En el mundo no hay más que un camino que sólo tú puedes recorrer: ¿A dónde conduce? No preguntes, síguelo. ¿Quién dijo que «un hombre jamás se eleva tan alto como cuando no sabe a dónde puede llevarle su camino»?.
Friedrich Nietzsche
Abro los ojos y me acurruco aún más en el interior de mi saco, busco el calor que siempre me da pero esta vez no. No siento frío pero le falta poco, me fijo en las paredes de la tienda y están completamente caladas por la condensación. Me incorporo para abrir la tienda y una bofetada de aire gélido me da los buenos días. Miro el termómetro de mi bici y marca -1,8 grados centígrados, quien dijo que en el sur no hace frío.
Con el desayuno entramos algo en calor, pero es el sol el que poco a poco nos va dando la vida y una vez están secas las tiendas recogemos y nos ponemos de nuevo en camino.
Nos adentramos en de nuevo en la aldea del rocío por el paseo de la marisma intentando evitar el mayor tiempo posible la odiosa arena que esta por todas partes. Pero nos dura poco y una vez tomamos el camino de la raya vemos que es poco menos que imposible intentar rodar por una pista que es una playa continuamente batida por el trasiego de caballos y vehículos. Pero lo intentamos y cruzamos el puente del Ajolí hasta que tras rodar unos cientos de metros empujando la bici nos damos cuenta que la raya va ser una autentico suplicio por lo que optamos por darnos la vuelta y optar por la opción B recorrer este tramo por carretera hasta Villamanrique de la condesa. El tramo de carretera se deja hacer, pero el tercer día sobre la bici me esta pasando factura y las piernas son auténticos palos.
Villamanrique decide honrar nuestro paso por el pueblo sacando a la virgen en procesión y como somos agradecidos decidimos disfrutar un rato de estas tradiciones tan hispanas. Nos colocamos estratégicamente en una esquina de la plaza en donde el paso ha de pararse y hacer el giro, momento en el que reina el silencio tan solo roto por los aplausos una vez ha girado el paso en la calle. Hacía mucho que no veía una procesión tan de cerca y he de reconocer que si te fijas en las caras de los devotos puedes ver la ilusión con la que depositan sus plegarias a la virgen y cara de felicidad con la paz interior que les reporta. No como Jorge y servidor que a la primera moza andaluza que dejo la procesión nos pusimos a seguirla con ojos lujuriosos, pero es que la moza era para adorarla.
Dejamos Villamanrique por el camino del Quema hasta cruzar el mítico río, toda un hito en el camino rociero en el que se bautizan a los que van por primera vez en peregrinación al rocío. Pero como esta vez baja con mucho caudal y como somos unos devotos de la obra civil optamos por cruzarlo por el puente, no se llamarnos caprichosos pero somos así.
La cañada de real nos conduce por unas dehesas, pinares y pistas en un entorno precioso repletos de pinos que es una autentica maravilla, una vez nos vamos acercando al área recreativa de la zona vemos como esta abarrotada de gente disfrutando de barbacoas con hogueras en el pinar friendo sus choricitos, algo que no vemos nada bien ya que a parte de peligroso ni uno solo nos ofreció un montaito.
El viaje va tocando a su fin, algo de carretera y camino por la marisma de isla cristina con puebla del río al fondo. Tan solo nos queda un tramo precioso de camino junto al Guadalquivir para llegar hasta Coria del Río y dar por concluida nuestra huida hacia el sur, en el que fuimos huyendo del frío y amanecimos bajo cero pero para mi ha sido un todo un alivio, ya que he dejado en el camino mucha de esa mierda que día a día te va asfixiando el alma y necesitas huir de tu vida, de la rutina para que pueda salir y respirar sentirse libre por unos días y llenarse de paciencia para afrontar otra larga temporada de tontunas. Y sobre todo gracias a mi compañero de viaje, Jorge que hizo posible dar vida la palabras del filósofo inglés Herbert George wells cuando dijo Tal vez aprender a manejar la máquina del atrevimiento, para viajar instantáneamente a los límites de la vida inmediata, para fundar de vez en cuando un breve paraíso sin porvenir ni pasado, sin el doble chantaje de la nostalgia y del miedo.