Día 1 Segovia – Avila por la vía verde del Eresma hasta Arévalo pasando por Coca.

Como te dije, viajar es bueno, y a mí me gusta jugar con las cámaras y estar al aire libre. La realidad no es exactamente lo que era la canción al comienzo, pero la canción no es mala.

Robert James Waller

Madrugar con la edad se me va haciendo cada vez más cuesta arriba, pero un viaje es un viaje y disfrutar de un fin de semana veraniego a los inicios del otoño es un regalo de la vida que no puedes dejar pasar.

Con los deberes hechos en lo que se refiere a logística (billetes de tren en los wallets de los iPhone y hotel reservado) tan solo nos queda ir cumpliendo objetivos. El primero ser pacientes a que en la estación de Chamartín se dignen a indicar porque vía llega el tren y que nos deje margen para no tener que hacer un descenso en bici por la escalera mecánica.

Con el primer objetivo cumplido llegamos a Segovia donde el inicio de la vía verde nos espera muy cerca de la estación, bajo el puente de hierro se inicia nuestro camino por la vía verde del Eresma o camino Natural del Eresma.

A los pocos kilómetros de comenzar la ruta ya cruzamos el primer túnel de los dos que pasaremos, este es el más largo y con iluminación, algo escasa, pero suficiente para poder pasarlo sin tener que usar luces propias. Parada rápida para quitarnos ropa, el calor aprieta y aprovechamos para ver de lejos la silueta del Alcázar de Segovia. Pasamos rápido junto a la cárcel y las primeras grandes rectas no tardan en aparecer. Adelantamos a un peregrino que le da sentido al camino de Santiago de Madrid que coincide un tramo con el nuestro y le deseamos un tradicional “Buen camino”.

Dejamos al peregrino sumido en su viaje interior y seguimos disfrutando de lo que es básicamente una vía verde, terreno cómodo para rodar, estaciones abandonadas y pueblos alineados a nuestro paso. Vamos a buen ritmo para nuestra escasa forma física actual y ligeras inclinaciones del uno o el dos por ciento lo notamos al no ser tan fluida nuestra cadencia.

La primera parada cultural la haremos en Santa Maria la real de Nieva, donde visitáremos su monasterio, una reliquia tecnológica como una cabina de teléfono y aprovecharemos para hacer una pausa y tomar una barrita energética.

Reanudamos nuestro viaje de nuevo rodando rectas infinitas, siguiendo el trazado de las antiguas vías, rodando lo que en su día fuese el trazo de un lápiz o un bolígrafo apoyado en una regla, la visión de una solución a un problema de comunicación y realizada como trazado de tren para ahora terminar como un recurso de transporte reciclado para el ocio.

En Navas de la Asunción, una serie de esculturas reivindicativas obra de Manuel Frías le dan el punto moderno de expresión artística a la ruta. La representación de la escultura de los cuervos o la del niño con el dron son verdaderas obras de arte al aire libre como la de las cigüeñas donde el artista nos hace un llamamiento a abrir los ojos y no dejarnos engañar por los medios de comunicación. También una frase de León Felipe: “… yo sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos… y sé todos los cuentos”.

Continuamos pedaleando hasta cruzar uno de los puentes más largos de la vía el puente de hierro sobre el río Voltoya y visitamos uno de sus refugios con chimenea para dos personas bastante apañado para pasar una noche. Pero está claro que la joya de la corona de esta ruta está en Coca y en su magnífico castillo. Dimos una vuelta por el pueblo y comimos un bocadillo en la salida, para terminar de afrontar los últimos kilómetros hasta Olmedo, donde ya con las fuerzas justas, paramos para repostar agua y recupera algo de salud mental por rodar tanta recta.

Ya tan solo nos queda enlazar Olmedo con Arévalo y esto lo realizaremos, primero por carril bici para continuar rodando por un camino lleno de escombros triturado. La tortura de este camino terminó con un tramo, muy corto de terreno convencional, del tipo de camino de toda la vida que nos dejó a los pies de los pinares, con sus caminos llenos de arena fina y abrojos. No se rueda mal, pero una vez que superas los 100 km el paisaje y las sensaciones se ven diferentes.

Pasamos por Bocigas un pueblo que en sus afueras tiene un campo de golf muy bien cuidado y el último tramo del camino lo recorremos por carretera. Un respiro a las piernas, a los brazos y al alma diría yo.

Entramos por Arévalo superando una buena cuesta por uno de sus mejores barrios, un atajo que le gusta a Jorge por el que él llama el barrio gitano. La verdad que nos animaron los últimos metros hasta alcanzar el castillo y tras las merecidas fotos de rigor fuimos en busca del hotel en pueblo que es muy bonito y se merece una parada algo más tranquila y relajada.

Estoy volviendo a descubrir la bici, las largas jornadas de pedaleo y el disfrutar de la vida simple. Ya lo dijo Henri Bergson un filósofo francés Lo que hacemos depende de lo que somos; Pero debe añadirse que somos, en cierta medida, lo que hacemos y que nos creamos continuamente a nosotros mismos. Yo empiezo a ser creyente de mi propio destino.

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Acerca de alakan

Dentro de veinte años estaras mas arrepentido de las cosas que no hiciste que de las que hiciste.Asi que librate de las ataduras.Naveja lejos del puerto seguro.Atrapa las huellas del viento en tus velas.Explora.Sueña.Descubre.MARK TWAIN.
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