perros cautivos una vez libres de su correa corretean curiosos por el entorno que les rodea buscando la belleza o la curiosidad en donde descansar la mirada. Es el aire frío del invierno que no llena tus pulmones, y tersa la piel de tu cara.

Los días perdidos son los todos los momentos que nunca recordaras, son el relleno de una vida que pasa mientras veo caer tímidas las gotas de agua sobre la barandilla de mi casa y tras el cristal me maldigo por no tener el valor de salir y sentir la naturaleza como se nos ofrece.” Into the wild “o Hacia rutas salvajes, solo es un ideal un modo de escapar de soñar, de volver al hogar, a nuestro verdadero hogar, del que solo nos separa la felicidad artificial en la que nos hemos educado para vivir.

Hoy necesito algo mágico como este poema Mario Benedetti.

Preciso que me digan algo mágico

O al menos placentero/ inesperado/

Novedades pero de cielo abierto

Con ojos de muchacha que promete

O un zorzal de revuelo generoso

O la estrella fugaz que anda en la noche

Cuéntenme por favor de aquella aurora

Que nació tan azul en los tejados /

De aquel otoño casi primavera

Y las flores nacidas entre ruinas /

Del coro de borrachos en la barra

Y ciertas mariposas que madrugan

Cuéntenme del guardián que se dormía

En tiempos de joviales estupores /

De los barítonos que carraspean

Y las limpias campanas del domingo /

En fin detalles sin mayor relieve

Que me devuelvan franjas de alegría.