Puedes mirarte a ti mismo con ojos nuevos y abrirte a nuevas experiencias que nunca llegaste a pensar que podrían estar dentro de tus posibilidades como ser humano, o puedes seguir haciendo las mismas cosas, de la misma manera, hasta que te entierren.

«Tus zonas erróneas» (1976), Wayne Dyer.

Instagram es una pequeña droga que te mantiene enganchado a la pantalla, pero también te incita a levantar el culo del sillón e ir a descubrir y vivir los lugares maravillosos que te muestran las personas que lo muestran en sus Reels. 

Hace unos meses vi unos videos de la comarca de las Merindades, en Burgos y le comente a Jorge de ir a verlo, el sonrió y me dijo que ya lo conocía, pero que volveríamos. Un año más tardes y un festivo en viernes que nos regalo un fin de semana largo era conjunción perfecta para disfrutar de esta aventura.

Salimos de Pesquera del Ebro, desde el aparcamiento/lugar de pernocta de pueblo. Un lugar tranquilo entre montañas amigables, un verde intenso, el sonido del Ebro y una mañana fresca que comienza a calentarse al ganar el sol altura. Es una ruta de senderos y no se hacen esperar, el primero de categoría, de los que te dibujan una sonrisa con lasprimeras Pedaladas hasta la última, disfruto como un niño, la senda es apta para la bicicleta gravel, rodadora y ratonera ideal para jugar un poco. Tras la senda algún tramo algo más técnico pero nada imposible y nos metemos en el camino a Cortiguera. Una pista fabulosa en continuo ascenso pero llevadero que te regala una estampas de cuadro antiguo, de esos de escenas de siega que tenían nuestros abuelos en los salones. 

El Sol ya calienta a la par que el viento intenta compensar el calor con su presencia, mal día para volar mi dron. Pero tampoco es necesario ya que un mirador nos regala las vistas espectaculares del cañón del Ebro, una foto de libro para definir meandro ideal para una clase de geología o geografía.

Llegar al pueblo de Valdelateja se nos complica algo más ya que el camino se transforma en trilera que una doble se disfruta a muerte pero con una gravel pasas a infantería. Aún así el disfrute del entorno y la experiencia de vivir esta ruta lo compensa. Un breve tramo por carretera tranquila nos lleva hasta Quintanilla-Escalada un pueblo que bordeamos buscando el camino natural del Ebro que nos va a regalar un sendero larguísimo de los que no te olvidas nunca, han pasado meses desde que lo recorrí y aún me dura la sonrisa, me brillan los ojos del recuerdo y lo maravilloso que es recorrerlo. Ya no solo por lo sencillo que es rodarlo, es la experiencia completa, la vegetación, el río los sonidos. Un sendero que es pura experiencia premium.

El camino Natural del Ebro nos deja en Orbaneja del Castillo Un pueblo de 50 habitantes y unos 1000 visitantes a tenor de la gente que vimos por sus calles y entorno, Excursión de autobús de chinos incluido para que no falte nada del tópico veraniego. Este pequeño pueblo nos regala las vista de una cascada preciosa que brota de la cueva del Agua a más de 20 metros de altura y ya no solo la cascada, también destacar sus pozas escalonadas de un color azul turquesa extraordinario.

Dejar Orbaneja del Castillo tiene un peaje considerable en altura, pero la verdad merece la pena por el paisaje que te regala el entorno del camino natural del Ebro hasta el pueblo de Turzo, un pueblo pintoresco con dinteles curiosos en sus puertas. Un pequeño tramo de carretera a modo de enlace nos meterá de nuevo en el camino natural del Ebro, esta vez por la orilla opuesta a la de la mañana y a nivel de río no por las alturas.

Primero rodamos por pistas, rápidas y acogedoras surcando un bosque precioso para a la altura del puente roto, encontrar la senda al paraíso de los senderos tras una instalación eléctrica.

Una senda que me dejo maravillado con unos pasos increíbles junto a formaciones rocosas, a un río tranquilo que te deja rodar a su vera, a disfrutar como un niño el día de reyes y llevarte de esta comarca el mejor recuerdo posible. Instagram no hace justicia en sus relees a lo maravilloso que es este entorno.

Disfrutar de este entorno, tener aún las fuerzas y las ganas para recorrerlo me hacen recordar la reflexión de Ouka Leele cuando dijo: No nos damos cuenta de que el mero hecho de tener cuerpo y todos sus miembros es un regalo y de que podríamos no tenerlo. A veces no sabemos ni que estamos en nuestro cuerpo porque tenemos la cabeza llena de preocupaciones, creo que hay que vaciarse y estar en el presente.

Track de la ruta.