“El secreto de la genialidad es el de conservar el espíritu del niño hasta la vejez, lo cual quiere decir nunca perder el entusiasmo.”
Aldous Huxley
Mientras cruzo el puente sobre las aguas del embalse de Picadas puedo disfrutar con los primeros rayos de sol que se filtran entre una fina capa de nueves, de como una escasa neblina le da un toque mágico a sus aguas verdes turquesa. Siento fascinación por este rincón de Madrid y en especial por este embalse, es como si el hada que lo habita me embrujase y me llamase para asomarme a la orilla de sus ojos.
Pero había quedado con otro ser mitológico transformado en mujer, la ninfa de Cebreros Noe. Ala que me encontraré unos minutos después junto al campo de fútbol, en el punto de quedada. Hacía tiempo que me pedía que fuésemos a su pueblo a andar, siempre hemos ido al Tiemblo y para una cebrereña de corazón eso es una ofensa que no se puede permitir, además es una de las veces que la he visto más guapa, los aires de Ávila la sientan muy bien.
Cristián será el tercer componente de la expedición para descubrir lo que Cebreros puede ofrecernos. Noe siempre me decía en las rutas de montaña de la sierra de Madrid, “cuando vengas a mi pueblo solo puedo ofrecerte pistas y vistas bonitas”, sin tanto pino, ni sendero. Al cruzar la carretera podemos ver el pueblo sumido en una ligera bruma a los pies de bellas montañas teñidas de blanco. Pronto los pinos hacen su aparición, sendas y trialeras se nos ofrecen para ser recorridas, nuestra alma biker se deja llevar por la emoción y sabemos que volveremos para disfrutar de la maravilla que estamos recorriendo a pie. Esta zona para Noe es nueva y esta encanta con lo que ve, ya no solo por que esta disfrutando sino porque Cebreros nos esta encantando. Las aguas que nos encontramos son verdes, cristalinas, un remanso de paz en pozas que aguardan su momento para entonar el canto de la vida en primavera, el musgo abriga las rocas dejando estampas increíbles, predomina el verde y la mañana lucha por regalarnos un poco de cielo azul, pero estos primeros días del año se están mostrando austeros en este sentido, siendo generosos en agua que a la postre es lo que alimenta y mantiene estos paisajes que nos cautivan.
Nos perdemos por sendas de fantasía, todo un regalo por lo inesperado, estoy entusiasmado porque me esperaba menos y simplemente tengo la emoción desborda. Entre sendas y trialeritas nos perdemos un poco buscando enlazar dos track pero resulta infructuoso por que tendríamos que trepar por rocas que no inspiran nada de confianza en su agarre, retomamos la senda buena y esta nos dejara en el punto más alto de la ruta por los Linares de las Palomas, punto en el confluyen varias rutas de las que han señalizado.
Descendemos por unas trochas impresionantes hasta vadear el arroyo de la pizarra y tomar la senda arreglada que baja por su margen
derecho. Esta senda es una maravilla, el rumor del agua y el estruendo que produce las pequeñas cascadas que se forman llenando pozas que son autenticas bañeras naturales de un agua celestial. Por un momento al ver una de las cascadas mas representativas me viene a la memoria Ordesa, salvando la inmensa diferencia que separa ambos lugares.
Terminamos nuestro paseo por la senda del arroyo pizarra regresando a Cebreros acompañado del Cerro del Castrejón. Cristian me dice que se asemeja a un pecho y yo no tengo por mas que darle mi mas sentido pésame por los pechos tan raros que ha visto si este cerro para el se parece a una teta.
Esta jornada de senderismo la voy a guardar en el recuerdo con mucho cariño, me lo he pasado genial, por unos lugares maravillosos y con una compañía de lujo. Volveré tanto a andar como a montar en bici porque esta zona es simplemente una autentica maravilla que tenga muy cerquita de casa.